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—Vamos, dime, dime. Dime lo que quieres.

Danielle aún no podía pensar con claridad, y con los brazos inmóviles solo quería tocarla. Pero logró decirlo con un poco de dificultad.

— Te quiero adentro — y los masajes volvieron. —Por- ¡Ah! Q-Quiero tod-da tu polla aden-ntro.

—Todo lo que mi chica quiera.

—Y quiero tocarte, por favor.

Haerin fingió pensarlo un momento. Lo cierto es que iba a liberarla de igual forma, amaba cuando Danielle la tocaba. Amaba que Danielle enterrara sus uñas en su piel o que la acariciara con fuerza.

Pronto las manos de Danielle estaban recorriendo su espalda, mientras que sentía esa conocida presión abajo.

No fue amable al momento de entrar, como normalmente era, sino que al estar tan mojada pudo meter toda su polla de un movimiento. Danielle soltó un gemido que casi parecía un grito.

— ¿Te dolió? — preguntó Haerin preocupada. Le estaba gustando este juego, ser lo que Danielle quería, pero no pudo evitar sacar a la luz su pequeña inseguridad de que quizás Danielle no lo hiciera.

Danielle negó mordiéndose el labio. —No, hazlo rápido. No te contengas.

Y en un segundo pudo sentir como su novia se movía. Al principio sí fue un poco lento pero solo porque Haerin seguía insegura, hasta que Danielle empezó a gemir y logró entender que estaba bien.

Luego de dos o tres estocadas, Haerin comenzó a ser más rápida. Su polla perdiéndose dentro de Danielle, quien cumplió al no dejar de mirarla ni un segundo.

Normalmente, en el sexo vainilla, Haerin no quería que la viera, se sentía totalmente sucia. Pero eso era antes. Ahora su mirada la dejaba hecha un desastre, quería seguir con ese contacto y ver como de bien la hacía sentir.

Su vista era una Danielle con el cabello alborotado, los labios rojos e hinchados, saliva cayendo de los bordes de su boca y una total expresión de placer. Se ponía cada vez más dura y juraría que podía acabar solo con eso.

Las piernas de Haerin volvieron a atraparla. Sentía la presión de sus muslos cada vez que entraba y salía de ella. Se sentía en la gloria.

El choque de pieles era cada vez más fuerte, Haerin comenzó a hacerlo más duro, escuchando felizmente como Danielle casi que gritaba por el placer.

Su pene comenzaba a sentirse mejor, aunque no estuviera totalmente en contacto con Danielle gracias al condón, Haerin podía ver que ambas estaban cerca.

— ¡Ah! V-Vamos, un poco m-más, ya c-casi. — Danielle se lo confirmó con eso.

Sus músculos dolían, se comenzaba a sentir más cansada pero no se detuvo. Siguió moviéndose hasta que Danielle buscó una de sus manos y las entrelazó.

Danielle tenía esa costumbre, ella jamás se venía si no se conectaban de esa forma.

Y en varias estocadas más, los gritos de la habitación comenzaron a bajar.

Dirty talk ༊ daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora