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SEÚL, AGOSTO DE 1980.

Las galerías de la familia Seo, una de las familias más importantes estos últimos años, ha abierto vacantes para dependientes y dependientas de su sucursal central —anunciaba la voz masculina por la radio—. Luego del incidente con Tae-Il, la forma en la que se adhirieron a este cambio, y su espíritu por entregar lo mejor tanto a trabajadores como a clientes, los ha llevado a cosechar éxitos sin cesar. La fábrica de textiles que tienen en-

—¿Por qué demonios escuchas eso? —preguntó Lee, frunciendo el ceño.

Yongbok se encogió de hombros.

—Para entrar en carácter —le dijo, sonriendo—. Ya sabes, si conseguimos ese trabajo, estaríamos salvados. —susurró con ilusión, mirando como Jeongin y Seungmin dormían aún.

Eran tan solo las seis con treinta minutos, y Lee Minho y Lee Yongbok se preparaban para salir con dirección a esas galerías.

¿El objetivo principal? Conseguir ese trabajo para poder abandonar esa residencia abusiva. Bueno, al menos ese era el deseo de Yongbok.

¿Minho? Él solo tenía una cosa en mente; vengarse. Y bueno, poder sacar a sus hermanos de ahí, tanto como Yongbok.

Habían sido unos años difíciles para él. Había tenido que luchar para poder ganar algo de comida, tuvo que esforzarse para poder entregarles algo de dinero a sus hermanos, para poder darles una vida buena, por precaria que fuera.

Pero, ¿Cómo había llegado ahí? Era algo que Minho se rehusaba a hablar. Odiaba el tema, odiaba lo que sucedía, y odiaba tanto a Han Jisung. 

Le costaba trabajo creer que el chico que tanto amaba, el chico por el cual dejó todo atrás, lo había abandonado, dejándolo por su cuenta, tan solo minutos luego de llegar a la estación de Seúl. 

Sufrió, lloró y gritó tanto por su culpa. 

Pero la vida le dio una oportunidad, poniendo a Lee Yongbok en su camino. El pecoso era un muchacho menor que él, pero al igual que Jisung y él había huido de su pueblo natal en busca de una mejor vida. 

Fue el pecoso quien lo llevó a aquella residencia para huérfanos cuando lo conoció. En ese entonces, el chico era pelinegro, esquelético, y llevaba una polera blanca manchada con tierra, o al menos eso recordaba Minho cuando pensaba en los eventos que lo llevaron a ese horrible lugar.

Nunca quiso contarle a Yongbok sobre Jisung, porque sería darle importancia, y ¿Por qué darle importancia a la persona que te abandonó? A la única persona en la que más confiabas, pero que terminó por dejarte en una de las estaciones policiales por un crimen que nunca cometiste. 

Ni siquiera se dio el tiempo de buscarlo. En todos estos años, jamás lo hizo, y eso era motivo suficiente para buscar vengarse. Porque en su corazón, si no hubiera sido por él, seguiría con su familia, viendo a su madre y su padre envejecer; seguiría trabajando en esa fábrica de textiles, probablemente militando en uno de esos grupos que se advocaban por los derechos laborales.

En cambio, ahora tenía una vida precaria, había ganado tres hermanos, sí, pero era tortuoso para él verlos sufrir. Tanto él como Yongbok tuvieron que comenzar a trabajar rápidamente en esa “residencia”, que en realidad distaba de eso.

Todas las noches se llenaba de hombres, fetichistas que no eran capaces de admitir lo mucho que les ponía joderse a otro hombre. Hombres que solo vivían sus fantasías por esas noches, donde podías terminar hasta muerto si ellos lo estimaban así. 

Minho soltó un suspiro, tenía que conseguir ese jodido trabajo. 

—¿Estás listo hermanito? —le preguntó el pecoso, sonriendo. Se acercó a él y, rodando los ojos, le arregló la corbata—. No puedo creer que un hombre de 27 años como tú no sepa aún atar una puta corbata. —se rió.

AS IT WAS || MINSUNG AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora