CAP. 03 [Charles&Hanna]

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— Bájate de ahí niña, los escritorios no son para sentarse—le dijo Hanna a la menor de las Rivadelli mientras acomodaba su cabello para la reunión con el piloto

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— Bájate de ahí niña, los escritorios no son para sentarse—le dijo Hanna a la menor de las Rivadelli mientras acomodaba su cabello para la reunión con el piloto.

Helen comenzó a tocar todo lo de su oficina desacomodando.

— Deja, deja, deja, pareces niña chiquita, ¿Por qué mejor no vas a la oficina de Hairen y te quedas ahí? De las pocas veces que se acordó que su oficina existe puso un televisor, tal vez puedas ver algo así no te aburres—fue apilando los papeles y el contrato que necesitaría para su reunión con el piloto, sabía que era una buena oportunidad, el pequeño e insignificante detalle era que por los comentarios de la gente hacía el piloto, Hanna lo había puesto encabezando la lista de residentes de Mónaco que no quería cerca.

-¿Hanna? ¿Hanna?—la pequeña Helen intentaba llamar la atención de su hermana— ¿En donde está la oficina de Hairen?

Hanna caminó por el pasillo rumbo a la sala de reuniones repasando en voz alta la propuesta de negocio que le daría a Leclerc, Helen intentaba seguirle el ritmo, pero la rubia se deslizaba con demasiada prisa sobre sus tacones. No entendía como lo hacía, y no tan solo lo de ir rápido, sino el verse sexy y elegante a la vez.

Al igual que tampoco entendía porque todos los empleados se comportaban como si la mismísima Miranda Priestly hiciera acto de presencia.

— Esta es la oficina—abrió una puerta dejando ver un cubículo muy al estilo de Hairen— Tengo que irme, faltan pocos minutos. Si necesitas algo solo dile a mi asistente, ¿Si?—dijo sin apartar la vista de su teléfono y dirigiéndose hacia la sala de juntas.

La adolescente se quedó mirándola apoyada en el marco de la puerta y escuchando como los tacones de su hermana mayor resonaban haciendo eco por todo el pasillo.

— Y yo que pensaba que The devil wears Prada era solo una película— dijo en voz baja.

Hanna estaba tan nerviosa que caminaba de un lado a otro en la sala, pues era el primer pez gordo que ella sola conseguía y con el que cerraría el trato, era la oportunidad de demostrarle a su padre que ella era suficiente y estaba a la altura de encargarse de las oficinas de Mónaco por su cuenta y sin necesidad de que su detestable primo meta sus narices en ello.

Hanna estaba tan nerviosa que caminaba de un lado a otro en la sala, pues era el primer pez gordo que ella sola conseguía y con el que cerraría el trato, era la oportunidad de demostrarle a su padre que ella era suficiente y estaba a la altura de ...

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