Parte 4 - El impresionante médico

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Pasaron meses en los que no me separé de Camille, en un principio ella tuvo miedo por el tratamiento médico, su exesposo le había quitado casi todo el dinero y seguía dañando su imagen, por lo que ella tampoco quiso salir del hospital.

Yo gasté mi dinero, conexiones con amigos y conocidos en buscar una cura absoluta a su enfermedad, por cada respuesta negativa me desmoronaba un poco más, pero cuando estaba en la habitación de Camille todo era sonrisas y bromas, ella seguía brillando y dándome fuerzas.

―¿Qué te parece esta?

―Es muy linda, no pierdes el toque. ―Camille había seguido diseñando, aunque de forma muy pausada.

―Es para ti, para cuando vayas a tomar fotos a los animales, paisajes y parejas.

Fue como una bofetada, aún tenía mi trabajo, pero estaba sumido en la oficina, ya no viajaba, no podía, nadie cuidaría de Camille si lo hiciera.

―Tengo que salir. Quiero un café. ―le dije.

Al cerrar la puerta de la habitación apoyé mi espalda en la pared, me dejé deslizar y me tapé la cara, casi me sentía cayendo en un agujero.

―¿Es usted el acompañante de la señorita Camille? ―el médico de Camille me miraba como un juez desde arriba, tenía la expresión impenetrable y rauda, la de malas noticias―. Ah, señor Simon, si es usted, levántese, necesito decirle algo.

―¿Si?

―Los resultados ―me entregó un paquete de papeles sin más―. Nada, no hemos encontrado diagnóstico.

―Pero, está enferma, ha perdido peso, tuvo líquidos en los pulmones, está débil, tiene dolores horribles en su periodo, incluso la más mínima brisa la hace gritar de dolor. ¡Debe de haber una causa!

―Lo siento, pero creemos que esos resultados fueron un desacierto.

―No, pero...

―Y siguiendo el reglamento del hospital, temo que necesitaremos de la habitación ―lo miré completamente asustado―, le daremos de alta pasado mañana.

El doctor siguió hablando de papeleo y pagarés, yo le dí la espada entrando con Camille, cerré la puerta y la tomé de la mano.

―Estabas gritando. ―susurró ella, tenía tan pocas fuerzas que en el tiempo que salí y entré casi se había dormido.

―No es nada, Camille.

Y de repente, recibí el mensaje de texto que me devolvería a la vida, Andres se había enterado de un edificio en la ciudad cerca de su bar en donde se reunían los médicos con frecuencia. Hacían reuniones semestrales para compartir avances en la medicina, y fueron mi última experanza. Allí conocí a muchas buenas personas, pero después de horas fue Cristian el más interesado.

―Haber, ¿realmente me dices que esos son sus síntomas y no saben lo que tiene?

―Si, por favor, si sabe de alguien o algun lugar en donde pueda...

―No busques más, este es mi caso ―se levantó de su silla con su copa de champaña en la mano―. Tengo una idea de lo que puede ser, pero no creo que sea tan sencillo.

Me dio un respiro de energía al darme su número, era algo a lo que aferrarse, pero hizo más que eso cuando se transfirió al hospital de Camille para atenderla él mismo. Era un médico sumamente competitivo, buscaba grandeza en los casos complejos y Camille fue uno de esos.


―¿Quistes en mis ovarios?

―Si, del tipo complejos y sencillos, están muy ocultos ―dijo mirando unas radiografías―, más bien, adheridos a sus óvulos, ya sabiendo eso puedo operar, yo mismo, claro.

―Gracias, doctor Cristian, gracias ―Camille le tomó las manos y las besó, y yo lo noté, aquel brillo en sus ojos me lo gritaba a la cara.

A pesar de que fue él quien dio con el diagnóstico, ahora quisiera no haberlo conocido y eso me hizo sentir como una basura, sin embargo, al ver a Camille reconocía que aunque hubiera sabido que ella se enamoraría de él yo aún habría ido corriendo a rogarle que la curara.

―Por cierto, ¿cómo va la demanda contra el hospital, Simón? ―preguntó el doctor.

―Muy bien, ya hablé con el abogado que me recomendó. 




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Hola, quiero dejar en claro que no sé mucho de enfermedades ni sus diagnósticos, pero me base en una enfermedad que aún sigue sufriendo una querida conocida. Aunque en esta historia, Camille no tuvo familia o confianza suficiente para decirle a Simón a tiempo y por eso está más afectada. 

El Amor que GanéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora