cap. 4 SAFU SE LESIONA

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Me desperté en mi cama, con el rostro pegado en la almohada y un pie fuera del colchón. Lo que me había despertado era el insoportable pitido del despertador de la pulsera.
Me incorporé y me senté en la cama para situar todo lo que había pasado. Miré el lado de la cama donde antes estaba Allen, ya no está.
Tal vez todo fue un sueño, uno con el que me encontraba de nuevo con el misterioso chico que apareció en mi cuarto.
Sentí un ligero peso en el cuello, miré abajo y descubrí que era un colgante. Era muy sencillo, una cuerda fina y blanca que se unía con una pluma real. La pluma marrón de un ave rapaz.
Toqué la pluma con delicadeza, era tan suave, y tan real.
Safu se desperezó unos segundos después y dió un respingo al ver mi cama.
-¿Y el chico?-preguntó.
Volvi a mirar el colgante y lo metí debajo del pijama.
Era verdad. Allen había vuelto.
-¿Y se ha ido sin despedirse?-bromeó Safu.
-Eso parece.-dije.
Safu miró la hora de su pulsera y se sobresaltó, se cayó de la cama y corrió hacia el armario.
-¡Ocho minutos!-exclamó.
-¡Eh!-corrí también a coger el uniforme.
Nos lo pusimos en tiempo récord,  dos minutos y medio. Bajamos corriendo por el ascensor y cuando estabamos en el comedor, solo nos tomamos un zumo antes de ir corriendo a la aula de Historia.
Estaba con Safu en todas las clases excepto en educación física, ya que ella es más ágil y rápida que yo.
En Historia solo empezamos con el índice del tema, cuando terminó la clase,nos mandaron la tarea de hacer una redacción de todo lo que sabíamos sobre la Historia.
Luego nos tocaba educación física, así que me separaría de Safu. Nos cambiamos los uniformes de falda por el chándal del instituto.
Cada una estaba en un gimnasio distinto, pero hicimos el mismo ejercicio igualmente, correr seis vueltas alrededor del gimnasio. Y era un gimnasio grande.
La siguiente clase era de Lengua, cuando me senté en una de las mesas, me percaté de que Safu todavía no había vuelto.
Cuando ya había empezado la clase, el profesor de educación física irrumpió en la clase.
-¿Rin Lawster García?-preguntó.
Me levanté de mi asiento.
-Sí.-dije.
-¿Puedes acompañarme?-dijo, pero no era una pregunta.
Asentí. Seguí al profesor para salir de la clase y encontrarme en el pasillo.
Caminamos en silencio, no sabía a donde me quería llevar. Pero cuando me encontré frente la sala de enfermería, empecé a suponer que pasaría.
Entré en la enfermería, estaba casi vacía por ser el primer día, pero había una camilla ocupada.
Safu.
Me acerqué a ella. Estaba tumbada en la camilla con un brazo escayolado.
-Hola.-saludó como si no hubiese pasado nada.
-¿Primer día y ya te rompes un brazo?-la interrogué con la mirada.
Safu se encogió de hombros.
-Es culpa de la china, que corría demasiado lento.-dijo.
-Ajá.-levanté una ceja.
-No es muy grave.-dijo una enfermera.- En tres semanas ya no debería estar escayolada.
El director entró en la enfermería y se dirigió a la camilla de Safu.
-Qué mala suerte, ¿eh? Safu.-sonrió. No me extrañó que supiera su nombre.-Primer día de clase y ya se nos lesiona una alumna.
Safu se rió.
-Nuevo récord.-se encogió de hombros.
-Claro.-asintió el director.
-Safu tendrá que estar en la enfermería 24 horas, en observación.-concluyó la enfermera.
El director me miró,pero sus ojos solo se fijaban en mi pluma.
Carraspeó.
-Rin, ¿podemos salir un momento al pasillo?-dijo.
-Ehm...-miré a Safu, ella sonrió diciéndome sin palabras que no pasa nada.-Vale.
El director y yo salimos a un pasillo apartado de las miradas de la gente. Su sonrisa había desaparecido cuando me volvió a mirar. Cuando me percaté en que tenía fijos los ojos, intenté esconder el colgante, pero ya era tarde.
-Bonito colgante.-empieza a caminar a mi alrededor.- Una pluma de águila real, ni más ni menos. Un ave imposible de encontrar en este continente.Pero sobre todo, un ave casi extinta.

Tragué saliva. Entonces recordé... el polluelo que llevaba Allen cuando lo conocí...era un águila real. ¿Significa eso qué el pequeño pajarito era uno de los supervivientes de su especie? A no ser que halla muerto ya, por que recuerdo que estaba muy herido. O puede que...la pluma del colgante sea del mismo águila, una señal de que sigue viva.
-Contestame a una pregunta.-dijo el director interrumpiendo mis pensamientos.-¿Quién te lo ha dado?
Empecé a asustarme, sabía que lo más posible es que me lo haya dado Allen, no, sabía que había sido él. Pero no quería delatarle, seguramente le cogerían y lo llevarían a la cárcel. Y no quiero que eso pase.
-Es un recuerdo de mi casa.-mentí.- Un regalo de mi abuela.
El director se puso a reír.
-Venga, a mi no me engañas.-se seguía riendo.- Sé perfectamente que no lo llevabas el día que te instalaste, ni lo llevabas en la maleta.
Esta vez pegué un brinco. Habían revisado mi maleta... no me había dado cuenta de ello.
-Te lo preguntaré otra vez.-prosiguió.-¿Quién te ha dado el colgante?
-N-no lo sé.-volví a mentir. Estaba empezando a sudar y a temblar.
-Claro que lo sabes.-dijo.- A lo mejor si te lo describo se te refresca la memoria.
Tragué saliva.
-¿Alto, diecisiete años?-sonrió.-¿Pelirrojo?
Vi detrás de él que la puerta más cercana estaba abierta. Era la única oportunidad de salir de este interrogatorio.
No lo dudé más. Empujé al director para poder salir y corrí lo más rápido que podía hacia la puerta.
Cuando me encontré en otro pasillo vi una terraza. Corrí hacia ella y miré hacia abajo.
Estaba en el cuarto piso, pero era muy alto.
Podía escuchar como el director venía por mi corriendo. Me volví, estaba a unos seis metros cerca de mí.
Volví a mirar abajo, sentí el vértigo en mi estómago. Pero cesó cuando el director estaba a menos de dos metros de mí.
Me senté sobre la barandilla de seguridad de la terraza y salté.

HOTEL NO.6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora