Hace 4 años, cuando su mejor amiga le dijo que le diera una oportunidad a su hermanita, Isaza solamente había dicho que sí porque entendía que siempre convenía estar en buenos términos con las hijas del entonces Fiscal General de la Nación.
No entendía por qué Lizzie quería trabajar viniendo de la familia de abolengo de la que venía, pero se obligó a tragarse sus preguntas y su molestia y asentir con una sonrisa, porque había aprendido del modo difícil que en su línea de negocio los contactos eran oro, y uno tan poderoso era algo que no tenía sentido dejar escapar por una tontería.
Ya pondría a la chica a sacar fotocopias y servir café, y la nena de papi se hartaría y se largaría pronto.
4 años más tarde, definitivamente se había tragado sus palabras.
Lizzie trabajaba tan duro como él, y la había ido ascendiendo de chica de las copias hasta llegar a ser su asistente porque no había una persona tan intuitiva y profundamente sintonizada con su forma de pensar que ella.
Aunque apenas estaba en séptimo semestre de derecho, a él le gustaba discutir con ella los casos que llegaban, y con frecuencia se sorprendía por su mirada refrescante y fieramente inteligente.
Trabajaban muy bien juntos, y aunque él se había ganado su fama a pulso como el abogado corporativo con más cierres exitosos de la firma, la verdad es que nada fluiría tan bien de no ser por Lizzie.
Por eso, habría esperado cualquier cosa excepto encontrarse en esta posición.
- Di algo, por favor – Lo urge ella
Isaza tiene que admitir que está guapa, con su vestido de seda color burdeos abrazando las curvas anchas de su cuerpo. Aunque lo suyo eran más las chicas delgadas y esbeltas, tenía que admitir que Lizzie era llamativa, con ese pelo color miel corto hasta la base del cuello, en donde él podía ver su pulso saltando salvajemente.
Es mucho más alto que ella, así que baja la mirada para verla aferrar su copa de champaña con tanta fuerza que él está sorprendido de que no rompa el tallo.
- Yo.... – Tartamudea él
Juan Pablo Isaza no tartamudea.
Juan Pablo Isaza es el abogado más valioso de Villa & Atlas, y ha llegado a donde está a sus 29 años precisamente porque siempre sabe qué decir, o porque finge lo suficientemente bien con algún argumento vago hasta que se le ocurran las palabras perfectas para aniquilar a sus oponentes.
Es un gran abogado porque es un gran orador, pero esta es Lizzie.
Aunque sabe que tiene que cortar esta locura de raíz, no quiere lastimarla porque la aprecia mucho, y la idea de que ella ya no quiera trabajar con él luego de esto le da ganas de vomitar, porque nunca va a encontrar a otra asistente que lo entienda como ella.
- ¿Tú? – Lo urge ella, y es admirable que por fuera parezca tan serena cuando sus ojos están claramente llenos de añoranza
Si no la conociera tan bien, diría que apenas la importa, pero él se da cuenta de lo nerviosa que está y del tremendo valor de su parte que le ha tomado hacer esto, solo para que él tenga que romperla como está a punto de hacer.
- Lizzie – Susurra él suavemente, como rogándole que entienda a pesar de que no ha dicho las palabras
- ¿Qué, Isa? – Se impacienta ella
- Me siento halagado, pero yo....No me siento de esa manera por ti
Se siente un canalla cuando ella cierra los ojos por un segundo, y sus hombros antes altivos caen con derrota.
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En un solo día » Historias cortas (Morat)
FanfictionEn una sala de espera.... En un tren.... En esa espera eterna en un aeropuerto... Siempre hay lugar para una historia corta que traiga una sonrisa. Porque no existen las historias pequeñas.