The Last She || Una historia de Las Crónicas de Narnia.
જ⁀➴ 𝐀𝐥𝐝𝐚𝐫𝐚 𝐋𝐞𝐧𝐧𝐨𝐱 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐡𝐚 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐝𝐨 bajo la sombra de un destino que su padre nunca reveló, y un misterio de una madre cuya identidad permanece oculta. ¿Podría esa m...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
❝Reencuentros familiares y nuevos encuentros❞ ꨄ︎
—Ven conmigo, Hija de Adán. Iremos a ver a alguien más que, creo, necesita un consejo... y tal vez, la tuya presencia —dijo Aslan con voz profunda, envolvente como el rugido de un río antiguo.
Sus patas doradas se deslizaron con firmeza sobre la hierba mientras comenzaba a caminar hacia el otro lado del valle. Aldara lo siguió, en silencio, sintiendo cómo la brisa de la tarde jugaba con su largo cabello oscuro. La colina hacia la que se dirigían se elevaba como una corona esmeralda, y a cada paso, el horizonte se abría más. El sol comenzaba a ponerse a sus espaldas, tiñendo los valles, bosques y colinas de un dorado cálido y reverente. Narnia, en ese instante, parecía respirar magia.
En la cima, como una silueta recortada contra el cielo encendido, estaba Peter. Su figura, erguida y solemne, parecía parte del paisaje mismo. El sol bañaba su cabello rubio, haciéndolo brillar como fuego de mediodía. Aldara sintió una punzada de vergüenza por su actitud anterior, pero aun así se acercó, caminando junto al gran león.
Y entonces lo vio de cerca... esos ojos azules que parecían mirar dentro de ella. Sintió cómo su corazón daba un vuelco.
Oh por Aslan...
—Querido Hijo de Adán —inició Aslan, su voz reverberando como si la misma tierra lo escuchara—. Aquello es Cair Paravel, el de los cuatro tronos. En uno de los cuales debes sentarte tú, como rey. ¿Dudas de la profecía?
Peter dirigió su mirada hacia el león, pero sus ojos se desviaron enseguida a la figura de la muchacha que se encontraba a su lado. Al verla, algo en su pecho se agitó, aunque se mantuvo sereno ante la presencia de Aslan.
—Te lo muestro porque tú eres el primogénito y serás Sumo Monarca sobre todos los demás. Y Aldara te acompañará en tu reinado, como la suprema general de todo Narnia... si ella así lo decide —añadió Aslan con gravedad.
—No dudo... pero no soy lo que tú crees, Aslan —respondió Peter, aunque sus palabras eran para el león, su mirada no se apartaba de Aldara, que fingía observar el horizonte.
—Peter Pevensie. Vivías en Finchley. Y también el castor me dijo que planeabas hacer un sombrero con él —añadió Aslan, con una pizca de humor en la voz.
El rubio bajó la cabeza, avergonzado, soltando una risa suave que se perdió en la brisa. Aldara se cubrió la boca con la mano, reprimiendo también una risa. Había magia en esos instantes que escapaban al control de ambos.
—Peter, Aldara, existe una gran magia, más poderosa que cualquiera de nosotros, que rige sobre todo Narnia. Distingue lo correcto de lo incorrecto... y guía nuestros destinos. Los suyos, y el mío —continuó Aslan, con tono solemne.
—Pero yo no pude ni proteger a mi familia. Aldara estuvo allí, enfrentó a los lobos, salvó a Lucy. Yo no hice nada —la voz de Peter temblaba apenas, y Aldara, al escucharlo, sintió cómo su corazón se apretaba. Lo miró con compasión.