AL DIA SIGUIENTE
ACADEMIA LE ROSEY
— Dios santo, ¡Estoy tan cansada!. —exclamó Lisa, mientras salía de edificio principal arrastrando los pies sin ánimo alguno—. Y tengo más tareas que ganas de vivir.
— Bienvenida a Le Rosey. —Rosé, quien caminaba al lado de Lisa, dijo con sarcasmo, acompañando su comentario con una risita—. Aqui no existe la paz ni los momentos libres entre semana. Nuestro tiempo se va en estudiar, participar en la clases extracurriculares y hacer nuestras tareas.
Lisa, soltó un quejido y con ambas manos cubrió su rostro, totalmente frustrada. Le gustaba estudiar y sin duda el tener una gran inteligencia y un coeficiente intelectual por arriba del 140, le facilitaría acoplarse a la exigencia académica de Le Rosey; sin embargo, sabía que cómo cualquier ser humano, necesitaría tiempo para si misma, al menos 20 minutos donde sus únicos pensamientos estuvieran llenos de paz y no de tareas.
— A muchos les cuesta adaptarse a la academia, más por su nivel de exigencia, pero se que ese no será un problema para ti, porque eres un cerebro andante que le gusta devorar libros por deporte y haces las tareas en cuestión de minutos, cuando a nosotros los mortales nos lleva horas. —Rosé continuó hablando, mientras sujetaba las correas de su mochila con ambas manos.
— Supongo que es una ventaja ser superdotada. —Lisa se encogió de hombros—. Aún así, me parece exagerada la manera en que dejan tareas en este lugar. Saturan la mente de los alumnos con tanta información, sin siquiera darles tiempo para procesarlo de manera correcta. Luego la mente solo toma lo que cree importante y el resto lo desecha, haciendo que nada de lo aprendido en clase se quede grabado en la memoria de los alumnos.
— Lo sé, pero ese ha sido el sistema de enseñanza de este lugar desde que se fundó y no ha habido una sola persona que logre cambiarlo. Siguen pensando que mientras más temas enseñen más se aprende, cuando se a demostrado que no es así cómo funciona la educación. —Rosé dijo, dejando salir una gran cantidad de aire por la boca con resignación—. Cómo sea, eso no es importante ahora. Mejor dime, ¿Has decidido a cual clase extracurricular te unirás?.
— No. —Lisa soltó con simpleza, mientras empezaba a bajar las escaleras junto a Rosé, hasta llegar a la calle principal, donde cada una tomaría su propio camino.
— ¿Por qué?. Ya estamos en martes y en dos días se acaban las pruebas para que puedas unirte a alguna clase. —le recordó Rosé.
— Lo sé, pero entre tanta tarea, no he tenido tiempo libre para ir a la recepción a preguntar sobre esas clases. —aclaró Lisa, mientras soltaba un poco el nudo de su corbata y se quitaba el primer botón de la camisa—. Quizá mañana tenga algunos minutos para poder hacerlo.
— ¿Por que no vas ahora?. —Rosé, quiso saber, acomodando sus lentes sobre el puente de la nariz.
— Porque tengo que ir a conseguir algunos libros a la biblioteca para hacer las tareas. -explicó Lisa—. Y luego debo de ir a mi cita obligatoria con la psicóloga, para que no me quiten la beca. Y para cuándo salga de allí, ya la señora de la recepción se habrá ido.
— Oye, pero si vas a la biblioteca, podrías resolver dos asuntos a la vez. —Rosé brinco de la alegría ante su gran idea—. Justo al lado del escritorio de la bibliotecaria, colocan una mesa de información durante esta semana, para entregar folletos y panfletos de todas las clases extracurriculares, con la intención de llamar la atención he invitar a los alumnos a unirse al que más les guste. —describió Rosé, jugando con las correas de su mochila—. Ya que vas a estar por allí, podrías pedir algunos folletos y luego leerlos con calma en la comodidad de tu casa.