El balcón de Nero

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Nero hacía lo posible por seguir sosteniendo la palanca, mientras lidiaba con la furia causada por la traición de Elena.

- ¡ELENA, BAJA YA! 

- ¿Crees que gritando resolverás todo? -Preguntó ella. 

- ¡Tú me engañaste! ¡Dijiste que subiríamos los dos juntos! 

- Oh, vamos. Estoy segura de tú hubieses hecho lo mismo en mi lugar. 

El hombre se detuvo a pensar por un momento y se sintió frustrado por saber que Elena tenía razón: él habría hecho lo mismo que ella, pero aún con esa verdad en su alma, no pensaba desistir de su objetivo actual 

- ¿Por qué? ¿Por qué decidiste venir a miseria? -Pregunta Nero, intentado justificar la decisión de Elena. 

- Meh, estaba aburrida -Respondió la joven, sin darle importancia. 

- ¿Qu- ¿Hablas enserio? -Preguntó él, incrédulo. 

- No tenía nada mejor que hacer -Se limitó a decir Elena 

- ¡Miénteme siquiera! -Exclamó Nero, casi sin paciencia- ¡Dame una mejor razón! ¡No puedes simplemente bajar al infierno mismo solo por sentir aburrimiento! 

- Mírate en el espejo -Replicó ella tras pensar un rato- ¿Te parece que la gente que viene aquí está bien de la cabeza? 

- A mí me parece que estás loca. 

- Pues a mí me parece que no estás viendo la paja en tu ojo. 

Esa respuesta hizo que Nero desista con la discusión y empiece a buscar una forma para bajarla. 

- Pero basta de hablar de mí -Dijo Elena- Hablemos de ti ¿Cuáles tu historia, Nero? Un hombre triste y lúgubre como tú bajando hasta aquí.

- No es de tu incumbencia -Respondió él, ya enfadado. 

- Oye, tú me preguntaste a mí. Creo estar en todo el derecho de saber tu razón.

- Tú solo estás en el derecho de bajar acá ¡Y BAJAR ESTAMALDITA PALANCA! -Gritó Nero, envuelto en rabia- ¡No tienes ninguna razón justificable para estar aquí! ¡No eres más que un PARÁSITO! -La insensatez de Elena lo estaba volviendo loco 

- Huh~ Supongo que adivinaré. ¿Riqueza? -Empezó ella, sin más respuesta que unos gruñidos- ¿Poder? ¿Fama? ¿Amor, talvez? -Los gruñidos se intensificaron- Resucitar a alguien.

Y así siguió con algunas cosas mas.

 - ¡¡¡CIERRA LA MALDITA BOCA O JURO QUE TE VOY AMATAR!!! -Estalló Nero, completamente fuera de sus casillas.

- Ah mira~ Parece que toqué fibra~ -Dijo Elena para sí misma.

Pero ella no se había dado cuenta de que Nero, en medio de su ira, concibió un plan al ver el abrigo con la criatura que había asesinado antes. 

- Estás muerta -Dijo Nero, con una mirada asesina. 

Casi al instante, usó un pie para jalar su abrigo, y en cuanto lo tuvo al alcance de la mano, la agarró y amarró a la palanca, evitando que esta regrese a su posición original. 

- ¡Ay! ¿Cómo no se me ocurrió eso a mí? -Dijo Elena mientras se golpeaba la frente- Mira qué inteligente eres, Nero. Ahora podremos subir los dos juntos. 

Nero dejó la palanca izquierda bajada por el peso de la criatura y fue, sin prisa, a la palanca derecha. La accionó y el elevador empezó a bajar lenta, pero continuamente. 

- Creo que te debo una disculpa, Nero. Ahora podemos subir los dos ¿No te parece maravilloso? 

Nero se estaba acercando a Elena lentamente 

- Vamos, Nero -Empezó a hablar la joven, usando un tono amistoso- Ahora tenemos qu-

El hombre, sin decir una palabra, intenta darle un puñetazo a Elena, pero esta logra esquivarlo por poco. Intenta salir corriendo, pero Nero la agarra del brazo y la lanza bruscamente contra el suelo. 

- ¡Ugh! Dios, eso dolió. Bien, Nero, ya me castigaste. Podemos segui-

Pero Nero, sin dejar que se incorpore, se abalanzó sobre ella, inmovilizándola con su peso y rodeando su cuello con sus manos. 

- Ghg... Bien Nero -Balbuceó Elena- Veamos qué tan lejos llegas... Blb. 

El hombre apretó su garganta cada vez con más fuerza. Las intenciones asesinas se veían reflejadas con claridad en sus ojos. Está completamente cegado por la ira, decidido a acabar con la vida de la joven. 

Pero... 

Nero siente cómo su tacto cambia. El cuello de Elena... Es tan similar... Sus gritos mudos... Se parecen tanto a los suyos... Él no es capaz. No sería capaz. Ya no puede... 

- Yo... -Nero duda un instante y su agarre pierde fuerza sin que se dé cuenta. Su visión se nubla de a pocos. Está a punto de vera... 

- ¡Ah! -Dejó escapar Elena en búsqueda de aire. Quitó a Nero de su encima con una patada y se alejó un poco arrastrándose con la poca fuerza que tenía. 

Nero volvía poco a poco en sí mientras ella jadeaba, aspirando tanto aire como podía. 

- Elena, yo... Lo siento -Empezó el hombre, arrodillándose frente a su víctima. 

- Aprietas fuerte, eh -Dijo ella juguetonamente- Por un momento pensé que aquí acababa mi historia. Aunque... No te mentiré, fue emocionante 

- Tú... ¿Qué? Intenté matarte hace nada de tiempo. Deberías estar furiosa, o algo -Respondió Nero, atónito- Deberías odiarme.

-Bueno... Digamos que siempre estoy abierta a nuevas experiencias. Casi morir a manos de un lunático es una de ellas~ 

Un silencio incómodo cubrió el aire 

- Entonces... ¿Usamos tu idea para subir en el elevador o nos quedamos acá? -Preguntó la joven 

- Ah. Sí, claro... 

Nero no solo estaba extrañado por Elena, sino que también por sí mismo. Sentía miedo de aquellas visiones, esos recuerdos que le carcomían la mente, que generaban un terror irreal hacia sí mismo de lo que era capaz de hacer en aquel lugar, un lugar donde nadie tiene voz.

Azúcar y MiseriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora