capítulo O9.

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Estaba pegajosa, sudada y con el cabello seguramente enmarañado. Intentó abrir los ojos lentamente para que el sol no le diera de lleno y no la mareara. Al lograrlo, una habitación que no era la de su diminuto departamento se plantó frente a ella.

Asustada, se sentó de golpe y recién ahí cayó en cuenta que nada a su alrededor se le hacía familiar. La ropa que usaba menos, incluso si esto consistía en nada más que una enorme camisa y su ropa interior.

Lo único que podía darle una leve idea de lo que sucedía era el fuerte y relajante aroma del café recién hecho.

Las imágenes llegaron como si de destellos se trataran, una tras otra y sin descanso. Su celo se había presentado luego de años de no hacerlo, Rosé la encontró en su oficina, la llevó a su departamento y le hizo un nido improvisado.

Estaba arruinada. Ahora seguramente el chisme de que era una omega se estaba corriendo por todo el cuartel. Más de uno debía saber su secreto. Podía irse despidiendo de su empleo.

Con piernas temblorosas y todavía exhausta por un celo que no esperaba, se puso de pie.

La habitación era bonita, definitivamente tenía la esencia de Rosé, con poco muebles, espaciosa y bien iluminada. Se encontró con un espejo de cuerpo completo en lo que parecía ser la entrada de un enorme vestidor y una Lisa muy sonrojada y ojerosa se mostró en el reflejo.

Hace tiempo que no se paraba a estudiar a detalle su imagen y es que tanta carga de estrés, entrenamiento, supresores y reprimir a su omega la habían llevado a que su aspecto se desgastara notablemente. Ya no era la de antes y poco le quedaba a la de ahora.

Decidió que lo mejor era enfrentarse a su realidad, y como no encontró los supresores que estaba segura había tomado la noche anterior, tuvo que hacerse la idea de que Rosé no solo vería su triste físico omega sino que también sentiría lo horrible del aroma dulzón.

En medio de un suspiro giró el pomo y se encaminó por el pasillo alfombrado. En la cocina se podía escuchar un suave murmullo. En realidad era la alfa, estaba de espaldas tarareando una suave melodía mientras parecía cocinar algo en la estufa.

Enseguida giró, Lisa teniendo en claro que su aroma no era algo fácil de pasar desapercibido, y sus pequeños ojos se clavaron en ella.

Lisa intentó cubrirse mejor con la camisa, que rozaba sus rodillas, pero la verdad era que el rosa pálido no resguardaba mucho sus curvas como solía hacerlo el traje de entrenamiento o el uniforme oficial.

Rosé le sonrió de lado antes de voltear uno de los panqueques de la sartén.

—Veo que despertaste, ¿Cómo te sientes? —murmuró sin dejar de concentrarse en la tarea que estaba realizando.

Lisa se extrañó ante el trato tan "normal" que la alfa estaba teniendo con ella. No solo era una omega, el más bajo eslabón de la sociedad, sino que le había mentido por meses y ahora estaba en el medio de su casa luego de pasar un celo que ni siquiera lograba recordar con certeza.

—Mejor... Yo... Siento tanto todo lo que pasó. —Lisa retorcía sus dedos juntos producto del nerviosos. A su vez, el aroma a vainilla se potenció, ya que no sabía controlarlo demasiado.

Vio a Rosé inspirar con fuerza y el rumor de un gruñido quedarse atrapado en su garganta. La alfa la rodeó para poder llegar a una mesa, que Lisa no había notado, detrás de ella y dejar una última torre de panqueques.

—Ya podremos hablar de eso, ahora necesito que comas algo, estuviste más de veinticuatro horas sin probar nada.

Lisa asintió a duras penas. Le costaba trabajo pensar que existían personas que no la juzgarían por su condición, que a algunos no les interesaba la casta y que la sociedad había evolucionado.

i know your secret ଓ chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora