capítulo tres

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Mi hogar para la Luna

Ryan aún no sabía quién era la chica que había visto la noche anterior. Esa figura etérea que había salido por la ventana sin decir nada, dejándolo con más preguntas que respuestas. La noche había sido un remolino de pensamientos y emociones, y ahora, al ver a la misma chica en los pasillos de la universidad, supo que no podía dejar pasar la oportunidad de obtener respuestas.

-¿Quién eres? -preguntó Ryan, sus palabras saliendo en una ráfaga.
-¿Qué estabas haciendo en mi habitación? ¿Por qué tienes alas? ¿Qué está pasando?

Luna, sorprendida por la rapidez y la intensidad de sus preguntas, se quedó en silencio por un momento. Sus ojos se encontraron con los de Ryan, y en su mirada vio una mezcla de curiosidad, miedo y desesperación.

Fue en ese mismo instante cuando apareció la directora de la universidad, la señora Melanie García. Una mujer de mediana edad, con cabello corto y canoso, y una expresión siempre serena pero firme.

-Oh, Luna, aquí estás -dijo la directora con una sonrisa tranquila. Luego, al voltear hacia Ryan, añadió-. Justamente quería presentarte al joven Ryan. Ryan, esta es Luna, una nueva estudiante transferida. Luna, Ryan es uno de nuestros estudiantes más prometedores.

Luna asintió con una sonrisa forzada, consciente de la presencia de la directora y la necesidad de mantener su verdadera identidad en secreto. Ryan, aún desconcertado, miró a la directora y luego de nuevo a Luna, intentando procesar la información.

-Por favor, acompáñenme a la oficina -dijo la directora, haciendo un gesto para que ambos la siguieran.

Luna y Ryan intercambiaron una mirada cargada de preguntas no formuladas mientras seguían a la directora a su oficina. Al llegar, la directora los invitó a sentarse. Tomando asiento tras su escritorio, la señora García comenzó a hablar sobre la importancia de integrarse bien en el entorno universitario y cómo la colaboración entre los estudiantes era clave para el éxito académico y personal.

Mientras la directora hablaba, Ryan apenas podía concentrarse en sus palabras. Su mente seguía volviendo a la imagen de Luna con sus alas desplegadas y la sensación de misterio que la rodeaba. Sabía que necesitaba respuestas y, aunque la directora de la universidad parecía tener buenas intenciones, sus palabras no podían saciar la sed de conocimiento que ardía en su interior.

Ryan regresó bruscamente a la realidad, apenas escuchando las importantes palabras de la directora.

-Luna es una compañera de intercambio y no tiene dónde quedarse. Quería pedirte a ti, Ryan, que la dejaras quedarse en tu casa. Confío en ti para esta tarea -dijo la directora, su voz llena de una mezcla de solicitud y autoridad.

Ryan parpadeó, sorprendido por la solicitud. Miró a Luna, quien evitaba su mirada con una expresión que intentaba ser neutral pero traicionaba una ligera incomodidad.

-Claro, señora García. Será un honor ayudar -respondió Ryan, aún procesando la inesperada solicitud.

La directora sonrió, satisfecha con la respuesta.

-Excelente. Estoy segura de que esta será una gran oportunidad para ambos. Luna, confío en que te adaptarás rápidamente con la ayuda de Ryan.

Al salir de la oficina, Ryan se volvió hacia Luna, decidido a obtener las respuestas que necesitaba.

-Ya en serio, dime quién eres y por qué tienes alas -preguntó rápidamente a Luna, su voz baja pero intensa.

Bajo la Luna de Ryan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora