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Caminaba sin rumbo por el bosque oscuro, buscando un lugar seco donde esconderme. Me sentía horrible: sucio, cansado, hambriento y sediento.

Mis piernas temblaban y mi cuerpo estaba lleno de cicatrices y moretones. No tenía energía. Después de estar caminando un buen rato encontré una casa en medio de aquel bosque, parecía ser una casa grande y vieja tenia las ventanas rotas y la madera se veía desgastada.

Entre rogándole a dios que no hubiera nada dentro, revise todo el interior de la casa y por suerte estaba totalmente vacía, al estar en la cocina revise si había algo para comer o para tomar.

Llevaba días sin comer, estaba hambriento y sediento. En un estante, encontré dos botellas de agua poco atractivas. Parecían desagradables, con agua turbia y sucia, pero mi necesidad de hidratarme era prioritaria, así que me bebí la botella entera.

Afortunadamente, además de las botellas de agua, también encontré alguna comida sobrante en un estante. Aunque no tenía un aspecto muy apetecible, probablemente estaban en malas condiciones, pero en mi estado de extrema hambre, me las comí.

Después de un rato, entré en una habitación de la casa. Parecía ser la habitación de un varón, ya que tenía una pequeña cama en malas condiciones, un escritorio y algunos muebles más. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue un librero que contenía varios cómics.

Metí unos 6 cómics en mi mochila, incluyendo uno de El Asombroso Hombre Araña contra el Doctor Pulpo, y otros.

Cerré la puerta con pestillo por si acaso, dejé mi mochila en el piso y me acosté en aquella cama desatendida y sucia.

Me levante a la mañana siguiente, no tenía noción del tiempo frote me cara sucia y lastimada para tratar de despertarme bien

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Me levante a la mañana siguiente, no tenía noción del tiempo frote me cara sucia y lastimada para tratar de despertarme bien.
Camine por la casa y llegue hasta la cocina, tome un sorbo de esa agua turbia que había encontrado el día anterior. Sabía desagradable. Tome la botella y la puse en mi mochila.

Salí aquella casa vieja y empecé a caminar de nuevo sin rumbo otra vez, sin saber que al rato empezaría a llover.

Saqué la botella de agua de mi mochila y la vacié, eliminando el agua sucia que contenía. Luego, levante la botella hacia el cielo y comencé a llenarla con agua de lluvia.

Mientras lo hacía, también levante mi cara hacia arriba para sentir las gotas de agua fresca impactando contra mi rostro, logrando una sensación refrescante y revitalizante.

Hasta que la lluvia empezó a ser más potente convirtiéndose en casi una tormenta, ya estaba muy lejos de aquella casa, no podía regresar, tenía que buscar otro lugar para esconderme.

Y ahí estaba yo todo mojado, corriendo en busca de un lugar para protegerme de aquella tormenta, que a ese punto estaba empeorando. Después de correr durante un tiempo considerable, llegue a la carretera sin darme cuenta.

Rápidamente, comencé a buscar un auto vacío, y tuve suerte de encontrar uno. Entré en el coche y decidí quedarme allí hasta la mañana siguiente.

Cansado, me recosté en el asiento de atrás, intentando encontrar una posición más cómoda para dormir, mientras estaba en eso recordaba mi vida antes de que pasara todo esto. Recordaba aquella frase que decía mi padre en situaciones cómodas.

Eran las 8:40 en la casa de los Gray, Richard y Amy esperaban a su padre en la puerta para comer la cena que su madre les había preparado.
La puerta se abrió y entró un hombre de traje.

—¡Papi! ¡Papi!— Grito Amy corriendo para abrazar a su padre.

—¡Hola Amy!— Paul abrazo a su hija cargándola en sus brazos.

Richard solo se levanto de su posición y se paró en frente de su padre con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

—llegaste.

—Hola Richie, ven aquí.—Hablo el padre con una sonrisa estirando su brazo libre para abrazar a Richard.

—¡Mamá hizo spaghetti para cenar!

—Te estábamos esperando—Habló Amy.

—A ¿si? Entonces no hay que esperar más, vamos a cenar—Hablo Paul.

Paul saludo a su esposa la cual estaba sirviendo la cena. Todos se sentaron en sus sillas correspondientes y empezaron a cenar.
Paul miró su plato con una expresión seria.
—Esto es...—Todos miraron hacia donde estaba Paul.

—¿Es que?—Pregunto el niño pequeño

—Es mejor que nada—Hablo Paul con una sonrisa en su rostro, que hizo que todos en la mesa sonrieran de oreja a oreja.




El recuerdo vagaba por la mente de Richard mientras miraba el techo.

—Esto no es...mejor que nada...—Hablo para después quitarse los lentes, dejarlos a un lado y quedarse dormido.

Apocalypshit Donde viven las historias. Descúbrelo ahora