Las semanas siguientes se basaron en nada más que trabajo y entrenamiento. Rosé ya no aparecía en su oficina con vasos de té, no la molestaba para que vayan a almorzar y mucho menos llenaba su espacio con el potente aroma del café recién hecho. Hace una semana que no tenía noticias de la alfa, y en cierta parte lo entendía, había defraudado su confianza y como si eso fuera poco, había huido como una vil rata. Rosé la estaba evitando y eso la destrozaba poco a poco.
Grandes círculos violáceos rodeaban sus ojos. Sus pómulos resaltaban filosos debajo de una fina capa de piel amarillenta. Estaba mal y de verdad necesitaba un poco de tranquilidad para poder seguir.
Había tenido que aumentar la dosis de supresores porque dos simples pastillas no estaban ejerciendo el efecto necesario. Su loba estaba luchando más fuerte que nunca y a la larga terminaría por derrotarla.
Esa mañana no logró concentrarse, todo a su alrededor daba vueltas y su cabeza la estaba torturando. Su loba interior clamaba por la cercanía de la loba de Rosé, anhelaba su aroma para envolverla.
Entre pasos temblorosos decidió que lo mejor sería salir a tomar un poco de aire fresco. Se colocó la chaqueta sobre los hombros, dado que los escalofríos habían vuelto, y abandonó la habitación.
Para su suerte había regresado a ser el fantasma del que nadie se acordaba. La agente Park había captado la atención de todos, como ella había previsto, y eso en cierto punto la enfadaba. Ya no quería que nadie la mirara, poco le importaba si descubrían su secreto si eso alcanzaba como para que Rosé volviera a darle otra oportunidad.
Odiaba ser una omega y eso no iba a cambiar tan fácilmente, pero por lo menos ahora se daba cuenta que nada valía la pena si terminaba autodestruyendose.
El viento golpeó su cara con fuerza, incluso sacudió su flequillo. Estaba más tranquila ahí fuera, con nada más que alguno automóviles yendo y viniendo. Se recargó en la pared del edificio justo a un lado de la puerta de entrada. En momentos como esos le hubiese gustado nunca haber dejado de fumar, la nicotina tal vez ayudaría a que sus pulmones se concentraran en otra cosa que no fuera el querer volver a sentir el aroma de Rosé ingresando por ellos.
No podían culparla, su loba la había reconocido como destinada y eso solo llevaba a la desgracia. No había tenido bonitas experiencias con las parejas destinadas, no desde que había tenido que presenciar a su madre moribunda por un lazo roto, y lo que menos quería era pasar por algo así. Rosé no se merecía su desconfianza, pero al fin y al cabo, en el fondo de su mente alguna extraña vocecita le susurraba que no era más que una alfa del montón.
Suspiró a la vez que se abrazaba un poco más fuerte. Necesitaba entrar en calor pero al mismo tiempo frío. Ni ella misma se entendía para ese punto.
Un llamado colectivo desde dentro la interrumpió. Se dio media vuelta y acudió al mismo, no era común que la jefa Kim realizara ese tipo de reuniones y cuando lo hacía, realmente era importante.
Ingresó al recinto en último lugar, tomando así una de las sillas del final. Sus ojos inconscientemente buscaron una larga cabellera rubia y la encontraron en las filas de adelante charlando con una de las pasantes. Eso dolió más de lo que le hubiese gustado admitir.
Se hundió en su lugar con las manos apretando fuerte sobre sus muslos, y escuchó lo más atenta que se podía.
—Buenos días, agentes —la jefa empezó enfrente de todos—, los hemos reunido para informarles que las pruebas físicas de todos los años comenzarán mañana mismo. Recuerden que todos por igual deben someterse a ellas y en el caso de no pasarlas serán transferidos a un nivel menor en dónde no tendrán posibilidad de participar en operativos que requieran esfuerzo de este tipo.
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i know your secret ଓ chaelisa
Random❝Lisa, una agente del FBI especializada en investigaciones y rescate se verá forzada a mantener guardado un monumental secreto. Rosé, su nueva compañera alfa, llegará a cambiar y revolucionar todo a su paso. ¿Será relevante la compañía de la caris...