CAPITULO 10

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La ausencia de Safiro había dejado una huella indeleble en el corazón de su familia. Aunque Ashtar había compartido con todos la razón detrás de su partida, el conocimiento de sus motivos no hacía más ligero el peso de su ausencia. En la estrecha unión que siempre había caracterizado a su clan, la falta de uno de sus miembros se sentía como una herida abierta, un recordatorio constante de lo que habían perdido.

Para Terry, el padre de Safiro, la partida de su hijo fue particularmente devastadora. La impotencia de no haber podido detenerlo, de no haber tenido la oportunidad de intentar convencerlo de quedarse o, al menos, de despedirse adecuadamente, era una sombra que lo acosaba sin descanso. Habría dado cualquier cosa por hacerle saber a Safiro cuánto lo amaba, sin importar la oscuridad con la que estuviera luchando. La ausencia de ese adiós resonaba en él con un eco de remordimiento y anhelo.

En Zenith, el laboratorio de Safiro permanecía intacto, como un santuario preservado en el tiempo. Nadie había osado alterar su estado, dejándolo exactamente como él lo había dejado. Era como si, de alguna manera, mantener su espacio de trabajo intacto pudiera preservar un vínculo con Safiro, una esperanza silenciosa de que, algún día, las cosas podrían volver a ser como antes. El laboratorio se convirtió en un espacio sagrado, un recordatorio físico de Safiro y de la lucha interna que lo había llevado a alejarse.

La familia, aunque comprendía y respetaba su decisión, no podía evitar sentir el vacío dejado por su ausencia. Cada objeto que Safiro había tocado, cada proyecto en el que había trabajado, se convertía en un talismán de su memoria, una promesa silenciosa de mantenerlo presente en sus corazones hasta el día en que, con suerte, decidiera regresar.

Mientras tanto, Safiro, lejos en Zephyra, continuaba su batalla personal, ajeno al impacto emocional que su partida había causado en su familia. La distancia física entre ellos era un abismo que, por el momento, ninguno sabía cómo cruzar. Pero en ambos lados de ese abismo, el amor y la esperanza persistían, hilos tenues que, a pesar de todo, mantenían a la familia unida en espíritu, si no en presencia.

La lucha de Safiro contra la influencia de Belial era una batalla diaria, librada tanto en el campo de batalla de su mente como en la soledad de su refugio en Zephyra. Cada noche, el asedio de Belial se intensificaba, sus voces malévolas perforando el silencio con órdenes destructivas y recordatorios crueles de su propósito como arma contra aquellos a quienes más amaba.

"¡Sal de mi cabeza, demonio!" Safiro se encontraba gritando en la oscuridad, su voz un faro de desesperación y desafío contra la marea oscura que buscaba arrastrarlo. "¡No haré lo que me dices! ¡No dañaré a mi familia! ¡Lucharé con todas mis fuerzas para derrotarte!" Estas palabras, aunque pronunciadas en el vacío de su habitación, eran el mantra que lo mantenía anclado, la promesa que se hacía a sí mismo noche tras noche.

La risa de Belial, sin embargo, era un constante recordatorio de la magnitud de su desafío. Resonaba en su cabeza, cruel y burlona, una oscura cacofonía que buscaba quebrar su voluntad. Pero cada carcajada, cada provocación, solo servía para reforzar la determinación de Safiro. No era solo una batalla por su propia alma; era una lucha por la seguridad y el bienestar de su familia, por todo lo que Belial deseaba destruir.

Este enfrentamiento nocturno era el escenario de una guerra de voluntades, donde cada victoria de Safiro, por pequeña que fuera, era un paso hacia su liberación de las garras de Belial. Aunque las batallas lo dejaban exhausto, debilitado tanto física como emocionalmente, Safiro sabía que no podía ceder. La estaca era demasiado alta.

En esos momentos de lucha, Safiro a menudo encontraba una fuerza que no sabía que tenía. Pensaba en su familia, en los momentos compartidos, en el amor y la protección que siempre se habían brindado mutuamente. Eran estos recuerdos, estos vínculos inquebrantables, los que le daban el poder para enfrentar otra noche, para levantarse una y otra vez, a pesar del dolor y del miedo.

FRONTERAS DEL INFINITO: Batalla Contra Belial - Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora