―Pronto será el baile de graduación. ―le dije con la garganta casi cerrada.
―Ya sé, tontito, por eso te pedí que me ayudaras a escoger mi vestido.
―La cosa es que ―dudé y la cámara que sostenía en mis manos tembló, pero estaba decidido―, ¿quieres acompañarme al baile?
―¿Qué? ―su sonrisa gentil me hizo querer esconderme, retractarme.
―Me gustas, Camille, ¿quieres ir al baile de graduación conmigo?
―Ay, Simón... ―se sentó a mi lado en la cama y puso su mano sobre la mía―. La cosa es que, has sido mi mejor amigo desde siempre, no te veo de esa forma.
Qué rápida había sido la caída.
―Lo comprendo.
―¿Todo bien entre nosotros?
―Claro. ―si decía otra palabra temía terminar en lágrima viva, la garganta me ardía.
―Además hay otra cosa, tengo que decírtelo, lo iba a hacer hace unos minutos. Mark ya me pidió ser su pareja de baile.
―¿El capitán del equipo de fútbol? ¿El que te gusta?
―Sí, por eso tampoco puedo aceptar tú propuesta, Simón. ―sonrió tímidamente y sus hermosas pestañas aletearon llevando mi atención a sus ojos.
Estaba bien, me debía este intento, Camille siempre me había atraído, nuestra amistad cultivó en mí un gran amor hacía ella, así que el que me rechazara no me haría odiarla o querer alejarme.
Yo siempre sería su amigo, durante nuestra infancia, las semanas que siguieron antes del baile en las cuales ella tuvo un noviazgo con Mark y, mucho después de eso. Yo quería estar allí para ella, aunque llegaría el momento en que me daría cuenta de que no podía.
―¿Qué haces aquí fuera, Camille? El baile es allá adentro.
Estaba sentada en la acera abrazando sus piernas y removiendo los pies descalzos sobre el césped.
―Mark me dejó ―dijo cuando llegué a ella―, rompimos hace unos momentos.
―¿Qué?
Mark era agradable, popular, atlético y aunque me resultara difícil admitirlo, era un buen chico, digno de Camille.
―Le dieron una beca y se irá lejos ―la vi llorar y de inmediato le cedí el pañuelo que mi madre me había hecho traer con el traje de gala, ella lo tomó sin miramientos―, no quiere que lo espere y tampoco cree que las cosas funcionen a distancia.
―Lo siento mucho, Camille.
¿Qué podía decirle en esos momentos? Nadie estaba preparado para esas cosas.
―No importa, él sigue sus sueños y yo seguiré los míos ―su resiliencia era impresionante, un momento atrás estaba triste, luego aparentaba decisión―. Yo seré modista, Simón, ya me decidí.
―¿Qué te parece si te tomo unas fotos? Como modista te tomarán muchas, además la noche es bella y tú le haces buena competencia. ―dije levantando mi cámara.
―Toda noche merece ser recordada. ―se levantó y aún sin zapatillas casi danzó en el césped con el vestido un poco ceñido al cuerpo―. Toma mi mejor ángulo, Simón.
―Todos son buenos.
Reí junto a su retomada alegría indomable y la inmortalice a través de las fotos. Ella siempre recordaría esa noche como la noche en que encontró su vocación al dejar ir al fuerte futbolista.
ESTÁS LEYENDO
El Amor que Gané
RomanceUna historia corta de amor entre Simón y Camille. Todo avanzará rápido para este par de amigos quienes jamás podrán ser como una pareja de verdad.