Ya va más de una hora desde que la clase acabo, pero estoy muy inspirada pintando, no podía irme y dejar mi pintura sin terminar, así que en cuanto la clase termino me puse mis audífonos y seguí pintando.
El tiempo pasa volando y en realidad no tengo nada mejor que hacer más que llegar a casa y caer en mi realidad de nuevo, así que decidí escapar más tiempo.
Empiezo a mezclar pintura, simplemente no puedo hacer el tono que quiero, quien diría que mezclar pintura sería más complicado de lo que esperaba. Escojo una de mis canciones favoritas, así que subo el volumen, siempre que estoy inspirada, me recuerda tanto cómo mi padre me llevaba en la moto a los ocho años.
Cuando murió no había nadie que me enseñara a manejar una motocicleta, así que trabaje todo el verano antes de cumplir dieciocho para pagar las clases y sacar mi licencia.
Ahora, tengo dos elementos que me unen a mis padres y a mi vida anterior. La pintura está vinculada a mi madre, a aquellos días en que irradiaba felicidad y pasión por cada detalle. Recuerdo cómo los colores cobraban vida bajo sus hábiles pinceles, cómo cada tono evocaba un sentimiento distinto. Su creatividad era inspiradora y, a través de la pintura, siento su presencia, su amor por la belleza del mundo.
Por otro lado, manejar a Tj me conecta con el espíritu libre de mi padre. Cada vez que subo a la motocicleta, siento su valentía y adrenalina fluir por mis venas. Es como si estuviera compartiendo con él aquellos momentos de libertad y audacia que tanto apreciaba. A través de Tj, me siento unida a su alma aventurera, recordando las experiencias que compartimos y la sensación de ser imparables en el camino.
No tengo noción del tiempo transcurrido, pero el sol comienza a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos cálidos y dorados. La idea de marcharme me resulta desalentadora; en este momento, me siento profundamente conectada con el arte que estoy creando y con el ambiente que lo rodea.
Una lágrima solitaria se escapa furtivamente por mi mejilla, traicionera y silenciosa. Con un gesto instintivo, aparto la lágrima con la mano que sostiene el pincel, solo para darme cuenta de que la pintura azul ha dejado una mancha en mi piel. La ironía de la situación me hace esbozar una pequeña sonrisa mientras me doy cuenta de que mi obra de arte me ha marcado de una manera inesperada.
Creo que esa es mi señal para irme. La pintura está prácticamente terminada, así que retrocedo unos pasos para contemplar el lienzo. De repente, choco con algo sólido a mi espalda, lo que me hace dar un salto hacia adelante. Rápidamente, me quito los audífonos y el suave susurro de la música llena mis oídos.
Cuando me giro, me encuentro con Aiden frente a mí. No tengo idea de cuánto tiempo ha estado ahí, pero el escalofrío que recorre mi espalda me indica que no ha sido mucho. Sus ojos encuentran los míos en un silencioso intercambio de miradas cargado de emociones no dichas.
"Definitivamente me estas acosando" lo mire de pies a cabeza, y puedo notar así con el uniforme del equipo de baloncesto, que tiene un físico muy atlético, sus brazos perfectamente tonificados y recorro la tinta de los diferentes tatuajes en ellos, también se marcan levemente las venas de su mano recorriendo lo largo de su brazo. "¿Cuánto tiempo llevas ahí? ".
Hay un brillo diferente en su mirada.
"El suficiente" Alza sus hombros con despreocupación, su mirada tan intensa conecta con la mía y por un segundo todo desaparece, mi corazón da un vuelco.
Sus ojos recorren mi rostro y se detienen en la mancha de pintura en mi mejilla, da unos pasos más, nuestras respiraciones se mezclan. Su mano se alza y su pulgar roza mi mejilla... Y cuando su piel toca la mía nuestras respiraciones se entrecortan, quita la mancha de pintura.
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Que comience el juego
RomanceEn el ajetreado mundo universitario, donde los secretos se esconden entre las sombras y los destinos están entrelazados en una red de intrigas, dos almas se encuentran en un torbellino de pasión y desafíos. Nova, con un pasado oculto marcado por car...