Lo siento

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Tantos años aguantandole el mal humor de la mañana, los pedos y los ronquidos. Tanto tiempo planchando las camisas y poniendo sal a la comida después de servir un plato para él porque al señor todo le gustaba desabrido. Tanto tiempo ayudando a rasurarse, tallando su espalda en el baño y comprandole calzones en el centro porque si no lo obligabá no los cambiaba, y todo eso ¿para qué?, ¿Para que ahora que tenía un puesto importante, viajaba en carro del año y vivía en una casa de dos pisos, una vieja viniera a robarselo?

No.

Sofía no lo iba a permitir.

Fue entonces que se dispuso a averiguar quién era la zorra esa, vieja culebra que quería meterse entre los dos.

Tan difícil no podía ser. Nunca fue bueno hablando con mujeres y en su trabajo había solo hombres. Gay no era, ni el dedo se dejaba meter.

No obstante, Sofía recordó que si había una mujer en su trabajo.

Su nombre era Leticia, se la pasaba en la recepción, hacía la nómina y a Sofía le caía como a su madre la leche, quien era intolerante a la lactosa.

Leticia era gritona, bien lepera, el andar entre hombres casi la convertía en uno. Sin embargo, tenía una cara linda, el cabello del comercial de shampoo, la piel blanca, tan blanca que las mejillas se le ponían rojas cuando se reía y unas asentaderas que no cabían en ninguna silla. Además, era mucho más joven, unos quince años más joven que ellos.

Tenía que ser ella, maldita gorda, sabía que era una devorahombres, no sabía que le gustaba lo ajeno.

Pero Sofía necesitaba pruebas contundentes, así que no tuvo más remedio que revisar el celular a Hector cuando él se metió a bañar.

Era tan mal mentiroso que ni siquiera le había cambiado la contraseña, era de esperarse de alguien que no se da cuenta cuando le dejan labial en la ropa.

No obstante, por más que Sofía revisó todas y cada una de las aplicaciones que se le ocurrieron, solo encontró pláticas del último episodio de Game of thrones entre ellos. Incluso revisó otros chats para comprobar que no la tuviera con un nombre secreto. Nada.

Entonces recordó a una mujer de la televisión que hablaba de como la policía investigaba el historial de busqueda de los sospechosos de un crimen, así que entró al navegador.

Había muchisimo porno. 

Porno en videos, en dibujos, hasta porno escrito en reddit, un sitio que no parecía estar centrado en ello pero, donde, aparentemente, mujeres contando sus fantasías sexuales a un monton de desconocidos era el tema favorito de su marido.

Su usuario solía dejar comentarios como "¿Estas segura de que eso es anatomicamente posible?", "Tal vez, primero deberías consultar con un doctor", "Como hombre no lo aceptaría, pero tal vez puedan llegar  a un mutuo acuerdo a travez del dialogo".

¿Que pasaba con ese hombre? ¿Estaba ahí como fizgon o como consejero?

De todas formas, no encontró nada en sus chats que indicara que hubiese contactado a ninguna de ellas.

Finalmente, vio los sitios que había visitado.  

Al parecer estaba suscrito a una revista femenina. Eso era raro pero más raros aun eran los articulos. "Consejos de estimulación femenina", "Como lograr un orgasmo mutuo", "Descubre como manipular a tu hombre para que hagan lo que tú quieras en la cama", e incluso "¿Cuales son los 10 libros eroticos más vendidos?" ¿Y eso para que?, si él nunca leía nada.

—¿Qué haces? —al escuchar la voz de Hector en la puerta del baño, a Sofia le brincó el corazón. Había olvidado que ya no se rasuraba así que era lógico que no tarse tanto tiempo en el baño. Ella se giró a verlo, cubierto con su bata medio abierta y aun con la toalla sobre la cabeza, a lo que él comenzó a ruborizarse —, ¿te gusta lo que ves? —le dijo de modo coqueto.

Lápiz rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora