QUERIDA HEART | Nunca pensé que te perdería, que ya no estarías en mi vida.
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Iluminabas mi días y me hacías feliz
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Ahora que el tiempo vuelve a la normalidad
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El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día.
—León Battista Alberto.
Diego y Heart estaban comiendo helado en el muelle. Aunque se miraban todos los días en el trabajo, ellos realmente no tenían tiempo para hablar sobre sus problemas del día. Así que, cuando Diego sintió que el vaso que llevaba el nombre de su padre comenzaba a llenarse le pedía a su cerecita que lo acompañara al muelle para desahogarse.
» Hoy era uno de esos días.
—Lo veo todo el tiempo —expresó Diego pasándole el bote de helado a la chica—. En cada esquina de la ciudad tiene negocios. Todo mundo siempre habla de él como si fuera la mejor jodida persona del mundo.
Heart bufó—. No se que es peor —dijo la chica—. Que tengas un padre o que yo no tenga uno.
Diego la volteó a ver. Entendía a la chica. Sabía cuanto Heart deseaba haber tenido un padre y una madre que conviviera con ella, que le dijera la hermosa mujer en la que se estaba convirtiendo. Soltó un suspiro. Deseó por un momento que la vida fuera diferente y que Heart pudiera tener la familia que siempre soñó.
—La vida es tan hija de puta —siguió diciendo la mujer—. Te va a recordar tus peores temores y te hará ver que no tienes el control de tu propia vida. Pero te diré algo.
» Esta es nuestra jodida vida y nosotros decidimos lo que hacemos con ella.
El hombre atrajo a la chica y la abrazó por los hombros. Heart no dudó en colocar su cabeza sobre el pecho de él. Le encantaba escuchar los latidos de su corazón. La hacían sentir que todo aquello era real. Porque las cosas buenas que tenía en su vida generalmente no eran reales.
—Cuando sea mamá me aseguraré de que no le falté nada a mi hijo —expresó la chica con una sonrisa. Diego alzó una ceja.
—¿Quieres tener hijos?
—Si. Me gustaría que el primero fuera varón —siguió relatando—. Se llamará Liam.
—Como el joven que salvó tu vida, ¿no es así? —Heart asintió recordando a aquel joven que lamentablemente había fallecido.
