capítulo O6.

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—¿Entonces me estás diciendo que la omega vendrá a vivir contigo? —no era una pregunta mal intencionada, más bien Rosé estaba un poco confundida.

—Natty, su nombre es Natty —Lisa pasó una de sus manos para limpiar el naciente sudor, y la miró con el ceño fruncido—, y sí, la jefa ya me dio el visto bueno. No tiene a dónde ir y la verdad es que me encariñé demasiado con ella.

—Está bien... —la alfa asintió.

—Bien, entonces necesito que me ayudes a acondicionar un poco las cosas. Debemos armar su cama, algún closet o algo para guardar las futuras pertenencias y... No sé que más.

Rosé asintió rápidamente. Ató su cabello en una cola de caballo para evitar que alguno se escaparan. Luego, cambió su uniforme por ropa en peor estado y a la cual no le importaría si algo le sucedía.

Su alfa interna aulló en alto cuando su compañera retiró su chaqueta, esa que llevaba sobre sus menudos hombros en todo momento, y una fina camisa de tirantes se hizo presente. Sin esa capa de ropa adicional Rosé podía apreciar a detalle el delicado torso contrario, coronado con una acentuada cintura. Era demasiado curvilínea para tratarse de una beta pero lo atribuyó a la genética que suponía el linaje de Lisa se cargaba.

El departamento de la agente castaña era pequeño pero pintoresco. Contaba con los detalles justos, aquellos que perpetuaban su aura. Libros regados por todos lados, ropa por doquier y tazas de té abandonadas a medio sorbo. Cómo había pensado desde el primer momento, era lindo.

—¡Rosé! —Lisa interrumpió su recorrido con un fuerte llamado.

—Lo siento, ¿Por dónde empezamos?

Lo primero fue ensamblar un somier en la habitación continua a la de Lisa, porque sí, Natty contaría con su propia habitación. Luego, se encargaron de colocar un mullido colchón y suaves sábanas de seda.

Por último, Lisa colocó un buró con un florero y varios ejemplares coloridos dentro. Quería que luego de un año de tanta oscuridad y tristeza Natty siempre pensara en volver a su cuarto para encontrar allí algo de alegría.

—¿Qué te parece? —Lisa se recargó en el marco de la puerta mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho.

Rosé se recostó sobre el lado opuesto y le dirigió una mirada cargada de orgullo. Lisa era una mujer tan fuerte, que pese a sus propios problemas continuaba ayudando a los demás.

—Estoy segura que a Natty le encantará.

Lisa le sonrió de vuelta. Pequeños surcos, casi imperceptibles a menos que observaras cada detalle se formaron en las esquinas de aquellos tormentosos ojos cafés. La piel de la mujer castaña brillaba gracias al sudor producido por tanto esfuerzo, aunque tal vez esa solo era una de las causas. Frente a los ojos de la alfa esa beta de comentarios sarcásticos y expresiones pasivas era la mujer más atrayente y estaba comenzando a odiarse por tener que esconder un sentimiento tan hermoso como lo era el amor.

—¿Quieres limonada casera? Podría hacer una receta que solía tomar de niña... —Lisa llevó sus ojos al suelo preso de recuerdos inalcanzables.

—Claro. —Rosé se encogió de hombros para luego seguirla al salón.

Lisa sacó los limones del refrigerador, llenó una jarra con hielo y agua templada y la dejo reposar mientras rebanaba el cítrico. El aroma ácido de la fruta se combinó con el de la alfa haciéndola tragar con dureza. Recién en ese momento cayó en cuenta de que posiblemente el café recién hecho no saldría de los cojines de su sofá, no se despegaría del papel tapiz de las paredes y probablemente tampoco abandonaría sus orificios nasales en un largo tiempo. Algo dentro de su pecho se removió más enérgico de lo que le hubiese gustado.

i know your secret ଓ chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora