capítulo uno

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Mundo de los tejidos


En lo alto de las nubes, se encuentra una corporación donde habitan los cupidos, seres alados con la tarea crucial de unir a los humanos. Aunque no poseen el poder de controlar los hilos del destino, una tarea que solo le pertenece al destino, ellos se dedican a asegurar que los caminos de los humanos se crucen con aquellos que están destinados a amar. Su labor es la de guiar discretamente a aquellos que estan unidos por el hilo. Este hilo, invisible para los ojos mortales, sirve como vínculo eterno entre las almas destinadas a encontrarse y amarse.

Estos cupidos no se asemejaban a los bebés alados que a menudo se imaginaba la gente en las leyendas, sino que tenían una apariencia notablemente similar a la de los seres humanos. Esta característica les permitía integrarse fácilmente entre los mortales, camuflándose entre ellos sin levantar sospechas.

Los cupidos, en su singular existencia, no conocen el concepto de madre y padre, ni el vínculo familiar que conlleva. Su origen es un misterio envuelto en el esplendoroso término de "nacimiento glorioso". Han existido desde tiempos inmemoriales, desde épocas antiguas que se desvanecen en el tiempo. No tienen un comienzo en el sentido convencional; su nacimiento glorioso se debe al destino, quien los creo y colocó en un lugar único en el tejido del universo.

Se presenta un caso desconocido para la mayoría de los cupidos, pero conocido por el cupido que lidera su grupo, una cupido que no ha existido desde el nacimiento glorioso como los demás. Esta cupido, a diferencia de los otros, tiene un padre que también es un cupido, lo cual es excepcionalmente extraño en su sociedad. A pesar de su origen poco convencional, nunca ha sabido nada de su madre y tampoco de su padre ya que es desconocido el paradero de este.

Desde el momento en que llegó al mundo, la mirada atenta de su padre captó un detalle singular, un lunar bajo su ojo, tallado con la forma delicada y misteriosa de una luna creciente

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Desde el momento en que llegó al mundo, la mirada atenta de su padre captó un detalle singular, un lunar bajo su ojo, tallado con la forma delicada y misteriosa de una luna creciente. Para él, aquel marcador celestial no era solo un accidente de la naturaleza, sino más bien un símbolo de algo más grande y profundo. En ese momento, en la débil luz de la habitación, su corazón latió fuerte con una certeza inexplicable, su hija estaba destinada a ser algo extraordinario, tan fascinante y enigmático como la luna misma. Entonces, decidió nombrarla Luna.

En la era actual, Luna se alzaba como una cupido de una belleza sobrenatural. Su piel irradiaba una luminosidad que recordaba a la suavidad de una noche estrellada, mientras que su cabello, liso y oscuro como el firmamento nocturno, caía en ondas perfectas sobre sus hombros. Sus ojos, profundos como el abismo, albergaban un universo propio donde las estrellas titilaban con una intensidad hipnótica. Reconocida por su dedicación sin igual, Luna se entregaba por completo a su labor, tomándola con una seriedad que trascendía lo ordinario. Para ella, asegurar que los hilos rojos del destino estuvieran impecablemente entrelazados era más que un deber; era una sagrada responsabilidad que llevaba en lo más profundo de su ser.

Luna fue seleccionada para una tarea de suma importancia debido a un fenómeno extraordinario que había sido detectado. Un misterioso hilo rojo se entretejía entre tres personas de una manera inusual, desafiando las leyes del destino y amenazando con perturbar el delicado equilibrio de las emociones humanas. Esta conexión, más allá de lo convencional, podría desencadenar consecuencias catastróficas si no se abordaba con prontitud y cuidado.

Antes de asignarle esta delicada tarea, a Luna le informaron sobre la magnitud del caso, revelándole la historia de un trágico incidente ocurrido en el pasado. Un cupido había intentado romper los hilos rojos de una pareja, desencadenando un caos emocional sin precedentes en el mundo de las emociones humanas. Aquel acto de interferencia había provocado una pérdida irreparable de sentimientos en las personas involucradas, dejando cicatrices emocionales que aún perduraban en el tiempo. Las secuelas de este intento fallido resonaban en la memoria de los cupidos, sirviendo como un constante recordatorio de la fragilidad de los hilos del destino.

Con determinación, Luna se sumergió en la misión de desentrañar la naturaleza de ese hilo misterioso y entender cómo podría influir en las vidas de las tres personas unidas por él. Decidió comenzar su investigación en la biblioteca de la corporación, donde se topó con Olivia, una cupido conocida por haber establecido aquel lugar de sabiduría. Desde tiempos inmemoriales, Olivia había registrado cada acontecimiento y descubrimiento relevante en los libros que reposaban en esos estantes, convirtiendo la biblioteca en un tesoro de conocimiento ancestral.

Olivia le mostró un antiguo libro, cuyas páginas amarillentas contenían una información de utilidad: "A través de la mente de un humano, mientras esté dormido, con los dones únicos otorgados solo a los cupidos, se puede entrar en el Mundo de los Tejidos. Este poderoso acto permite a los cupidos explorar las complejas conexiones del destino desde una perspectiva sin igual. Al hacerlo, pueden observar los hilos que conectan a la persona destinada a amar a quien han usado como camino a este mundo, así como comprender la naturaleza de sus conexiones."

Esta información resulta invaluable para Luna en su misión, ya que le proporciona una herramienta única para comprender y abordar el misterioso hilo rojo que une a las tres personas. Al poder acceder al Mundo de los Tejidos durante los sueños de los involucrados, Luna puede examinar de cerca las conexiones que los unen y comprender mejor cómo estas relaciones pueden influir en sus vidas.

Así, cuando la noche envolvió el firmamento, Luna descendió de las nubes con determinación, dejando atrás el reino celestial para adentrarse en el mundo terrenal. Con paso sigiloso, atravesó la entrada de la casa de Ryan, preparada para iniciar su incursión en el Mundo de los Tejidos y desentrañar el enigma que los unía a él y a las otras dos chicas.

Luna entro en la habitación de Ryan y se detuvo un momento para observarlo. Allí estaba él, arropado hasta la cabeza, su cabello rubio y suave apenas visible bajo las mantas. Una sensación de ternura la invadió al contemplarlo en su sueño. Con movimientos suaves, Luna apartó con cuidado la cobija que cubría su rostro, revelando los rasgos de Ryan mientras dormía. Una chispa de determinación brilló en los ojos de Luna mientras se acercaba más, preparada para sumergirse en las profundidades de su mente y explorar los intrincados hilos del destino que los conectaban.

Luna se encontraba en el Mundo de los Tejidos, contemplando los dos hilos que se conectaban con el de Ryan. Experimentaba una sensación fascinante al estar por primera vez en este majestuoso lugar, donde los destinos se entretejían de manera misteriosa. Mientras observaba, notó algo inusual en uno de los hilos, una vibración sutil que captó su atención. Sin embargo, su momento de asombro se vio interrumpido cuando Ryan comenzó a despertar.

Luna salió rápidamente de la mente de Ryan, casi escapando por la ventana, cuando de repente, Ryan abrió los ojos y se encontró con una figura extraordinaria en su habitación. Parecía que ella misma era un fragmento de la noche; la luz de la luna que se filtraba por la ventana jugaba en sus cabellos oscuros como si fueran hilos de plata. Irradiaba una calma que contrastaba notablemente con la aceleración desbocada del corazón de Ryan.

El latido de su corazón retumbaba en sus oídos, un tambor rítmico que marcaba el compás de su incertidumbre. No podía estar seguro de si ese palpitar era producto del miedo de encontrarse con una extraña en medio de la noche, o si era la hipnotizante calidez que ella desprendía lo que provocaba esa tumultuosa agitación en su pecho. Cada latido resonaba en su interior, una sinfonía de emociones encontradas que inundaban su ser mientras sus ojos permanecían fijos en la figura misteriosa que se alzaba ante él.

Luna, Consciente de que los Cupidos estaban obligados a preservar en secreto su verdadera naturaleza y la existencia de su corporación, le dedicó una última mirada a Ryan antes de girarse y salir por la ventana en un silencioso movimiento. Ryan se quedó inmóvil, aún procesando lo que acababa de ver, la figura de Luna desapareciendo en la noche. La curiosidad y el desconcierto se mezclaban en su mente mientras intentaba comprender quién era esa mujer y qué significaba su aparición.

Bajo la Luna de Ryan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora