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El poderoso magnate alfa entró a la elegante boutique de moda, sus ojos azules recorriendo las exquisitas prendas con desdén

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El poderoso magnate alfa entró a la elegante boutique de moda, sus ojos azules recorriendo las exquisitas prendas con desdén. Había venido aquí el día anterior y no había podido dejar de pensar en el joven omega empleado que lo había atendido.

Con su cabello castaño sedoso, ojos avellana tímidos, aroma a chocolate y fresas dulce, el omega lo había cautivado desde el momento en que extendió la mano para recibir la tarjeta. Hoy, había vuelto a la tienda con un único propósito: reclamar a ese exquisito omega como suyo.

Emilian se acercó al mostrador principal, su corbata de seda roja contrastando con su traje negro hecho a medida.

– quiero ver al omega que me atendió ayer – demandó con su voz grave – se hace llamar Charles

El gerente, un hombre pequeño con un tic nervioso permanente, tragó saliva y asintió servilmente. Pero no pudo evitar fruncir el ceño.

– ¿Charles?

– ¿Acaso no me oíste? – preguntó sin dejar de escanear la tienda llena de clientes.

– p-por supuesto señor Verstappen. Haré que Charles venga de inmediato.

El rostro del gerente se sonrojó de vergüenza, su compostura se desmoronó bajo la mirada intimidante del alfa. Se alejó corriendo, desapareciendo en los laberínticos pasillos de la tienda.

Unos momentos después, un joven omega rizado castaño claro, de ojos verdes apareció ante Max. El magnate alfa frunció el ceño, sus fosas nasales se dilataron mientras olfateaba... Vainilla y miel. Este definitivamente no era el delicioso aroma que había percibido el día anterior.

–aquí está Charles, señor Versta-

– ¿Quién eres tú? – gruñó, su voz baja y amenazante. El joven omega se estremeció, sus ojos verdes se abrieron con temor.

– s-soy Charles, señor Verstappen. Trabajo aquí en la boutique – respondió en un susurro tembloroso.

– este no es Charles – gruñó el alfa, su voz mezclada con decepción e ira – ¿Me quieres ver la cara de estúpido?

El beta palideció e inmediatamente negó con la cabeza frenéticamente.

– no, no, no, por supuesto que no señor Verstappen, jamás.

Max golpeó el mostrador con su puño enguantado, haciendo que Charles diera un salto.

– ¡No es el omega que me atendió ayer! ¿Dónde está?

El pobre gerente estaba casi en pánico.

– señor Verstappen, debe haber un malentendido. Charles es nuestro único empleado omega con ese nombre en este momento.

– claro que no. Charles es un precioso omega de cabello oscuro con pecas en la cara y llamativos ojos marrones – miró al omega con asco – nada que ver con este... Niño transparente.

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