☆UNO☆

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-Feliz aniversario mi amor- Kikyo sonreía mientras traía en sus manos una tarta de chocolate, la cual era la favorita de su esposo.

Sesshomaru sonreía feliz.
Dos años de un matrimonio que cualquiera pudiera envidiar, a pesar que contrajeron nupcias algo apurados ya que Kikyo había quedado encinta al poco tiempo de salir con ella, no se arrepentía de nada. Producto de ese gran amor nació la pequeña Rin, quien era la luz de sus ojos; la bebé apenas tenía año y pocos meses pero era una niña alegre y dulce.
Todo era perfecto.
Sesshomaru era un importante abogado, del cual era socio en un gran bufete, no se podrían decir que fuesen ricos, pero tenían una gran estabilidad económica.
Kikyo era decoradora de ambientes, la cual era su pasión y ganaba dinero para aportar en los gastos comunes.

-Yo tengo esto para ti- le dijo al entregarle un pequeño envoltorio dorado.

Kikyo lo abrió con emoción y exclamó al ver el hermoso collar que había dentro de la diminuta caja. Una linda perla rosa, le daba el toque femenino y delicado además de parecer una joya muy cara le fascinó al instante que la vió.

-Mi amor! Esto es demasiado costoso,  es hermoso!- gritaba mientras lo abrazaba fuertemente.

-Te amo Kikyo, mereces mucho más- fueron sus palabras.

Su esposa lo llenó de besos hasta el cansancio y pronto se despidió para irse al trabajo.

-¿Llegarás temprano?- consultó Sesshomaru.

-Si mi amor. Estaré aquí antes del anochecer- besó a su pequeña en la frente, se colocó su chal verde y desapareció por la puerta.

-Bueno bebé,  parece que quedamos solos.- le habló a pequeña que dormitaba en su carriola.

Sesshomaru había tomado el día libre para sorprender a la noche a su esposa para agasajarla por su aniversario de bodas y planeaba llevarla a un fino y elegante restaurante francés, pero por supuesto que ese era su secreto.
Todo por verla feliz.

El tiempo pasó muy rápido, eran cerca de las 20pm, la niñera que había contratado para que cuidaran de Rin ya había llegado hace más de una hora y su esposa nada de llegar. Timbró su celular hasta el cansancio y daba directo al buzón de voz.
Se comenzó a desesperar. Seguramente le habría pasado algo. Preocupado, besó a su pequeña Rin, tomó las llaves de su auto y salió en busca de la morena.
Dió varias vueltas al azar, recordando en que zonas estaba trabajando, pero fue en vano. La lluvia cubrió casi toda la visibilidad y punto de colapsar, vé como una pareja con un bebé en brazos sube a un auto a paso apurado desde un pequeño apartamento del lugar.
Podría haber ignorado tal escena, salvo por un detalle..ese chal verde que cubría hasta su cabeza le llamó la atención.
Probó suerte, bajó la ventanilla de su puerta y desde encima de su auto gritó con fuerzas..

-¡Kikyo!-

La reacción de la mujer fue instantánea y miró en dirección de donde la llamaban.
Sus miradas cruzaron por milésimas de segundos..

¿Que estaba pasando?
¿Porqué Kikyo subía a ese automóvil con otro hombre y un bebé en brazos?
Y más aún.. ¿Porqué lo ignoró y siguió como si nada?

Enfurecido y decidido a aclarar toda la situación siguió a aquel automóvil desde cerca. Al llegar a la autopista principal Sesshomaru notó como el vehículo comenzaba a sacarle considerable distancia. Estaban acelerando, querían escapar de él  ¿pero porqué?
Más que molesto pisó el acelerador y se dispuso a tratar de cortar su paso.
Varios minutos pasaron en esa especie de carrera clandestina, Sesshomaru seguía en desventaja pero su reacción fue casi mecánica al pisar con fuerza el freno antes de escuchar un zumbido y lentamente perder la conciencia.

Para cuando despertó,  estaba en un hospital y la enfermera lo trató de tranquilizar al ver como el peliplata quería pararse de su cama.

-Espere señor, aún tiene algunas leves lesiones, déjeme llamar a su doctor- le decía con un tono tranquilo.

Desconcertado, en su mente llegaban las imágenes de lo que había sucedido antes de despertar allí.

-¿Dónde está mi esposa?- fue lo primero que preguntó

-Llamaré al doctor y el le explicará su situación ¿si? Ahora guarde la calma y espereme por por favor-

A pesar de su incertidumbre, sus dudas y el malestar no quiso desquitarse con la amable mujer que lo atendía así que sentado en la cama, pero bastante conmocionado trató de tener paciencia y esperar el parte médico que le explicaría que era lo que había sucedido.
Se miró sus extensiones y observó que grandes marcas de hematomas aparecían en su pálida piel. Tenía una venda en la cabeza pero parecía ser poca cosa.

-Buenas tardes señor Taisho, ¿cómo se siente usted?- el anciano con bata blanca aparecía a paso lento en su habitación.

-Estoy bien..sólo quiero saber de mi esposa- seguía insistiendo.

-Bueno, verá..en el accidente fueron involucrados dos automóviles. El suyo y el de otra persona que venía con su esposa e hija. El señor que venía conduciendo lamentablemente falleció esta mañana y sobre su esposa, lamento decir que está en un estado muy delicado. La única ilesa fue la pequeña.-

-¿Pero de que habla? En el único automóvil que venía a la delantera del mío, venía mi esposa! Y mi hija estaba en casa! ¿De qué habla, por Kami?- Sesshomaru estaba perdiendo los estribos.

-Seguramente está confundido. Tuvo una pequeña contusión cerebral y seguro..-
El peliplata no lo dejó continuar.

-Dígame el nombre de esa mujer que venía en el automóvil, por favor- pidió desesperado.

-No puedo revelar los datos de mis pacientes.- el doctor se mostraba inaccesible en darle una respuesta concreta.

A pocos segundos que el médico abandonara la habitación , el hombre casi al borde del llanto miró a la enfermera que aún permanecía a su lado y prácticamente rogó.

-Por favor. Yo venía siguiendo a mi esposa..dime el nombre de esa mujer..te lo pido-

-Yo no debería..podrían despedirme por eso- se excusó, pero vió la desesperación en la mirada dorada del hombre y casi como susurro le confirmó...

-Su nombre es Kikyo Higurashi-


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Si no empezaba alguno nuevo sin terminar los otros no era yo!

Jajaja.

También lo encontrarán en la plataforma de Inkitt, ya que no dudo me bajen en breves.

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Del desprecio al deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora