capítulo O7.

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Lisa descubrió con el pasar de las semanas que su compañera de piso era mejor cocinera de lo que aparentaba cuando una mañana el suave aroma de las tostadas la despertó. 

Natty había amanecido más temprano ese día para poder retribuirle algo de lo que la agente le había brindado, pese a que Lisa le recordaba una y otra vez que no era necesario nada de eso, que ahora eran amigas y que todo lo hacía con el afán de protegerla. No busca nada a cambio.

—Buenos días... —Lisa se sentó en uno de las banquetas altas del desayunador.

—Buenos días, enseguida estará listo el desayuno. 

Lisa solo asintió, demasiado cansada como para emitir palabra alguna. Hace tiempo que venía sintiendo un malestar generalizado, desde que había decidido darle una oportunidad a Rosé y aceptar con un poco más de facilidad su cercanía. Había algo dentro suyo que le revolvía las entrañas, hacía que se mareara y que las ganas de vomitar le vinieran de repente.

Una sola noche en un bar cercano había sido suficiente para saber que la atracción que estaba sintiendo por Rosé era algo que en el futuro le jugaría en contra. La parte humana se estaba enamorando de los suaves ojos y hoyuelos persistentes, de los gentiles toque y el terso tono que siempre empelaba para no ahuyentarla. Estaba cayendo.

—Estaba pensando en que podrías empezar a estudiar algo... ¿No lo crees? —Lisa decidió cambiar de tema para que su mente no continuara agitándose.  

—No lo sé... No quiero abusar. —Natty colocó las tazas de té y las tostadas con fruta fresca para luego tomar asiento a su lado.

—Si te lo estoy ofreciendo es porque es un gasto que se puede afrontar —sorbió de su té antes de continuar—, podríamos conseguirte alguna beca o algo... Estoy segura que la justicia te dará alguna compensación por lo que sufriste y el resto podremos costearlo de alguna forma.

La omega menor no dijo nada hasta unos minutos después.

—Siempre quise estudiar gastronomía... —murmuró.

—Entonces serás la mejor chef de todos.

Lisa fue asaltada por un fuerte abrazo y por consiguiente el dulce aroma del regaliz envolviéndola. El repentino movimiento hizo que su dolor de cabeza incrementara, pero prefirió no comentarle nada a Natty, no quería arruinar su emoción con problemas insignificantes.

Bebió su dosis de supresores bajo la atenta mirada de Natty. La omega le había insistido infinidad de veces para que se retractara pero luego de una discusión un tanto acalorada decidió que lo mejor sería no continuar insistiendo. Al fin y al cabo, no haría que Lisa cambiara de opinión. 

Despidiéndose de su amiga, y haciéndola prometer que buscaría por alguna opción universitaria, se colocó su chaqueta sobre los hombros y emprendió camino al duro día de trabajo que faltaba por delante.

El mar de aromas de la oficina tuvo un impacto incluso más sólido que de costumbre. Las diferentes feromonas alfas hicieron que su mareo aumentara y que el fingir ser una simple beta se complicara varios niveles más. 

No saludó a nadie, cosa que no era rara en ella, y luego de marcar con su tarjeta magnética su hora de llegada se dirigió con rapidez a su propia oficina. 

Allí dentro, el ambientador que suprimía los olores la ayudó un poco a entrar en razón. Sobre su escritorio varios casos archivados aguardaban por ella. En medio de un suspiro, y sintiendo cada uno de sus músculos tensos, tomó asiento en su silla y se puso a leer uno por uno.

La presencia de la alfa Australiana no se hizo esperar y poco después dos golpecitos retumbaron en la habitación. Rosé asomó su cabellera por la puerta y luego su cuerpo entero. Le sonrió a la agente detrás del escritorio e ingresó con dos vasos de té comprados en la tienda favorita de Lisa. 

i know your secret ଓ chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora