Soberbia

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Zael estaba asustado aún si no lo demostraba. Igual como podría hacerlo?. Su cuerpo había sido paralizado por completo en la misma confiada expresión en la que les habían sorprendido el grupo de bandidos no había tenido ni siquiera tiempo de reaccionar. Después solo lo habían cargado como un saco de fiambres y tratado como tal, mientras lo llevaban hasta, donde sea que fuera que estuviera.

Un techo de cúpula enegrecido por el moho y la humedad. Gotas de agua que caían frías sin previo aviso. Por qué abría pasado todo esto. Esto. No era lo que el esperaba encontrar en Ancaria una vez que descendió de Ishelith, la capital Celestial, dónde había vivido hasta el sol de hace unos dias. Las hermanas de la Vía Blanca le habían acogido con amabilidad y dulzura, como el había predicho sus hermanos de tales debotas monjas. Sus planes le habían hecho revolverse sin poder dormir de la emoción en su lecho antes de partir. Intercambiar con los humanos, conocerlos y enseñarles el verdadero camino. Sería un guía espiritual que haría avanzar la sociedad de Ancaria y respetado de paso por sus iguales. Todos ganaban, entonces por qué pasó esto.

Estaba abatido, enojado incluso adolorido. Estos eran los seres mortales que habitaban Ancaria?, despiadados y malintencionados. De ser así su misión no sería el paseo idílico que había inmaginado con tanta emoción en antaño. Suspiro o eso intentó, la parálisis le dejaba su rostro fijo en la misma expresión.

"Ahora si nos tomará en serio Baelgur"

Oyó una voz viperina hablar desde la entrada de dónde lo habían dejado.

"Es una buena oferta, los infernales siempre han adorado escalvizar a los seres celestiales"

Mhhhhh~

Trato de aullar aterrado ante lo que recién había escuchado Pero solo consiguió mascullar un sonido vacío." Esclavizar....infernal". De repente las cosas se habían tornado más serias de lo que habían parecido en primera instancia. El pensaba que esto era solo un secuestro y que con una recompensa pagada por la Vía Blanca sería liberado. Por el contrario lo que escuchaba ahora le helaba la sangre.

"Este es mi final mi Arconte"- pensó entre los desesperado y angustiado. Solo para luego sentir algo hervía en la boca de su estómago-"Si tan solo no me no hubiera venido a salvar las almas de los mortales"- Que era esto que estaba sintiendo, sus sentidos latian deseosos de explotar, quería gritar, quería que se hiciera justicia.

El era un Seraophin un ser superior todo su poder y gloria estaba siendo reducidos a manos de sucios mortales. Ardía con un veneno que le quemaba las viceras su mirada busco la del líder de los bandidos, más bien cultistas y lo desafío con la misma sobrada actitud con la que había sido criado en el cielo.

El hombre le devolvió una mirada de superioridad y entendiendo su claro desafío clavo un puñetazo en el rostro del insubordinado Angel. Dolió, dolió mucho sintió como el golpe se expandía en una honda que le hizo gemir un graznido de dolor ahogado y patético. Que más daba iba a morir.

"Maldita escoria con plumas..."

Empezó a decir el cultistas pero de repente ahogó un gruñido gutural que salía desde lo más profundo de su alma. La sangre salpicó en el rostro de Zael y el calor le recordó que a pesar de todo el también era tan mortal y sangraba igual que este ser. Se avergonzó de haber sido tan engreído y luego vio a la mujer demoniaca. Sus cabellos brillaban en la penumbra estos eran blancos y hacían resaltar sus ojos de depredador que congelarían en el acto a cualquier presa. Ella sostenía con firmeza sus garas en el pomo de su arma y sus ojos estaban fijos en él. Era ella, este era el ser infernal que habían invocado, le mataría bebería su sangre y chuparía sus huesos. El pensamiento le asustó tanto que perdió el sentido pero no sé desvanecio al menos solo auto-compadeciendose de si mismo.

Jodánse, al menos también se los comerán a ustedes escorias.

Aulló una versión de si mismo en su cabeza una que nunca antes había escuchado él.

Sangre ArgenteaWhere stories live. Discover now