El deseo y la prudencia.

336 40 8
                                    

- Édgar, ponte a trabajar, holgazán. - Susurré discretamente a mi compañero de trabajo, quien estaba doblando una hoja con rayones en forma de avioncito. Nuestro trabajo de hoy fue trabajar con Amanda, dueña de una empresa de marketing amiga a la nuestra. Estudió conmigo por unos años, pero parecía no encontrar su lugar.

Mientras estabamos en su empresa sentados en la misma mesa y esperando a Amanda, mis pensamientos llegaron a donde llegan siempre en cualquier momento. ¿Qué estará haciendo Sheinbaum? ¿Estará aburrida? ¿Estará muy ocupada?
Quizás este día aquí agote todo mi tiempo del trabajo y saliendo de aquí solo tenga que ir a recoger mis cosas de mi oficina e irme a casa, tomar un baño y caer profundamente dormida. Parece un buen plan, pero yo no quería venir, yo quería quedarme con ella y atenderla en cualquier cosa que necesitara. Y con Édgar aquí haciendo nada y dejándome el trabajo pesado me está haciendo doler la cabeza...

Todo el resto del día estuvimos llenando formularios y documentos sobre nuestros planes a futuro y qué ayudas, tecnologías o insumos necesitaremos. También Amanda se ofreció a ayudarnos con lo que necesitaramos, me pareció muy amable de su parte y más porque ha estado apoyándonos y brindandonos ayuda desde siempre. En ese lapso de tiempo que estuvimos allí, conocimos a muchísima gente que nos ayudó a mejorar nuestras propuestas. Estar ocupada durante todo el día me hizo olvidarme de absolutamente todo, incluso de comer, las únicas pausas que hacía eran para tomar un sorbo de la botella de agua que se encontraba a mi lado.

Después de siete agotadoras horas estando sentada llenando formularios, o recorriendo los alrededores con los demás empleados mientras nos decían sus próximas aportaciones y propuestas, por fin pudimos irnos.

- ¿Qué te pareció? Deberíamos venir Amanda más seguido, me cayeron muy bien todos. - Escuché a mi compañero de trabajo decir con un tono alegre mientras manejaba, en cambio, yo guardé silencio, sentada a su lado en el lugar del copiloto.

- Sabes que no puedo salir demasiado, soy la secretaria de Sheinbaum, necesito estar ahí cuando ella lo necesite. - Contesté, mi mirada estaba concentrada en la carretera.

- No es la gran cosa que vengamos unas cuántas veces, en serio que es muy buen ambiente. Al menos mejor del que vivimos día a día.

- Bueno, en eso sí tienes razón.

Quizás debería considerarlo, ¿no? No suena tan mal después de todo...

El auto de Édgar se detuvo en el estacionamiento. Nos bajamos y comenzamos a caminar hacia el edificio comentando cosas que nos gustaron mientras estuvimos trabajando con Amanda, soltando carcajadas y mencionando partes que nos hicieron gracia. También sobre lo mucho que nos gustaron dichas propuestas y cómo las llegaríamos a cabo.

Mientras caminabamos por los pasillos vi de reojo a un grupo de personas pasar pero no les tomé demasiada importancia debido a que aún seguía platicando con mi compañero, hasta que sentí una mirada penetrante sobre mí. Cuando mis ojos buscaron con curiosidad a esa persona, oh joder. Es ella.

Me miró con frialdad e indiferencia mientras Joaquina y los demás parecían tratando de hablar con ella pero su mirada estaba en mí. Luego, miró a Édgar y frunció el ceño, para continuar caminando. Pasó a mi lado sin siquiera saludarme o preguntarme cómo había ido todo, cosa que siempre suele hacer.

Inmediatamente me quedé en silencio mientras las dudas comenzaban a llenarme. ¿Hice algo mal? ¿Pasé demasiado tiempo allá? ¿Quizás ella necesitaba mi ayuda mientras yo no estuve?
Me despedí de Édgar y me dirigí a mi oficina en completo silencio, recogí mi bolso y comencé a caminar hacia la salida ya que como había supuesto antes, mi horario de trabajo se acabó estando en la empresa de Amanda. Antes de irme, tomé el sobre de informes de este día y se lo entregué a Joaquina para que se lo diera a Sheinbaum, no tengo cara para verla ahora mismo, me siento tan... Extraña, me miró como si me odiara... ¿Qué es este sentimiento?

~~~~~~~~~~.

HOLAAAAA
Q pánico, pensé q con esta historia no tendría nada de público y resulta q sí, muy poco, pero sí

En el próximo capítulo van a entender pq mencioné tanto al compañero de rayita, o sea, Édgar

¡Gracias por leer!

Secretos Prohibidos - Claudia SheinbaumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora