En la lujosa ciudad de Eclypton, controlada por la mafia, Sergio, un joven omega se ha visto envuelto en un peligroso juego de poder, llama la atención de Max, el despiadado líder del clan criminal más poderoso. Atrapado en una peligrosa red de pode...
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Ha pasado una semana desde la amarga discusión. Una semana que se ha sentido como una eternidad de frío silencio para el alfa.
Max observaba con ojos desolados a su amado omega, notando el muro invisible pero inamovible que se había levantado entre ellos. Sergio seguía siendo el mismo pero ahora era diferente... Como si fuera un robot obediente, su mirada cálida reemplazada por una vacía que calaba hondo en su corazón.
Donde antes había sonrisas fáciles y caricias espontáneas, ahora sólo reinaba un vacío tenso. Checo evitaba el contacto físico, sus respuestas eran monosilábicas y sus ojos esquivaban la mirada suplicante de Max.
El alfa añoraba con desesperación la intimidad y el cariño perdido, esos momentos en los que las almas parecían fundirse en una sola. Ahora, cuando lo habían él parecía un muñeco, sus gemidos falsos y sus caricias forzadas.
Max no volvió a tocarlo desde ese entonces.
El magnate observó al omega sentado en el sofá, su postura rígida e inexpresiva como venía siendo habitual en los últimos días, leyendo un libro. Armándose de valor, se acercó y tomó con suavidad la muñeca de su omega, ignorando la leve resistencia inicial.
Con movimientos cuidadosos, hizo que se levantara y lo guió hasta sentarlo sobre su regazo. El omega lo miró con una ceja arqueada, pero permaneció en silencio.
- pecas, por favor - necesitamos hablar - aclarar las cosas entre nosotros - suplicó el alfa con voz temblorosa.
El pecoso desvió la vista, apretando los labios en una línea tensa. Emilian tomó una respiración profunda antes de continuar.
- sé que cometí un error al dejar entender esas palabras hirientes sobre dejarte. Nada podría estar más lejos de la verdad. Tú eres lo más importante en mi vida y la sola idea de perderte me destruye - las palabras brotaban con miedo, como si temiera no tener otra oportunidad de decirlas - lo que quise explicar, y obviamente fallé en hacerlo, es que una vez que entras en el mundo del que formo parte, no hay vuelta atrás. No porque quiera alejarte, sino porque tu seguridad estaría constantemente amenazada. Es un ámbito sombrío y peligroso del que quiero mantenerte a salvo a toda costa, incluso si eso significa ocultarte ciertas cosas.
El dominante tomó el rostro del pecoso entre sus manos con infinita ternura, obligando a su omega a mirarlo a los ojos.
- nunca, óyeme bien, nunca podría reemplazarte. Todo eso de saber tu posición y esas mierda, son cosas del pasado. Hay tantas cosas que deseo decirte, que he guardado durante este último año por temor a sobrecargarte o asustarte. Pero ya no puedo seguir callando lo que siento - su voz era un susurro ronco.
Checo lo observaba con cautela, su expresión indescifrable, pero al menos ya no desviaba la mirada.
- quiero estar contigo, pequitas. Pasar cada día de mi vida a tu lado, porque tú eres mi hogar, mi ancla en este mundo de locura. Quiero decirte todo... Pero no aquí, no con estos momentos, no es el lugar correcto - le dedicó una sonrisa - déjame llevarte lejos esta noche a un lugar especial, donde podamos reconectar sin fantasmas del pasado distrayéndonos.
