Capitulo 3 (Libro de Kiki)

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No podía parar de pensar en ella, en su hoyuelo cada vez que reía mucho y de verdad, en el sonido de su risa, en las charlas interminables y como se iluminaban sus ojos cuando hablaba de algo que la apasionaba, en las canciones que le cantaba y que ella no sabía que eran suyas. No podía dejar de pensarla ni de escribirle líneas que quizás nunca me atrevería a enseñarle.

"Ya no es novedad encontrarte vagando por los rincones de mi mente, te cuelas sin pedir permiso y lo abarcas todo, tu presencia inunda mis sentidos, y si pudiese te diría tantas cosas, te diría que ayer la luna estaba hermosa, y me recordó a ti"

Era el séptimo viernes que nos veríamos, pero esa vez sería diferente, esa vez me atrevería a pedirle ir a algún lugar, quizás reuniera la valentía para pedirle su número, ya no me bastaban los viernes, quería más días, quería a poder ser todos los días.
Aquel día estaba especialmente hermosa, se sentó directamente en la que se había convertido en nuestra mesa y no paraba de mirarme, nunca había estado tan nerviosa, un huracán de mariposas se desataba en mi vientre.

Algo que nunca le dije es que ese día solo podía pensar en besarla, en dejar la canción a medias e ir directamente hacia ella y besarla, pero me contuve, aunque cuando termine mi setlist para el día fui corriendo hacia ella

- ¿Quieres que salgamos de aquí hoy? – le dije de carrerilla – quiero llevarte a un lugar.
- Me encantaría – me dijo con la sonrisa más radiante que le había visto nunca

Me hubiese puesto a dar volteretas en medio del café cuando escuché su respuesta, en cambio me acerque a la barra donde Julia tenía preparada una cesta para mí.

- Veo que lo tienes todo preparado

- Ya te dije que una chica tenía sus trucos.

- ¿A dónde me vas a llevar si se puede saber?

- No se puede saber

- No me iras a secuestrar verdad

- Claro que no

- Pensándolo bien esa es la respuesta que me daría un secuestrador

No pude evitar reírme cuando la escuche

- Tendrás que arriesgarte entonces. ¿Estas dispuesta a correr el riesgo?

- Yo contigo estoy dispuesta a correr todos los riesgos del mundo Kiki – me dijo renunciando al tono liviano y gracioso que había empleado hasta ahora para usar uno completamente serio y mirarme con una profundidad con la que nunca me habían mirado. Recuerdo sentir que me estaban mirando por primera vez. Como si fuera la primera vez que alguien pudiera verme.

- Vamos entonces Vivi – le dije guiándola hasta mi coche.

Condujimos durante una hora cantando a todo pulmón las canciones de mi playlist. Para mí era tan especial que compartiéramos gustos musicales y poder hacer esto con ella, no había una sola canción de playlist que ella no se supiera.

- Llegamos – le dije mientras aparcaba el coche
Tome la cesta y mi guitarra y la guie por un sendero de piedras hasta llegar a una pequeña playa que estaba completamente vacía justo a tiempo para ver el atardecer.

- Esto es hermoso Kiki

Tu sí que eres hermosa Vio – pensé, pero no me atreví a exteriorizar mis pensamientos.

- Mi hermana solía traerme a este lugar, me decía que era mágico, que este lugar podía leer a las personas y darles lo que necesitaban, que si le susurrabas una pregunta al mar, encontrarías las respuestas; y que si enterrabas un deseo en la arena, se hacía realidad – le explique – desde entonces se convirtió en mi lugar favorito, además justo esta parte nadie la conoce y siempre está vacía.

- Kiki, yo no sé qué decir, estoy impresionada, gracias por compartir esto conmigo, me encanta el lugar – y cuando mire a sus ojos supe que era verdad, y entendí que en momentos como ese sobraban las palabras.

En ese momento saque de la cesta una manta que extendí sobre la arena y las hamburguesas que nos había preparado Julia junto a dos botellas de jugo de naranja.

- ¿Sabes, Kiki? Esto es lo más bonito que han hecho nunca por mí. Gracias – me dijo después de un rato en silencio mientras observábamos el atardecer.
Con Violeta los silencios eran casi tan enriquecedores como las conversaciones y en aquel silencio aprendí tanto de ella, como en todas las conversaciones que habíamos tenido hasta el momento. Mientras ella miraba el atardecer yo la miraba a ella, me centre en memorizar cada uno de sus rasgos, sus gestos, sus lunares, la forma en la que cerraba los ojos y respiraba lentamente, como si nunca se hubiese sentido tan en paz como en aquel momento. Memoricé cada detalle del que fui capaz como si se me fuese la vida en ello.

- ¿Me tocas algo, con la guitarra digo? – dijo mientras reía nerviosa y señalaba justo atrás mío

- Voy a cantarte una que recién estoy componiendo pero que aún no termino porque se me está atorando la letra.

- Cántamela, quizás pueda ayudarte.
Ese día me ayudo a terminar mi canción y la química que tuvimos mientras componíamos juntas fue tan grande que al terminar me dijo

- Es impresionante lo bien que conectamos, como si tu tuvieses la música y yo la letra. Se podría decir que esta es ya nuestra segunda canción juntas.
Justo en ese momento fui consciente de que estaba perdidamente enamorada de Violeta.

- Se está haciendo tarde, creo que deberíamos irnos – me dijo

- Vale, solo dame un momento, necesito hacer algo – le dije mientras sacaba un papel y un boli de mi bolso donde escribí siete palabras para luego meterlo en una de las botellas vacías y enterrarlo en la arena.

- ¿Qué haces?

- Pidiendo un deseo

- ¿Me cuentas? – preguntó haciendo un puchero

- Si te lo cuento no se cumple Vivi – le dije mientras terminaba de recoger todo.

Justo cuando estábamos a punto de emprender el camino de vuelta a mi coche siento como la mano de Violeta me retiene y me gira hacia ella.

- ¿Este lugar también guarda secretos?

- ¿Cómo?

- Antes me contabas que este era un lugar mágico y me explicaste lo que podía hacer. Ahora te pregunto, ¿también guarda secretos? – me pregunto sin haber soltado mi mano aun.

- Si

La palabra aún no había terminado de salir de mi boca cuando sentí que me acercaba a su cuerpo, estábamos tan cerca que ya no podía diferenciar su respiración de la mía. Cerré los ojos y su olor inundó mis fosas nasales y se adueñó de cada uno de mis sentidos y antes de poder reaccionar sentí sus labios junto a los míos.

Fue un beso intenso, en ese momento podría jurar que no existía el tiempo, solo nuestras bocas colisionando, explorándose, conociéndose.
Sinceramente todos los recuerdos después de ese beso aun hoy me resultan borrosos, como si después de eso no hubiese existido nada más. Solo recuerdo haber llegado a casa sintiéndome la persona más feliz del universo y haber escrito esto:

"Yo que crecí pensando que la magia estaba en un castillo, tras las páginas de unos libros y ahora me doy cuenta de que no es así. Que la magia no está ni en el castillo, ni en las varitas, ni en los sombreros. Magia eres tú. Y el universo hoy me ha sorprendido con la fortuna, de que tú con tu magia hayas elegido mirarme a mí, besarme a mi"

one last timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora