ㅡ happiness⁵

9 2 0
                                    


Yoongi no tenía idea de lo que estaba pasando con él. La sonrisa de Aera le daba un cosquilleo en el estómago, y cada noche le costaba tanto dormir. Como si tuviera un virus. ¿Lo ha sentido alguna vez?, aquella pregunta se iluminaba vez tras vez; imaginaba los labios de Beol diciendo aquellas palabras, para luego sonreír. 

—No hay margaritas. —Beol rebuscaba entre las plantas altas— Había un montón la vez que vine.

— ¿Viniste aquí antes?

—Vengo aquí todos los días, mi señor. —Respondió ella— Claro, solo después de ducharme, sino no podría venir.

— ¿Sola?

Aera levantó la mirada para luego sonreír.

—Mi señor, ¿debería responder a esa pregunta mintiendo o siendo sincera? —Beol soltó una risilla traviesa.

Min no sabía bromear. Tomó el brazo de Aera para luego acercarla a él.

—Si hago una pregunta es porque tienes que responder. —Habló sin apartar la mirada de ella.

La sonrisa de Aera se borró.

—No, mi señor, —negó ella— no puede obligarme. Usted es el rey, pero no puede hacer que responda algo solo por su deseo. Ser un rey significa más que solo dar órdenes.

Beol se soltó.

—Es divertido cuando estoy acompañada, —Aera siguió hablando, hasta que se dió la vuelta— pero no con usted.

La sangre de Min hervía. No sabía cómo expresar sus sentimientos, y tampoco tenía idea de cómo debía tratar a una mujer como ella. Pero su áspera actitud le impedía ser gentil; por decisión propia dejaba de lado el raciocinio.


Creía que la amabilidad era igual que servir a los demás, y su mente egoísta creía que solo los demás debían servir a él.

Un defecto parecido a una sustancia tóxica que contaminaba todo su cuerpo consumiendo cada sentimiento en él.

Supo que había cometido un error cuando levantó la mirada y se percató que de Aera se iba, con flores en mano y sin interés de regresar a su lado, pero no quería admitirlo. No, él era un rey, y siempre tenía la razón.

Pero, Aera le hacía dudar. Había jurado que no entraría en su juego, que se mantendría como espectador mientras ella seguía adelante. Pero no podía, no cuando Beol le sonreía de una forma tan dulce. Esa misteriosa mirada que le hacía sentir extraño, de una forma en que jamás se había sentido.


Habían pasado meses desde su llegada y los sentimientos extraños seguían en aumento. ¿Quién se creía que era ella para alborotar su cabeza de esa forma?, como una melodía pegadiza, Aera danzaba en su cabeza, tratando de que ninguna parte de él se olvidara de ella, siendo la reina de la confusión dejando en él un aguijón y una herida.

Y se preguntaba por qué. Beol no hablaba mucho y, cuando estaba con él, solo se la pasaba arrancando flores, asesinando ranas o viendo peces en el lago. ¿Por qué se había enganchado tanto con ella?

—Su majestad, el general Han pidió una audiencia con usted. —Un guardia se acercó a él haciendo una reverencia.

—Vigila a Beol, iré.

No era del todo un insensible. Temía que algún día perdiera a Aera. Quizá era el único miedo que ahora le preocupaba.

Aún si ella lo odiaba, quería tenerla solo para él. No importaba, quería que siempre permaneciera junto a él.


—General Han, ¿está todo bien? —Min se acomodó en su trono.

—Alteza, —Han se inclinó— por favor, permita que este general le cuente acerca de lo sucedido. Esta mañana, un nativo de la dinastía Hwangji estuvo cerca del palacio, uno de mis hombres fue a interrogarlo pero este huyó. Una vez que logró capturarlo, dijo que buscaba hablar con usted.

king ✰ min yoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora