*Revelaciones de la Luna
Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, el lugar o las circunstancias. Es un lazo que, aunque a menudo escapa a la comprensión humana, existe inquebrantable, tirando suavemente de las vidas de quienes están predestinados. A veces es difícil de percibir, otras veces imposible de aceptar, pero el hilo sigue su curso, entrelazando destinos que ni siquiera saben que se buscan.
Ryan, a pesar de su confusión y las dudas que le nublaban la mente, parecía más preparado de lo que cualquiera habría pensado. A lo largo de su vida, había sentido ese tirón inexplicable en su interior, esa sensación de que algo o alguien lo estaba guiando hacia un camino que aún no entendía. Y ahora, frente a Luna, aquella extraña figura que había aparecido en su vida sin previo aviso, las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar lentamente. Tal vez no todo tenía que ser entendido de inmediato. Quizá algunas respuestas vendrían con el tiempo. Pero, en ese instante, Ryan estaba dispuesto a escuchar, a aceptar la posibilidad de que el destino estuviera jugando su carta más importante.
-Entonces, eres un cupido. Pero, ¿qué se supone que son? -preguntó Ryan a Luna, intentando procesar la situación mientras sostenía el libro que había tomado.
Luna miró a Ryan, su rostro una mezcla de resignación y determinación. Sus alas se replegaron lentamente mientras se preparaba para dar una explicación que había esperado no tener que revelar.
-Sí, soy un cupido -respondió Luna con voz tranquila pero firme-. Somos seres encargados de conectar a las personas, de ayudarles a encontrar el amor verdadero. Nuestra misión es guiar los corazones humanos y asegurarnos de que encuentren a sus almas gemelas. Pero nuestra existencia debe permanecer en secreto.
Ryan la escuchaba atentamente, sus ojos llenos de asombro y curiosidad.
-Entonces, ¿has estado vigilándome porque tienes una misión conmigo? -preguntó Ryan, empezando a unir las piezas del rompecabezas.
Luna asintió lentamente, sus ojos encontrándose con los de Ryan.
-Sí, Ryan. He estado observándote porque eres parte de una misión muy importante. Necesitas saber que esto es más grande de lo que imaginas. Mi presencia aquí no es casualidad.
Ryan frunció el ceño, procesando la información. A pesar de la incredulidad, todo comenzaba a tener sentido.
-¿Por qué no me lo dijiste antes? -inquirió Ryan, su voz llena de una mezcla de frustración y comprensión.
Luna suspiró, su expresión suavizándose.
-No es fácil para nosotros revelar nuestra identidad. Hay reglas muy estrictas que debemos seguir. Pero ahora que lo sabes, debes prometerme que mantendrás esto en secreto. Hay mucho en juego.
Ryan asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.
-Lo prometo -dijo con determinación.
Luna le dirigió una pequeña sonrisa, agradecida por su comprensión. Sin embargo, sabía que no podía quedarse mucho tiempo.
-Y sobre qué se trata tu misión en la que yo estoy involucrado? -preguntó Ryan, aún lleno de curiosidad.
-Lo que ocurre es que los humanos están atados por un hilo rojo a su amor eterno, solo que no pueden verlo -Luna continuó explicando-. Hemos encontrado una anomalía en ti. Estás atado a dos mujeres y no estamos muy seguros de qué hacer.
Ryan la miró, sorprendido por esta revelación.
-¿Qué debo hacer? -preguntó Ryan, queriendo ayudar.
Luna respiró hondo, sabiendo que la situación era complicada.
-Mañana en la mañana te cuento el plan.
-Necesito irme ahora -dijo, desplegando nuevamente sus alas-. Debo hablar con alguien que pueda ayudarme a manejar esto. No te preocupes, regresaré pronto.
Ryan asintió, observando cómo Luna se preparaba para partir.
-Ten cuidado -le dijo, con una mezcla de preocupación y asombro.
