2. Contamíname (Parte II)

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- Uy, ¿qué pasó?, ¿Lo tienen castigado? – Se burla Villa cuando entra a la sala de descanso de los socios y ve a Isaza parado ante la cafetera, tratando de descifrar cómo funciona la maldita cosa.

Isaza se vuelve y le pone su mejor cara de perro mojado, porque realmente necesita cafeína, y es posible que hayan pasado 4 años desde que tuvo que hacer esta tarea por sí mismo, y la cafetera actual es una cosa con cápsulas y botones que parece una pequeña nave espacial.

- ¿Me puede ayudar? – Se lamenta ante su mejor amigo

No le importa mucho que ahora sea algo así como su jefe, porque aunque es el nombre de Villa el que aparece en las puertas del buffete, Isaza sabe que eso no merma la cercanía o la confianza entre ambos.

De hecho, se le ha ofrecido un par de veces convertirse en socio nominal de Villa & Atlas, pero él está feliz ensuciándose las manos en la corte, y no le interesan los asuntos administrativos, ni lidiar con los pasantes ni nada de eso.

Villa le da una mirada risueña y se acerca a la cafetera.

Hunde dos botones, mete una cápsula en un orificio, baja una perilla y el café empieza a salir.

- ¿Qué hizo para enojar a Lizzie? – Se interesa Villa mientras se recarga en el mesón junto a la cafetera

- ¿Por qué estamos asumiendo que Lizzie está enojada conmigo?

- Porque ella lo mima como si fuera su madre y le tiene su café listo solo con que usted levante una ceja. Si está acá, haciendo el café por su cuenta como un simple mortal, es porque ella finalmente se dio cuenta de que no la valora lo suficiente y lo abandonó a su suerte

- ¡Claro que la valoro! – Se defiende Isaza, indignado porque es un jefe genial

Villa rueda los ojos y le tiende su taza antes de repetir todo el proceso para sí mismo.

- Claro que no. Para ella, usted es su esposo. Para usted, ella es su esclava

- No podría estar más equivocado – Niega Isaza enfáticamente – Lizzie y yo trabajamos maravillosamente juntos, ¿a qué viene esto?

Villa le devuelve una mirada conocedora, como quien sabe algo pero no lo dirá.

Se encoge de hombros mientras toma su propia taza de café y da un sorbo.

- Este viernes es la fiesta de los pasantes, ¿va a ir?

- Estoy muy feliz de ni siquiera saber qué es la fiesta de los pasantes – Reniega Isaza rodando los ojos

- Los chicos que terminan sus prácticas con nosotros y van a graduarse hacen una fiesta todos los años. Sé que solo le importa trabajar y odia a todo el mundo, pero lleva 6 años en esta empresa. Algún día debería pasarse

- Si puedo no cruzar mi camino con los pasantes, seré feliz

- Bueno, creo que va a tener un problema, entonces

- ¿Por qué?

- Porque le ofrecimos a Martín Vargas un puesto como socio ahora que terminó sus practicas y aceptó

- Está bien, es un pasante decente, ¿por qué me molestaría eso?

- Porque eso deja libre el cargo de asistente legal que él estaba ocupando, y hay una persona obvia a la que deberíamos ofrecérselo en este punto de su carrera

Isaza frunce el ceño, porque como dijo, la burocracia interna de la empresa le importa un pimiento.

Su única relación con los pasantes es identificar a los dos inteligentes que vienen en cada promoción y ocuparse de que solo esos hagan sus investigaciones.

En un solo día » Historias cortas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora