La empresaria Wednesday Addams parece tenerlo todo. Ella es rica, cuidadosa y es considerada una de las mentes más brillantes del mundo. Repentinamente, Wednesday recibe una noticia inesperada: tiene una hija, fruto de su fracasado matrimonio con En...
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El silencio imperaba en la habitación. Wednesday permanecia estática, sin apartar la vista de la niña que se encontraba sentada en un sofá, justo frente a ella. Goody también aguardaba, devolviendo la mirada sin siquiera parpadear. Sus ojos brillaban con seguridad, mientras que una sonrisa divertida amenazaba con extenderse en su cara.
Wednesday la estudió con detenimiento, intentando hallar un rasgo similar al de Enid.
-Entonces... ¿dices que...?
-... Soy tu hija-habló, alargando las palabras al igual que ella.
Maldita sea.
Optó por ignorar el gran parecido en sus gestos.
-Enid murió-dijo, por el contrario.
Su corazón se comprímió en su pecho de forma dolorosa. Fue como si le hubieran lanzado mil dagas. De alguna manera, le dolia enterarse de esa forma que Enid había muerto.
Habian pasado años desde la última vez que la vio, pero sus sentimientos permanecian indelebles. Aunque le dolia admitirlo, seguia amando a la bastarda.
-¡No! ¡No es posible! Enid y yo no tuvimos hijos.
Ella puso los ojos en blanco y bufó por lo bajo. Wednesday creyó ver una versión miniatura de si misma.
Sacudió la cabeza y guardó ese pensamiento en un lugar recóndito de su cerebro.
-Momsie dijo que naci después de que se separaran, pero tú no sabías de mi existencia.
-¿Por qué me ocultaría algo asi?
La niña enmudeció.
Wednesday trató de recordar algún indicio. La última vez que hablaron sobre el tema fue un año antes de que la relación empezara a quebrarse por culpa de los excesos de Wednesday. En ese entonces, ella alegó que queria enfocarse en su carrera, y Enid comprendió que no quería ningún entretenimiento, asi que no volvió a tocar el tema.
Recordó que estaban acostados en el sofá, dándose cariñitos mientras fingian prestar atención a la película que eligieron.
Para Wednesday, ese era su momento favorito del dia. Estar junto a Enid, apapachadas, siendo consentida cual si fuera una niña de cinco años. Por unas horas, podia olvidarse de sus problemas y la nube de negatividad se diluia.