Luna le dirigió una última mirada antes de lanzarse por la ventana, sus alas brillando en la noche. Ryan la siguió con la mirada hasta que desapareció en la oscuridad, su mente aún procesando todo lo que había descubierto. Mientras observaba el cielo nocturno, supo que su vida nunca volvería a ser la misma.
Así, Ryan se fue a descansar, con la mente aún llena de preguntas y el corazón latiendo más rápido de lo normal. El peso de todo lo que había ocurrido con Luna lo abrumaba, pero, al mismo tiempo, le traía una extraña calma. Era como si, a pesar de la incertidumbre, algo en su interior supiera que todo empezaba a tomar su lugar.
Al caer en la cama, los recuerdos del día revoloteaban en su mente. Pensó en Luna, en su mirada misteriosa y en todo lo que le había dicho. ¿Era posible que todo aquello del hilo rojo y el destino fuera real? Mientras cerraba los ojos, una imagen borrosa de Luna lo acompañaba, como si la conexión entre ellos no se desvaneciera incluso en el sueño.
La mañana siguiente llegó con la luz del sol colándose por las cortinas de su habitación. Ryan despertó, sintiéndose extraño, como si algo hubiera cambiado dentro de él mientras dormía. Estirándose lentamente, dejó que los recuerdos del día anterior volvieran a inundar su mente, pero esta vez con más claridad. El nombre de Luna resonaba en su cabeza y sabía que pronto tendría que encontrar respuestas. Su vida ya no sería la misma, y aunque no entendía todo lo que ocurría, sentía una extraña determinación de seguir adelante. El día estaba por comenzar, y el destino, ese hilo invisible, ya estaba en marcha.
Mientras caminaban hacia la escuela, Luna le explicó a Ryan el plan para ese día. Dado que las cosas con Emily no habían salido como esperaban, era mejor intentar con Lili. Además, casualmente, Ryan y Lili tenían clases de álgebra juntos, lo que sería la oportunidad perfecta para acercarse.
—Lo que tienes que hacer es sencillo —dijo Luna mientras caminaban por las aceras mojadas de la madrugada—. Durante la clase de álgebra, busca una excusa para hablar con Lili. Ofrece tu ayuda o pídele algo, cualquier cosa que inicie una conversación natural. A partir de ahí, todo fluirá.
Ryan frunció el ceño, preocupado. La idea de hablar con Lili, aunque le gustaba, lo ponía nervioso. No quería arruinarlo como lo había hecho con Emily.
—¿Estás segura de que va a salir bien? —preguntó, tratando de ocultar la inquietud en su voz mientras jugaba con la correa de su mochila.
Luna sonrió y le dio un pequeño golpe en el brazo.
—Claro que sí. Lo harás genial, solo sé tú mismo. Lili ya te conoce, no tienes que fingir nada. Confía en ti, Ryan.
A pesar de sus palabras, Ryan no podía evitar sentirse nervioso. La última vez que había intentado hablar con una chica de esa manera, todo había salido mal. Pero algo en la seguridad de Luna lo reconfortaba. Sabía que, de alguna manera, ella siempre tenía un plan, aunque a veces pareciera improvisar. Además, había algo distinto en la manera en que hablaba de Lili, como si el destino ya hubiera decidido que ese encuentro tenía que suceder.
—De acuerdo, lo intentaré —murmuró, más para sí mismo que para Luna.
Luna lo observó por un momento antes de responder, con una expresión que parecía mezclar diversión y un poco de orgullo.
—No te preocupes tanto. A veces las mejores cosas suceden cuando menos lo esperas.
ESTÁS LEYENDO
Bajo la Luna de Ryan
Fantasíaimagina un mundo donde los hilos rojos del destino existen y son custodiados por seres llamados cupidos ¿alguna vez leíste algún libro de romance con esta temática y todos cuentan la historia que ya conoces? entonces dejemos de lado eso y acompáñame...