Acto 2: Escala de Grises

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"A medida que sacias tu hambre, vuelves a tener hambre en mayor medida, y luego otra, y otra, y finalmente otra vez, hasta que consumas aquello que más amabas"

- Tsurugi Kagami.

...

            Todos los sentidos iban reactivándose luego de haber estado inconsciente por sabrá dios cuánto. El dolor de cabeza era irritante y las molestias en el cuello no ayudaban. Abriendo los párpado con pesar, dejando que la luz tenue penetrase en iris y pupilas de forma gentil, se daba cuenta de que aún seguían en movimiento. Ya no traía su ropa de antes; la sola idea de que otras personas le arrebatasen sus prendas, y que la volviesen a vestir con los harapos que llevaba puestos era aterradora. No sentía nada raro ahí abajo, pero tendría que vivir con la incertidumbre. Había estado durmiendo sentada, recostada de la parte trasera de un vagón que esta en movimiento. Había poca iluminación, todavía tenía sus esposas; los leds verdes indicaban que estaban activas por si intentaba algo raro. 

            Observándose más detenidamente, notaba que llevaba una bata elaborada con tela gruesa; ajustada con un cordón improvisado a la altura de la cintura. Iba descalza, y sin nada abajo de la bata. Dando una ligera vista panorámica, podía ver que no era la única en aquel vagón. Había un puñados de gente de su misma edad; todos vestidos de la misma forma, y todos con la misma mirada fría y vacía. Acomodándose para sentarse bien, notó que la chica que tenía a su lado era considerablemente alta, tenía ojeras y el cabello hecho un desastre. Esta última, se tomó la molestia de dedicarle una breve mirada acompañada de pena junto con un toque de lástima, para luego seguir viendo fijamente la nada que tenía en frente.

            Al recordar los sucesos más recientes, a Rose le dio un vuelco en el corazón, y retomó el miedo que debía de sentir estando en aquella situación. Algunos voltearon curiosos ante la repentina reacción de la chica, pero nadie dijo nada. Era como estar en un cementerio. Era cierto, había tenido su revelación como una Omega; a decir verdad, el resto de personas que estaban ahí con ella, tenían un aroma similar al suyo. Feromonas. Todos eran Omegas. Con apenas tiempo de ubicar sus pies en la tierra, los demás notaron que el vagón desaceleraba hasta detenerse. Se notaban los nervios y la sutil desesperación de algunos, pues no se esperaba nada bueno; la persona que tenía al lado, por otra parte, parecía estar bastante indiferente ante su situación. Hasta cierto punto proyectaba algo bastante parecido a "seguridad". Quizá no fuese precisamente el caso.

            Al abrirse las puertas, habían dos guardias justo afuera ordenando a todos que saliesen. Tenían chalecos blindados, cascos y rifles de asalto con miras laser. Parecían estar alerta. Rose esperaba no ser la única en pensar que todo ese armamento y protección era francamente excesivo contra unos cuantos jóvenes esposados y con apenas ropa encima. Todos bajaban uno a uno y hacían una fila frente a los guardias. Rose apenas podía creerlo; tenía que ser una broma. Habiendo llegado al destino, resultaba ser el interior de una cueva en extremo amplia; con estalactitas en donde se podían ver trozos de minerales que en la oscuridad emulaban un cielo nocturno. Desde la entrada en donde se encontraban, se podían ver varios túneles en cuyas paredes habían faroles para hacer el camino visible. 

            Mirando hacia atrás; donde aun se podía ver el exterior, notó que poco antes de entrar a aquella cueva, había pasado por un puesto de vigilancia escoltado por una muralla con puestos de vigía a ambos lados. Repentinamente, uno de los guardias le dio un fuerte zape en la parte de atrás de la cabeza acompañado de un "¿Que mierda estás viendo? ¡Camina!". El resto de sus "compañeros" habían empezado a moverse, y Rose también. De entre los primeros túneles, todos pasaron por uno que estaba esquinado a la izquierda del todo; de ahí, siguió una caminata de un largo equivalente a tres cuadras. Al llegar al final del estrecho túnel, el mismo daba a un amplio sitio acondicionado con instalaciones de monitoreo y vigilancia; las cámaras no faltaban, contaban con una serie de campers dispuestos en serie; Rose llegó a contar hasta dos generadores de energía en el sitio, la iluminación era un poco más generosa. Habían más guardias. Al fondo del todo, habían alrededor de cinco ascensores y a lo último, una plataforma para enviar y recibir suministros. Previo a ello, iban a pasar por una caseta.

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⏰ Última actualización: Jul 14 ⏰

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