Por la mañana, los pajarillos cantan, la gente hace de su vida lo que tiene que hacer , y bueno, soy la gente.
Fruncí el ceño tratando de hacer espacio en su agenda, ciertamente sé que es una mujer muy ocupada y más ahora que se vienen las elecciones. No es fácil para ella, por eso trato de hacerla cargar menos peso aunque sea un trabajo difícil.
Mis ojos no se despegaban de la computadora frente a mí debido a la concentración, sólo cuando alguien pasaba y tenía que verme forzada a saludar lo hacían. Así fue que rápidamente se me pasa el tiempo y siempre suele ser así. La vida de una persona candidata siempre será ocupada, así también como la de su secretaria.
Cuando por fin terminé con la agenda, un suspiro pequeño salió de mis labios. Incluso creo que se me durmió el trasero de tanto estar sentada...
Me paré de mi asiento y me dispuse a caminar por los alrededores, viendo a todos los demás trabajando, ya sea saliendo del edificio para hacer entregas o quedándose a recopilar información que nos pueda ser valiosa y construir nuevas propuestas. Salí de la sala de oficinas y caminé por el pasillo, entrando al almacén para comprobar si aún seguían los libros en los estantes, ya que habían quedado los trabajadores en sacarlos y acomodarlos en la biblioteca, cosa que al parecer aún no han hecho.
-...(N). - Escuché una voz detrás de mí diciendo mi nombre casi en un susurro, lo cual me sobresaltó, volteando hacia atrás para saber de quién se trataba. Es Sheinbaum, ¡qué susto me ha dado!
- ¡Doctora! ¿No estaba usted en una reunión? - Pregunté, aún sintiendo mi corazón latir de forma veloz. Por un momento, desearía que sólo fuera porque me asustó. Observé una sonrisa dibujarse en sus labios.
- Bueno, ya lo ves, terminó más rápido de lo que pensaba. - Dijo en su clásico tono juguetón, para luego hacer una pausa. - Por cierto, ¿Qué haces aquí?
- Sólo estaba comprobando que todo estuviera en órden.
- Ah, ya veo.
Luego nos quedamos en silencio, conmigo sintiendo su mirada sobre mí por completo como si buscara algo más. Odio cuando me mira así, porque no sé cómo reaccionar y tiendo a ponerme nerviosa cerca de ella. Porque me siento más vulnerable que nunca.
- Bueno, iré con Edgar, necesito que me entregue unos papeles, con permiso. - Dije sonriendo y ocultando mi nerviosismo, mejor que así se quedara porque mis manos de verdad están empezando a sudar, soy demasiado obvia, ¿Por qué me pasa esto? Sólo pienso que ella es muy bonita y genial, y huele muy bien, además de que... ¿Qué? Mejor me voy.
Salí rápidamente del almacén sin esperar alguna respuesta de ella y me dirigí con Edgar, mi amigo y compañero de papeleo. Él se encontraba solo en la sala de juntas, al parecer acomodando lo que faltaba de los papeles. Cuando escuchó la puerta abrirse, inmediatamente dirigió su mirada hacia mí.
- Oh, ...(N). Hasta que al fin vienes, estuviste pegada a esa computadora toda la mañana. - Dijo él, burlándose claramente. Negué con la cabeza.
- Era necesario, no me la paso holgazaneando como tú.
- ¿Yo? ¿Holgazaneando? ¡Ja!
- Estoy bromeando, lo sabes. - Dije, soltando una pequeña risa. - ¿Ya tienes listo el informe?
- Así es, todo lo que necesitas viene ahí. - Dijo, entregándome el sobre.
- Gracias, te veré luego.
Antes de poder tomar la perilla de la puerta para irme, Edgar me volvió a llamar por mi nombre. Volteé hacia el, preguntándome qué querría.
- ¿Por qué estás roja de la cara? Hace unas horas no estabas así. - Esa pregunta me dejó confusa y sin responder por unos segundos. En serio... ¿Me sonrojé? ¿Por algo tan sencillo?
- Ah, esto... Me dió calor. - Ay... ¿No se me pudo haber ocurrido algo más creíble? Si aquí hace de todo menos calor.
- Difícil de creer. - Edgar soltó una carcajada. - Bueno, no te quito más tiempo, nos vemos.
Asentí y salí de la sala en silencio... Sí, soy obvia. Lamentablemente.
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Secretos Prohibidos - Claudia Sheinbaum
RomanceLa vida da muchas vueltas, a veces para bien, a veces para mal, pero, ¿esto es para bien o para mal? Sheinbaum x Lectora