Parte 2 - El agradable bartender

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―¿Estás seguro de que quieres este trabajo, Simón? ―dijo revisando mis certificados universitarios―. Podemos ofrecerte otras rutas más provechosas para tus actitudes.

―Completamente seguro, señor.

Después de unas cuantas aclaraciones más y un duro día de principiante, me dirigí al bar que se había vuelto el lugar de reposo para Camille y para mí.

―Hola, Simón, ¿cómo te fue en tu entrevista para tus practicas universitarias?

―En realidad, me fue bien dentro de lo que cabe esperar, Andrés. ―me acerqué a la barra.

―Te prepararé el de siempre, dime ¿qué pasó?

―Bueno, soy asistente del secretario...

―¿Qué?

―... de un representante en la industria de la moda.

―Pero, Simón ¿y la fotografía? Tú pasión.

Antes de poder responder, se abrió la puerta del local y una hermosa, pero cabizbaja mujer entró. Camille se acercó y besó a Andrés por sobre la barra de servicio.

―¿Qué sucede, amor?

―Es muy difícil llegar a ser modista, nadie me da la oportunidad. ―susurró ella.

―Pronto sucederá, tienes que seguir luchando, Camille. ―le dije mientras Andrés le servía un cóctel.

―Tienes talento, amor ¿recuerdas el vestido que hiciste con diamantes en forma de plumas?

Las risas entre Andrés y yo brotaron a borbotones, mientras que Camille tuvo que saborear más el recuerdo de nosotros tres usando distintos modelos del mismo vestido para por fin soltar una sonrisa.

―Ese les gustó, pero los demás no.

―Vamos, Camille ―ella no se rendiría, pero nunca caía mal un poco de apoyo―, si alguien puede hacerlo eres tú, yo sé que puedes.

Y con el pasar del tiempo las cosas se darían, por fín alguien se daría cuenta del talento que tenía Camille.

―Me contrataron, me contrataron ―Camille corrió a los brazos de Andrés, lo besó y luego tomó mi mano acercándome a ellos―. Ricardo quiere mis vestidos para completar uno de sus desfiles de moda, gracias por concretarme una cita con tu jefe, Simón.

―No es nada, sabía que él podía ayudarte.

―Hay que celebrar, sus bebidas favoritas a mitad de precio. ―comentó en broma Andrés.

Las sonrisas que ella obtuvo valieron la pena, su gran espíritu volvió a retomar fuerza y lo demostró en varios desfiles de moda que fueron creciendo en popularidad y éxito. Con eso Camille llegó a sumergirse mucho en su trabajo, no podía parar, ella quería alcanzar la cima, pero terminó dejando de lado otras cosas.

―No puedo seguir, Simón, tú la ves si acaso algunos momentos por tu trabajo, pero yo no.

―Qué puedo decirte, Andrés, Camille está brillando.

Era verdad, Camille brillaba mucho por sí misma, pero la relación que ella y Andrés tenían no. Su relación se rompió y pronto solo era yo quien iba al bar de Andrés, él siguió preguntando por ella por un tiempo hasta que supo que Camille se iría por una temporada en una gira.

Andrés comprendió que debía dejarla ir, cosa que yo no pude en ese tiempo, estaba tan enamorado de ella que aún seguí trabajando en un puesto que no me gustaba, uno que en un principio conseguí para ayudar a Camille en su ascenso, pero que conservé sólo para seguir viéndola esos escasos minutos que coincidía con ella en el día.

El Amor que GanéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora