Kim Taehyung
—No tenemos acceso por el momento hasta que el evento privado de la familia termine.
Una de las recepcionistas le explicaba a Hoseok las razones por las cuales no se me podía asignar una habitación en el ala este de la propiedad, mientras yo esperaba impaciente en el lobby repiqueteando los incómodos zapatos que escogieron para mi traje de novio, mientras me cubría la cara con las gafas y una gorra anticuada que encontramos en la camino.
—Puedo hablar con el administrador.—escuché como Hoseok comenzaba a perder la paciencia al igual que yo. Por esa razón, golpee la mesita de centro y miré hacía al ventanal, quería ir al mar. Así que levanté mi trasero y salí por la puerta grande no sin antes advertirle a Hoseok.—Encárgate de esto sin hacer mucho ruido.
Fácilmente podía realizarle una llamada a mi madre para que se enlazara directamente con la familia propietaria y me permitieran el acceso, pero hacerlo era darle las armas para que viniera hasta aquí y me llevara de regreso con ella para obligarme a terminar lo que yo mismo comencé.
Sin embargo, fui contundente con Hoseok.
"Ni una palabra de donde estoy a mi madre"
¿Por qué estaba obsesionado con Shigeru?
Lo supe de inmediato cuando metí ambas manos a mis bolsillos, y comencé a bajar las escalinatas que me llevarían al mar.
Desde mi perspectiva la vista era exquisita, el sol estaba a punto de ocultarse y la marejada aún así era perfecta para aventurarse a un clavado, no me importaba si arruinaba este horroroso traje blanco.
Mis dedos volaron hasta la cámara de mi teléfono, y tomé un par de fotografías para recordar el momento, pero tal vez, el destino me preparaba para que yo jamás olvidara este día.
La brisa impactaba sobre mi rostro mientras me deslizaba como un polizón sobre la playa privada de la familia rica de la que tanto hablaba mi madre, tanto así que olvide exactamente quienes eran, y tampoco me importaba mucho mientras obtuviera el beneficio de venir hasta aquí cuando yo quisiera.
Seguí caminando por las costas de Shigeru, entre la fina arenilla, donde se puede observar un mar tranquilo, y como la espuma de las olas llegaban hasta mis zapatos, el agua era tibia y era una forma indirecta de invitarme a saltar sobre sus olas como si fuese un ave en cautiverio a punto de ser liberado.
Miro al cielo y puedo ver a pequeñas gaviotas volando sobre el horizonte donde se asoman los últimos rayos de sol.
Inhalo una gran bocanada de aire, y tal parece que al que dejaron plantado en el altar fue a mi.
¡Qué lamentable!
Y por un momento mis sentidos se encienden cuando escucho unos llantos femeninos. De acuerdo, tampoco soy muy creyente de esas historias urbanas sobre los entes del otro mundo, pero el ambiente era tan bueno como para que se arruinara de esa manera.
De todos modos no me importó, mi curiosidad fue tan inmensa que me acerqué al origen de los llantos, y como si se tratara de alguna revelación divina. Tuve quizá el hallazgo de mi vida.
Hoseok decía todo el tiempo que cuando conoció a su esposa se quedó sin aliento, y por otro lado, papá decía que fue como transportarse a otro mundo en cuanto vio a mamá. Algo así me pasaba ahora.
Nunca estuve de acuerdo con esos cuentos chuscos sobre el primer amor, pero definitivamente estaba más cerca del cielo con esa Ninfa de risos castaños y belleza extraordinaria frente a mi.
E incluso sus llantos eran tan dulces, como una especie de hechizo que lanzaba sobre los hombres débiles como yo. Se veía tan frágil e indefensa en esa posición que me estrujó el corazón.
