Un pequeño rubio de apenas seis años, caminaba por la calle, alzando sus dos pequeñas alas de color rojo mientras sujetaba una pelota. Era sábado y su madre le había dado permiso para salir a jugar, era la primera vez que salía él solo, por lo que tenía la esperanza de hacer algún amigo en la ciudad, pues no hacía mucho que se habían mudado desde Fukuoka, por el trabajo de su padre.
Keigo, con una amplia sonrisa llegó a un parque donde pudo ver a varios niños jugando y con sus ojos brillantes corrió hacia ellos, moviendo sus alas, temblando de emoción.
—Hola, ¿puedo jugar con vosotros? —prenotó el pequeño Keigo a ese grupo de niños.
Eran cinco niños de entre cinco y seis años, parecían estar jugando a los héroes, pues se había separado en dos grupos, y el niño que parecía el líder se acercó a Keigo.
—¿Quién eres tú? —le preguntó de forma agresiva.
—Me llamo Keigo Takami, acabo de mudarme con mis padres de Fukuoka —dijo sonriendo, abrazando su pelota de color rojo —mira y tengo alas.
Ese niño frunció el ceño y con violencia empujó a Keigo tirándolo al suelo, haciendo que soltase su pelota, y extendiendo su mano, y alargando los dedos como si fuesen de goma la agarró y se fue con los demás niños.
—Eh... es mía... —dijo Keigo levantándose sacudiendo las alas.
—Ahora es nuestra, vete.
Keigo que por fin se puso de pie miró al grupo de niños y como jugaban con su pelota, molesto y triste caminó hacia ellos, agarrando la camiseta del chico que se la había quitado.
—Devuélvemela, me la regaló mi mamá... —pudo decir mientras le temblaban los labios y las alas, y aguantaba las lágrimas.
El niño lo miró y comenzó a reírse, uniéndosele los demás, y volvió a empujar a Keigo al suelo, esta vez con algo mas de fuera, lo que hizo que el rubio alado cayese y se dañase un brazo, unas raspaduras de las que empezó a salir algo de sangre.
Keigo miró la sangre de su brazo y comenzó a llorar, mientras sus alas temblaban y se agitaban espasmódicamente. Uno de los niños que estaba allí, se acercó y riéndose de él le dio una patada tirándolo al suelo. Keigo, aun llorando se puso de pie y alzó sus alas, pero solo un par de plumas salieron y empezaron a revolotear alrededor de esos niños, y estos, tomándolo como un ataque, empezaron a pegar al pequeño alado mientras gritaba.
Poco después, llorando, y sujetándose su brazo herido, Keigo caminaba adentrándose en el parque, cojeando con la ropa rota y mas heridas en el cuerpo, sin su pelota de color rojo y sin poder parar de llorar. Caminaba despacio intentando ocultarse de todo el mundo, y cuando por fin parecía que había dejado de llorar, pudo oír nos sollozos tras unos arbustos. Curioso se acercó y al escuchar con mas claridad avanzó, atravesando un arbusto algo denso. Al salir, pudo ver, sentado en el suelo a un niño, de pelo rojo fuego, acurrucado y abrazando sus rodillas, llorando.
Keigo lo contempló durante un momento, a simple vista él estaba mucho peor que ese niño, pero aun así, se acuclilló delante de ese pelirrojo.
—Hola, ¿estás bien?
Al oír la voz, el niño pelirrojo levantó levemente la cabeza, haciendo que sus ojos azules, cubiertos de lágrimas mirasen directamente a los magullados ojos de Keigo. Sin saber que ese sería le inicio de una gran amistad.
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MALDITA DESPEDIDA (Dabihawks)
FanfictionSpin off de mi fic "Explosión Verde 2", donde se cuenta el pasado de Keigo y Toya, como se conocieron y como sus caminos se separaron de forma abrupta. Keigo de cinco años camina por el parque, donde al escuchar unos sollozos, se acerca a comprobar...