Capítulo 6: Cerezo Escarlata

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"Es una pena. Tu hilo rojo del destino solo te llevará hasta tu muerte..."

- Tsurugi Tomoe

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            Pesadamente se abren los ojos que tenían sábanas y edredones como primer paisaje muy temprano por la mañana. La noche había sido mala y corta. Era de madrugada y todavía seguía oscuro, pero tratar de dormir a fuerzas es algo que no seguiría intentando. Estaba de los nervios, tenía el cuerpo algo caliente con una sensación de malestar general mezclada con un eje de ansiedad ¿Había comenzado? Meditó sobre la propuesta de su hermana, aquella que le hiso la última vez que hablaron; recordó el asco que sintió, pensó que le estaba tomando el pelo. Sin embargo, con las feromonas cada día más cerca de estallar y con el conocimiento del estilo de vida de cualquier Omega, cualquier salida era fiable. Comenzaba a pensar que debía de ser más flexible, no son tiempos para ser demasiado exigente.

            Lo difícil del asunto es que "ser exigente" es una de las características de su personalidad, así como "arrogante", "presuntuosa" y un conjunto de adjetivos no muy bien vistos por la gente de bien. Se levantaba como zombie de la cama, fue al baño a lavarse la cara, no sin antes mirarse en el espejo solo por morbo. Sí, definitivamente las mañana no son el fuerte de Chloe. Lucía un poco pálida, con el cabello enredado, ojos decaídos con severas dificultades para abrir los párpados, su pijama le colgaba de un tirante en el hombro mientras que el otro se le caía por el costado del brazo; dormía ligero, y gracias a las montañas de sábanas en su cama, no tenía la necesidad de dormir con nada más puesto. Abría la llave del grifo, viendo el agua que salía la cual certeramente daría hipotermia solo con verla fijamente durante un tiempo prolongado. Habiéndose preparado mentalmente, comienza a lavarse el rostro con la esperanza de despertar.

            Seguía oscuro. Sin nada mejor que hacer, salía de su cuarto y comenzó a caminar por el pasillo. No sabía bien lo que planeaba, no tenía esa clase de relación con su hermana, pero le vendría bien algo de compañía en vista de su malestar. A medida que se acercaba a su habitación, se escuchaban sonidos de fondo ¿Risas? Posiblemente murmullos; un grito ahogado que se lograba distinguir y ¿Gemidos? Algunos clientes del hotel tenían bastante energía. Un momento. Era cuento viejo que el piso entero estaba reservado solo para la hija del alcalde; la única persona que compartía dicho nivel era...

             - ¿Zoe...? - Se preguntó en voz baja mientras apresuraba el paso.

             Acortando cada vez más la distancia comenzó a percibir cierto aroma, uno familiar y el otro en extremo agradable. Le llamaba. Sintiéndose atraída tanto por la curiosidad como por aquel aroma que le quitaba el malestar que sentía y calentaba más su cuerpo, se disponía a tocar... No, era la dueña del sitio y necesitaba con desespero ver el origen de semejante fragancia adictiva ¿Acaso Zoe se drogaba o algo? Como sea, un escape de la realidad no le vendría mal. Con mano temblorosa producto de la ansiedad y el desespero, buscaba dentro de su bolsillo una copia de la llave maestra de las habitaciones del piso. Tardó un poco en atinarle a la cerradura dado su desespero. Comenzó a babear un poco sin darse cuenta ¿Pero qué le sucedía? Si aquello continuaba de esa manera, se iba a volver loca. Abrió la puerta de golpe dando un ligero traspié; al incorporar la mirada se dirigía a su hermana.

            - ¡Zoe! ¿Qué es lo que escondes por aquí? ¿Son estos los inhibi...? - El shock era visible. Sus ojos no podrían estar más abiertos y su mirada fija en la escena que tenía en frente. Una vez vio aquella imagen, no había posibilidad alguna de borrar ese registro grabado en la retina, memoria de corto, largo y definitivo plazo.

Miraculus: Alpha y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora