Jisung, un niño bueno y dulce, siempre lleno de amabilidad, se transforma con el tiempo. Las heridas del pasado lo endurecen, convirtiéndolo en alguien con un corazón frío, lleno de rencor hacia aquellos que le causaron dolor. La inocencia se pierde...
Al llegar a su departamento, lo primero fue alimentar a bbama. Después, tomó un baño tibio que despejó sus malos pensamientos. Se cuestionó por qué no podía vestirse como quería. ¿Tenía que usar ropa grande para no ser una presa?
Pensar en ello resultaba absurdo. Utilizó su jabón con aroma afrutado para limpiarse a fondo. Su meta era eliminar la suciedad de su cuerpo pero solo desaparecería por completo al finalizar con el último rastro de su enemigo. Su misión estaba clara. Tras completarla, tal vez se encontraría con alguien, aunque la inseguridad sería constante.
Salió del baño después de bañarse y encendió su laptop. Mientras esperaba, se puso la pijama. Luego, se sentó en su escritorio, sacó papel y pluma del gabinete y comenzó a escribir.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Había matado a dos personas y no sentía nada de arrepentimiento, el había hecho justicia por su cuenta ya que la justicia de Corea era una mierda que no hacían nada y daban por cerrar el caso. El sabía perfectamente que su país estába cada vez en plena corrupción, por eso el mismo tuvo que manchar sus manos de sangre para hacer pagar a esas dos ratas por sus crímenes, más bien, deberían de agradecerle a el por acabar con dos animales que seguramente habían lastimado a más niños indefensos como el un día lo fue.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Golpeó sutilmente el lápiz con su cabeza mientras repasaba una y otra vez sus preguntas escritas en el papel. No tenía ni idea de cómo empezar a buscarlo, sus fuentes de búsqueda no eran suficientes para dar con su paradero y no le ayudaba en nada no poder recordar su rostro, la única pista qué tenia, era la herida en la mano derecha de aquel hombre que el había dejado, pero eso no era suficiente información, el otro era el apellido, y felix tenia razón al decir que en Corea había millones de personas que se apellidan con Lee, era como buscar una aguja en un pajar.
Cerró sus ojos y dejó caer su cabeza hacia atrás en el recostadero de la silla para poder liberarse de tanto estrés que le provoca esa sensación de incertidumbre.
Abrió repentinamente sus ojos escuchar el sonido de la puerta principal siendo abierta. Miro la hora en su laptop y vio que pasaban las dos de la mañana. No recordaba en qué momento se habia quedado dormido.
