DÍAS DESPUÉS
ACADEMIA LE ROSEY
— ¿Entonces haz llenado ya el formulario para ser tutora?. —Rosé preguntó mientras bebía una taza de té y veía a Lisa con la mirada fija en la portátil, inspeccionando a detalle la parte del informe que ella misma le había asignado a la rubia días atrás.
Era lunes por la tarde y ambas se encontraban en una de las muchas mesas de la cafetería de la academia, dándole una última revisión al informe de 5,000 palabras que debían entregar al día siguiente, en la clase de biología.
— Si, está misma mañana visité el salón del profesor de literatura y le pedí un formulario para postularme cómo tutora. —explicó Lisa, sin apartar un solo segundo la mirada de la portátil—. Me dijo que por protocolo lo revisarían junto con los demás postulantes; pero que me hiciera la idea que ya estaba dentro y que la próxima semana me dirán a que alumno debo de impartirle tutorías.
— ¿Ves?, Te dije que lo lograrías gracias a tu inteligencia. —Rosé, alzó su puño al aire y lo agitó en celebración, provocándole a Lisa una pequeña risita—. Ahora solo queda esperar y ver a quien deciden asignarte.
— Seguro a un gran estúpido que está aquí por su dinero y no por inteligencia. —respondió Lisa, mientras comenzaba a leer la última página del informe—. Pero no me importa, lo soportaré mientras me haga ganar exuberantes cantidades de dinero.
Está vez, fue el turno de Rosé, para dejar salir una risita traviesa. Conocía el carácter de Lisa y sabía que nada le costaría enderezar el camino de quién le fuera asignado. Además, el que muchos en la academia la consideraran cómo alguien de cuidado, le daba puntos extras a la hora de imponer orden.
Rosé, salió de sus pensamientos, cuando vio la pantalla de su smartwatch encenderse, avisándole que solo le quedaban 30 minutos libres antes de tener que retirarse de la cafetería.
— ¿Sucede algo?. —preguntó Lisa, luego de ver por el rabillo del ojo, cómo la emoción de Rosé, había desaparecido en cuestión de segundos.
— Dentro de poco tendré que irme para presentarme al primer entrenamiento de las animadoras. —explicó Rosé, sin ánimos.
— ¿Eso es malo?.
— Cuando eres subcapitana cómo yo, si. —explicó, dejando salir un largo suspiro—. No solo tendré que estar allí durante la hora y media reglamentaria, sino que por mi puesto, debo de quedarme dos horas más para el entrenamiento especial de los chicos de primer ingreso.
— Eso suena aburrido.
— Y lo es, pero eso me pasa por aceptar ser la subcapitana de las animadoras. —Rosé, se encogió de hombros para restarle importancia. Después de todo, quejarse no solucionaría nada—. Ahora que lo recuerdo. Nunca me dijiste por que clase extracurricular te habías decidido.
— Elegí bellas artes. —comentó Lisa, llegando al último párrafo.
— ¿Hay una clase extracurricular dedicada a las artes?. —Rosé, preguntó con confusión.
— A mi también me sorprendió, creí que en este lugar todo giraba entorno a los deportes y las ciencias, pero justo al final de la pila de panfletos, encontré un pequeño afiche colorido que invitaba a formar parte de la clase de bellas artes, donde imparten: teatro, escultura, pintura, danza, música y canto.
— Oye, eso se escucha bastante genial. —señaló Rosé, viendo a Lisa asintir mientras tecleaba un par de cosas en la portátil.
— Todo lo relacionado al arte es realmente genial, pero parece que en esta academia muy pocos son conscientes de ello, porque la clase se imparte únicamente a 15 alumnos y ni siquiera existen audiciones para poder ingresar, aceptan a cualquiera que se inscriba en la lista que tienen pegada en la entrada de la biblioteca. —expresó Lisa, apartando por fin la mirada de la portátil para poder observar a Rosé directo a los ojos—. Y sin mencionar que no existe un espacio propio para ellos. La clase la imparten en el escenario del auditorio, mientras no se esté usando.