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Después de esas intensas carreras, finalmente era hora de volver a casa. Me sentía agotado pero también emocionado por el progreso que había hecho. Llegué al aeropuerto y sentí una mezcla de alivio y emoción. Sabía que necesitaba un respiro y nada mejor que pasar tiempo con mis amigos y familiares para desconectar.

Una vez en casa, lo primero que hice fue reunirme con mis amigos para una cena relajada. Habíamos planeado pasar una tarde divertida jugando a los bolos. Me vestí casual y me dirigí al boliche donde habíamos acordado encontrarnos.

—¡Enzo! ¡Cuánto tiempo sin verte! —dijo Lucas, uno de mis mejores amigos, dándome una palmada en la espalda.

—Sí, he estado ocupado, pero es genial estar de vuelta y veros a todos —respondí con una sonrisa.

La noche transcurrió entre risas y juegos. Hablamos de todo, desde nuestras vidas hasta anécdotas de la infancia. Fue un recordatorio de la importancia de mantener el equilibrio entre la vida profesional y personal.

—Entonces, ¿cómo es realmente trabajar con Toto Wolff? —preguntó Javier, otro de mis amigos.

—Es increíble. Es muy exigente, pero también muy justo. Siempre quiere sacar lo mejor de ti, y eso es algo que realmente aprecio —respondí mientras hacía un tiro perfecto en los bolos.

—¡Vamos, Enzo! ¡Eres un fenómeno en todo lo que haces! —gritó Lucas, celebrando mi tiro.

Pasamos la tarde entre risas y juegos, desconectando de la presión de las carreras. Fue un recordatorio de la importancia de mantener el equilibrio entre la vida profesional y personal. Al final de la noche, sentí que había recargado mis energías y estaba listo para lo que viniera.

Al día siguiente, volví a mi rutina de entrenamientos. Mi entrenador había decidido intensificar mis sesiones para mejorar mi velocidad y preparación, sabiendo que pronto tendría la oportunidad de trabajar con el equipo de F1. Los entrenamientos eran duros, pero estaba decidido a dar lo mejor de mí.

—Enzo, vamos a enfocarnos en tu resistencia y precisión. Quiero que te prepares para los desafíos que vendrán —me dijo mi entrenador, ajustando el programa de ejercicios.

Cada día empezaba temprano con ejercicios de acondicionamiento físico, seguidos de sesiones en el simulador. El enfoque en la precisión y la resistencia era crucial. Pasaba horas practicando vueltas y analizando datos, tratando de encontrar formas de mejorar cada milisegundo.

—Recuerda, cada detalle cuenta. En la F1, la diferencia entre ganar y perder puede ser una fracción de segundo —me recordaba mi entrenador constantemente.

Los días eran largos y extenuantes, pero cada sesión me acercaba más a mi objetivo. Sabía que estos esfuerzos valdrían la pena cuando llegara el momento de subirme a un coche de F1. La disciplina y la dedicación eran esenciales, y estaba completamente comprometido con mi sueño.

Una tarde, mientras estaba en medio de una sesión de simulador, recibí un mensaje de Toto Wolff. Quería hablar conmigo, así que terminé rápidamente y me dirigí a su oficina.

—Enzo, he estado revisando tus progresos y estoy impresionado. Quiero que empieces a trabajar con el equipo de F1, pero primero, vamos a hacerlo de forma gradual —me dijo Toto, con su habitual tono calmado pero autoritario.

—¿Qué tienes en mente, Toto? —pregunté, tratando de mantener mi emoción bajo control.

—Primero, empezarás con prácticas en el coche del año pasado. No quiero apresurarnos. Quiero que te familiarices con el coche y te sientas cómodo antes de dar el siguiente paso —explicó.

La noticia me llenó de entusiasmo. Era una oportunidad increíble, y estaba listo para demostrar mi valía. Toto siempre había sido un gran mentor para mí, y su confianza en mis habilidades me daba la motivación extra que necesitaba.

—Gracias, Toto. No te defraudaré —dije con determinación.

—Lo sé, Enzo. Tienes un gran potencial y estoy seguro de que lo aprovecharás al máximo —respondió Toto con una sonrisa.

Esa misma noche, Toto llamó a Susie para contarle sus planes y obtener su opinión.

—Susie, he decidido que Enzo empiece a entrenar con el coche de F1 del año pasado. Creo que está listo, pero quiero asegurarme de no apresurarlo —le dijo Toto.

—Me parece una buena idea, Toto. Enzo es talentoso, pero es importante que no le pongamos demasiada presión de golpe. Déjalo que se adapte y crezca en su propio tiempo —respondió Susie, con su tono comprensivo.

—Sí, tienes razón. Quiero lo mejor para él y no quiero que se sienta abrumado —dijo Toto, agradecido por el consejo.

Susie siempre había sido una voz de razón y equilibrio en la vida de Toto. Sus consejos eran valiosos, y su perspectiva siempre ayudaba a tomar las mejores decisiones para el equipo y para mí.

✨Enzo ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora