"¿Lo siento?" repitió ella dentro de su cabeza, "¿Sientes el engañarme? ¿El traicionar tantos años de apoyo y amor incondicional? ¿Qué sientes, maldito? ¿Vas a pedirme perdón por todo y otra oportunidad para salvar nuestro matrimonio? ¿Podemos?, ¿Realmente podemos?, ¿Hay aún algo que salvar?" Todo eso le cruzó por la mente, pero ni una palabra llegó hasta sus labios.
—Investigué un poco en internet—continuó Hector—, está bien, yo estoy dispuesto a todo lo que quieras—se señaló con ambas manos—, de verdad, muy abierto a lo que sea, no tengas pena. Pero, los foros dicen que deberíamos tener una palabra de seguridad para detener el juego si algo no nos gusta.
A Sofía le costó entender a qué se refería. Repaso su discurso como un dictado y luego le preguntó:
—¿Qué?
—También dicen que deberías tener un gesto si usaremos mordazas y eso, pero no las usaremos, ¿verdad?
—¿Mordazas? —¿Para qué? ¿A quien iban a secuestrar?
—No—negó en un tono que parecía disculparse—, tal vez la próxima vez. Es que, no estoy seguro de que tengas en mente — pusó una sonrisa medio tonta lelevando sus pupilas al techo—. Como sea, lo estuve pensando en el auto y creo que la palabra debería ser "guisantes" o "sopa de guisantes", ya ves que me da algo de asco después de la peli del exorcista.
—No puede ser—lo entendió al fin—, ¿sabías que el mensaje era mío?
—Pues claro—levantó los hombros—, pusiste "mi amor".
Sofía se llevó ambas manos a la cara e intentó contener un ataque de risa que fluía como piedras en sus costillas, las mejillas le ardían como en su peor migraña y ella ya no sabía si era la carcajada, la dicha o la vergüenza.
Hector estaba ahí pensando que su esposa lo había citado en un hotel para ejecutar una especie de juego de rol.
No era raro que lo creyera, a veces las parejas hacían ese tipo de cosas, ellos no, claro, pero con lo sugestivo que se ponía a veces, igual y él sentía que deberían buscar algo para reanimar la chispa. Fue su propio deseo lo que lo había impulsado a pensar eso.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó confundido—, ¿no te gustó la palabra?
—Guisantes será— le contestó cuando encontró algo de calma—, sal un momento, necesito más tiempo.
—Esta bien. Pero, ¿puedo hacer una petición?
—¿Cuál?
Hector desvió los ojos, se mordió el labio, después se limpió el sudor de las palmas contra los pantalones, se dijo que no tenía porque ser tímido con su mujer y dijo:
—¿Qué te parece si me dices "señor Wayne"?
Ella se quedó quieta, procesando lo dicho.
—¿Como Batman?
—Exacto, yo puedo decirte "señorita Kyle" o lo que quieras. Es decir, podemos combinarlo con el "Jefe-secretaria" que quieres, solo que seria un "Jefe-secretaría" de "Batman-Catwoman".
Ya que de verdad necesitaba pensar, ella asintió de manera forzada.
Hector sonrió con destellos en los ojos que ella tenía años sin ver, después salió de la habitación para dejarla sola con sus reflexiones.
"¿Qué estás haciendo Sofía?" se preguntó al analizar la situación en la que se había metido.
De Leticia no se veían ni los vientos y Hector estaba ahí porque sabía que era ella, al final no tenía nínguna prueba.
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Lápiz rojo
RomanceLos restos de un labial que no le pertenece, entre las ropas de su esposo, harán a Sofía replantearse la situación actual de su matrimonio, así como todas y cada una de las crisis que lo llevaron hasta ese punto. ¿Será que el amor perece con el tiem...