Las novicias más jóvenes del monasterio tendrían unos 13 o 14 años e incluso así de jóvenes tenían el descaro de chismear sobre él y Irina a sus espaldas. A estas niñas habría que enseñarles al menos a disimular como hacían sus compañeras más mayores o mejor aún como hacían las monjas ya adultas ignoralos completamente. Y que si le había dado de su sangre, era su deber ayudarla, su retribución y lo habría hecho de nuevo, ella había salvado su vida.
No era que las chicas fueran irrespetuosas más bien lo murmuraba como si fuera una romántica escena de una apasionada novela. Incluso le hubiera parecido divertido si a Irina no le hubiera molestado, pero no era el caso. Gracias a todo esto empezó a dejar de hablarle. El carácter estoico y paciente que había logrado en sus intercambios había cambiado a uno frío y distantes, con constantes contenciones dónde solo le respondía las preguntas más escenciales con monosílabos o gruñidos.
- Quizás esta atribuyendo mucha importancia a cosas que no son- sancionó la Madre Aelian tomando notas de los suministros. Al final había terminado parlamentando con ella y buscando su consejo en su oficina.
- Solo quiero entender por qué para ella cualquier motivo es más que suficiente para odiarme?
- Irina no le odia profeta, Irina solo está herida.
- Y se puede saber que le hice?
- No todo gira en torno a usted Zael. Fue profundamente herida hace mucho años y la cicatriz siempre quedará ahí para recordarselo.
Zael aceptó esta vez de manera más abierta los comentarios directos de la madre entendiendo que la anciana no estaba molesta si no que no se andaba con delicadezas ni pleitecias. Era directa y realista, y como ella decía no todo giraba en torno a él.
Habían tenido platicas muy agradables él y Irina durante estos 3 meses. Los días transcurrían con una paz memorable. Despertaban temprano y ya estaba el desayuno listo comían, caminaban por el bosquecillo o cerca del lago.
En una ocasión encontraron un cofre con gemas falsas las cuales pensaron eran reales en primera instancia toda una sorpresa. En ocasiones el solía hablarle de los libros que leía. Ella tenía muchísimo más conocimiento de la literatura que él, aún si no daba esa primera impresión con su porte de guerrera en realidad era muy culta. Le indicaba y aconsejaba que leer de acordé a lo que él decía que le gustaba y lo que no. Debatían a la sombra de los árboles luego del almuerzo sobre temas banales o temas muy filosóficos y profundos. La variedad de sus charlas no tenía límites.
Luego ella empezaba a entrenar y él la miraba tratando de aprender a predecir sus movimientos. Sabía que tenía la costumbre de que una vez daba una estocada dejaba caer un poco su peso adelante o que cuando hacía un barrido movía sus caderas para que fuera un movimiento más limpio y potente. Luego volvían a dentro cenaban compartían con las mujeres y se retiraban a sus dormitorios.
Irina era una guerra no una erudita como él, aún si podía debatir con ella por su basto saber notaba que ella tenía preferencia por las actividades físicas, quizás toda esta ensoñación de vida simple era lo que la había hartado y no el echo de que las muchachas empezarán a teorizar cosas sobre su cercanía. Era una vida simple la que estaban llevando, sin preocupaciones, sin hacer verdaderamente nada ya que las monjas de todo se encargaban; luego de analizar todo esto Zael calló en cuenta de un pensamiento que había dejado en el fondo de su mente e ignoro durante todo este tiempo argumentando y justificando con que era parte de su labor lo que estaba haciendo. Él también estaba procastinando y dejando de lado gustosamente las cosas que tenía por hacer.
Su deber de profeta debería ser su prioridad y no un aditamento de su vida. Este le fue otorgado únicamente a él luego de rigurosos años de entrenamiento y estudio. Debía educar y proteger a los humanos pero desde que había llegado solo había sido capturado para ser casi sacrificado y luego había ofrecido su sangre a...a Irina no le gustaba llamarla ni en su mente de otra forma, pues para él no estaba maldita, cómo podría alguien que tenía tanto dentro de ella ser una herramienta del mal.
Se decía los Hijos de la Noche eran artificios de los demonios que engañaban o pactaban con humanos a cambio de sus almas con poderes sobrenaturales que los lanzaban a la cima de la evolución despertando en ellos magia maldita y instintos de depredador.
Poco le había logrado extraer sobre su proceso de transformación a Irina. Sabía que había sido a sus 22 años está lo había aceptado por voluntad propia, o al menos esto decía, pero tambien sabía que no le relataba todo pues al parecer sufrió de torturas en algún punto pues desvelo marcas en sus antebrazos un día, al remangar esta la camisa para sacar el cofre del lago, lo que parecían cicatrices de azotes.
- Tengo que decirle mañana que me voy quizás así se relaje un poco más
Meditaba ya desde hacía un rato en su habitación incapaz de dormir mirando el techo. Frustrado con esto fútiles intentos se rindió con eso de dormír, debería ser la ansiedad de su re-establecida misión a la cuál lo revolvía en la cama.
Por este motivo y arto salió con intenciones de volar un rato en parte porque le relajaba y era ejercicio que hacia meses no prácticaba. En su silencioso camino a la salida escuchó un susurró que parecía tratar que nadie lo notara cosa muy extraña a estás altas horas de la noche.
Un escalofrío recorrió su espalda. Serían los cultistas de aquella vez? No imposible Irina los había eliminado, verdad. No sé había nunca percatado de lo claro que aún estaba ese terrorífica evento grabado en su mente aún después de 3 meses de haber sucedido. Aún así asumió con valentía y encaró el ruido que le dirigió hasta la parte tracera del granero.
- Quién anda ah...
Para su sorpresa el rostro de Irina le devolvió la mirada en el acto, sus ojos rojos resplandecian amenazante en la oscuridad pero a él ya no le asustaban.
- Irina?
Está asintió apartando la vista avergonzada como un niño al que atrapas haciendo algo indebido. Frente a ella estaba un gran caballo negro el cuál al parecer estaba preparando para ensillar.
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Sangre Argentea
FanfictionIrina ha sido una vampiresa por muchos años, demasiados quizás. Desde que fue convertida, vago perdida y muerta de hambre por este mundo, mellando su alma y siendo presa de la constante sed de sangre.Tanto sufrimiento han visto sus ojos que en estos...