―Entonces, ¿ella no te avisó que yo vendría?
―No, Hugo. Supongo que no tuvo tiempo.
―Bueno, ya estoy aquí ―dijo el abogado con una sonrisa modesta―. Para seguir con el caso de Camille necesito todos los papeles que guardaste, de resultados, citas, pruebas, ¿me entiendes?
―Si, pero, ¿por qué Camille no vino para pedirme los? ―estaba un poco herido, desde su operación apenas hablamos y temía que se repitiera la historia de ella y Ricardo, pero esta vez con el doctor Cristian.
―No lo sé, mira, esta noche pasaré cerca del bar de tu amigo, ¿qué tal si llevas los papeles allá?
Asentí y nos despedimos. El tiempo a solas en mi oficina fue una tortura, encerrado no me quedaba más que pensar. ¿Por qué Camille los atraía a todos y por qué se enamoraba de tantos menos de mí? Tal vez yo no era tan bueno, quizá no le ofrecía lo que ella admiraba, y si era así, ¿por qué yo no la podía dejar ir?
―Es suficiente. ―salí disparado, convencido de que yo también me merecía enamorarme de alguien más, suplicaba que fuera posible.
En mi estupidez fui a un establecimiento de poco renombre y allí me pasé unas horas hasta que encontré a una chica agradable, me sumergí con ella en conversaciones, luego, bajo la presión del arrebato y el calor de los tragos fuimos a un lugar más privado, pero me vi incapaz de continuar, no pude sacarme a Camille de la cabeza. Así que escapé hacía la reunión con Hugo en el bar.
―Hola, Andres ―me senté frente a la barra―. Un Whisky.
―A mi me parece que ya has bebido suficiente, te ves mal. ¿Qué es lo que tienes en la mano? ¿Un número? ¿De una chica?
―El Whisky, amigo. ―Andres se alejó y no me digné siquiera a seguirlo con la mirada, pues otra cosa atraparía mi atención.
―Eh, eres tú, Simón ―me levanté con reticencia, pensaba que era Hugo, yo había pasado por los papeles antes de llegar al bar―, ¿no te acuerdas de mi?
―No. ―frente a mí había un hombre que no había visto en mi vida, o eso pensé.
―Soy yo, Mark ―con solo su nombre lo recordé, el primer novio de Camille―. Ha pasado mucho.
―Mark, ¿qué haces aquí? ―me obligué a despertarme del aturdimiento―. Siéntate, te invito un trago. ¡Andres, ahora si necesito ese Whisky!
Mark estaba de paso, trabajaba y tenía familia, pero esta noche quería liberar un poco de estrés. Entre trago y trago fuimos hablando y Andres se unió con rapidez.
―¿Sabes quién vino hace unos días a mi bar?
―¿Quién? ―pregunté.
―Ricardo, estaba buscándola para volver a hacer negocios.
―¿Qué?
―¿A quién se refieren? ―dijo Mark.
―A Camille. Parece que a él ya se le acabaron los diseños que le robó.
―Caamille, Dios. Ya hace mucho de ella, era... bueno, creo que aún sigue siendo una de las más bellas mujeres que conocí en mi vida.
―Lo sé, yo también salí con ella ―comentó Andres―. Nunca se rinde esa chica.
―Si ―exclamé―, es irremediablemente un caso, no te la puedes sacar de la cabeza.
―Juraría que de jóvenes tú estabas enamorado de ella ―ante mi silencio Mark se dio cuenta de la verdad―. Lo estás.
―Siempre lo ha estado, solo tiene ojos y mente para Camille. ―espetó Andres rellenando los vasos.
―¿Qué? No ―me sentía deprimente, el alcohol y sus palabras me llenaron de recuerdos―. Bueno, un poco. Ah, siempre fui su perro faldero, Camille me gusta, si, siempre me ha gustado y eso me duele.
―¡Lo sabía! ―escuché una voz de un hombre detrás de nosotros―. Se lo dije doctor Cristian, yo tenía razón.
―Siéndote sincero, Hugo, no me había percatado realmente. ―ahí estaban, el médico y el abogado de Camille.
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Canción de Lord Huron - The Night We Met.
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El Amor que Gané
RomanceUna historia corta de amor entre Simón y Camille. Todo avanzará rápido para este par de amigos quienes jamás podrán ser como una pareja de verdad.