Capítulo 9 (Libro de Kiki)

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Después de aquella conversación Violeta y yo volvimos a donde estaban nuestros amigos, no podíamos dejar de sonreír.

Nuestras manos entrelazadas parecían tener vida propia, danzando en armonía mientras recorríamos el camino que nos separaba del resto. Cada dedo se enlazaba con el otro en un baile delicado y seguro, como si estuvieran contando una historia de complicidad y cariño que solo ellas conocían.

Los ojos curiosos y cariñosos de nuestros amigos seguían cada movimiento, como si nuestras manos fueran el centro de atención en medio de la multitud. Sus sonrisas cómplices y calurosas nos rodeaban, como si estuvieran celebrando un pequeño milagro que solo ellos comprendían.

Era como si nuestras manos fueran la prueba tangible de algo especial y profundo que solo nosotras entendíamos, un lazo invisible pero poderoso que nos unía de una manera única y especial.

A lo lejos Ruslana me guiñó un ojo y alzó su dedo pulgar en señal de aprobación, a lo que Vio le contestó sacando su dedo corazón.

Aquella noche volví a casa sintiéndome la persona más feliz del mundo. Violeta y yo por fin habíamos aclarado las cosas y nos habíamos dicho cómo nos sentíamos la una por la otra.

Sentirme correspondida por ella era algo que llenaba cada rincón de mi alma de una luz indescriptible. Era como descubrir un jardín secreto en medio del desierto, un oasis de amor y aceptación en un mundo que a menudo parecía árido y hostil.

Cada momento compartido con Violeta era como una nota perfecta en una melodía, resonando en mi corazón.

Cuando la escuché decir en voz alta, por primera vez, que estaba enamorada de mi, sentí que mi corazón se expandía como un globo lleno de emociones, listo para elevarse hacia el cielo.

Volvimos juntas a casa, yo estaba sumamente feliz. Era como si mil mariposas revolotearan dentro de mí, sus alas desplegadas llenas de color y vida, creando un torbellino de emociones que me hacían sentir viva y vibrante. Era como si mi alma bailara al ritmo de la melodía más bonita del mundo, inundándome con una profunda y radiante felicidad que solo podía provenir de sentirme amada y correspondida.

- ¿Duermes conmigo? - le pedí.

- Me encantaría.

Volver a dormir juntas era como sumergirme en un océano de tranquilidad, donde cada latido de su corazón era una melodía que me arrullaba. Sus brazos eran el abrazo más reconfortante, y su presencia a mi lado era la seguridad de que todo estaría bien. Era como descansar en un prado en primavera, rodeada de flores que exhalaban paz y armonía, sintiéndome en casa en su calor y su compañía, sintiendo que finalmente estaba donde pertenecía.

- Buenas noches Vivi - le dije, intentando darle un beso corto en los labios.

- Veinticinco veces - me respondió, girando rápidamente la cara, por lo que mis labios impactaron en su mejilla.

- Me quedan veinticuatro

- Pues eso - me dijo riendo mientras dejaba un beso un mi frente, para abrazarse a mi - Buenas noches Kiki.

~~~~~~~ • ~~~~~~~

Vivi y yo habíamos pasado cinco días increíbles. Había intentado robarle besos en múltiples ocasiones, pero todos mis intentos habían resultado fallidos. Violeta no dejaba de picarme sobre el tema y las veces que debía lavarme la boca. Pensaba que con el paso de los días cedería con el tema, pero me equivoqué. A pesar de las bromas, esos días estuvimos más cercanas que nunca. Todos los días nos dormíamos abrazadas.

Violeta aprovechó cada momento para estar cerca de mi, ya fuera ayudándome con la música, compartiendo largas conversaciones o simplemente disfrutando de la compañía mutua. La complicidad entre ambas creció con cada interacción, y cada gesto, cada mirada, parecía cargar con una tensión eléctrica que ninguna de las dos se atrevía a romper.

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⏰ Última actualización: May 15 ⏰

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