XXII.

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Había terminado todo por hoy, estaba cansado de escribir y de los pocos exámenes que había dado en la semana, era viernes y quería irse temprano a su casa a descansar, tal vez después podría pasar por Jimin cuando termine su última clase. Mascando un chicle y tarareando una melodía pegajosa entró al parqueo de su facultad, solo necesitaría unos diez minutos para llegar a su casa y tomarse una siesta, hasta estaba ansioso por descansar.

Estaba cansado por el papeleo de la beca, los exámenes y la situación con Jimin, una siesta podía arreglar todo.

Al llegar a su auto e intentando abrir la puerta del piloto, una nueva compañía se unió a su pacifico viernes. Fue tomado del cuello, el agarre hizo que se diera la vuelta y fue acorralado por el cuello a su auto. No pudo ser rápido, había sido atacado de espaldas.

“Quiero dejar algo bien claro.” Dijo Rowoon, golpeando su espalda contra su propio auto. “Vuelve a molestar a mi novio y juro que te mato.”

“¿Lo molesto?” Rió, no podía ni mover los brazos por el agarre de Rowoon y sabía que recibiría una paliza por la compañía imprevista, pero aún así quiso envenenarlo un poco más. Porque Jimin era suyo. “Pero si él viene a mí, viene rogando por mi y llorando para que lo perdone.”

“Eso habrá sido antes.” Volvió a empujarlo, no soportaba toda la basura que Jungkook soltaba, porque algo dentro de él le decía que las cosas que soltaba eran ciertas. Estaba ciego de amor. “Ahora él no quiere saber de ti, tu eres el único que está obsesionado con el pasado.”

“Ah.” Sonrió negando con la cabeza, trató de zafarse de Rowoon pero uno de sus acompañantes lo volvió a empujar. Si le iban a romper la cara, por lo menos debería de romper su corazón. “¿Eso te dijo? Pues no me decía lo mismo cuando me lo cogí en su cama.” Se encogió de hombros.

“Esas fotos son antiguas, él me lo dijo.” Se defendió, conteniendose para no perder el control.

“¿Eso te dijo?” Lo sabía, no le sorprendía que hubiera usado la misma excusa. “Pues que mentiroso, todo eso fue reciente, pero es tu problema si no me quieres creer.” Volvió a encogerse de hombros. “¿Cuando besas a Jimin sientes el sabor a menta? Últimamente me he comido muchas mentitas.”

El primer golpe llegó directo a su estómago logrando que se doblara por el impacto, luego fue su espalda, su rostro y al caer comenzaron a patearlo entre tres. Sentía su propia sangre y sus pestañas pesaban por la sangre de su ceja, Rowoon lo volvió a tomar de los hombros para subirse encima y comenzar a golpearlo en el rostro. Se lo merecía, lo sabía.

Y si supiera cerrar la boca, no le hubiera roto el labio.

“Hoy no tenía planeado ver a Jimin, verás, nos peleamos y eso. Pero ahora en cuanto salga de aquí iré a su casa y me lo cogeré en las sábanas que jamás tocaras.”

“Si sigues hablando de mi novio, conservando sus fotos y molestándolo, juro que a la próxima te…”

“¿Me matarás?” Rió tendido en el piso. “Quisiera verte intentarlo. Y quisiera ver a Jimin dejándote hacerlo.” Recibió otra patada de los acompañantes de Rowoon y con eso tomó impulso para sentarse.

Los miro irse mientras su rostro dolía por todos los golpes recibidos, sabía que estaría hinchado y roto cuando todo pasara. Y solo tenía a alguien en mente para que curará sus heridas, sabía que vendría.

¿Cuando Jimin se ha negado a correr hacia él? Jamás.

“Mierda.” Susurró al levantarse. Escupió la sangre que se le había acumulado en la boca y después de sacudirse los pantalones, por fin entró a su auto. Tomó su celular, manchando la pantalla con su propia sangre y marcó al número de Jimin. “Muñeco.” Saludo.

“¿Qué pasa? ¿Qué quieres?”

“Ahora no me puedo hacer al interesante.” Sonrío de lado, sus costillas comenzaban a doler. “Quería decirte que tú noviecito de mierda me vino a golpear al parqueo, creo que hasta me rompió la ceja.” Se burló, reírse le hacía doler el estómago.

“¿¡Qué!? ¿¡Dónde estás ahora!? ¿¡Cómo estás!?” Sonrío al escuchar la preocupación de su amado.

Siempre sería él, solo él.

“Sigo en el parqueo, ven.”

“Espérame, no te muevas de ahí, ya vengo.”

No espero mucho, pasaron unos diez minutos y a la distancia vio como Jimin corría hacia su auto con una bolsita de compras de la farmacia. Sonrío con ternura al poder distinguir la preocupación en el rostro de su amado.

Jimin entró al asiento de copiloto y rápidamente lo inspeccionó, tomó su rostro suavemente mientras negaba con la cabeza al ver los golpes y heridas abiertas.

“Ay, Jungkook.” Su voz sonó entrecortada, vio como sus ojos se habían aguado y un puchero se había formado en sus labios. “¿Qué te hizo?”

“Solo cúrame y ya.”

“Bien.” Susurró. En silencio tomó los algodones y los empapó del jabón neutro para limpiarlas.

En silencio limpio las heridas que su novio le había ocasionado al amor de su vida, con cada quejido por parte de Jungkook su corazón se rompía, había sido su culpa que Rowoon lo haya golpeado.

“Perdoname.” Susurró aún limpiando las heridas de su rostro. “Por favor.”

“¿Por qué?” Frunció el ceño.

“Porque fue mi culpa.” Suspiro. “Él te golpeó por mi culpa.”

“No te culpes por sus acciones, tú no tienes culpa de nada, ¿está bien?” Lo miro a los ojos. “Ahora ven, dame un beso.”

Jimin accedió, se acercó para tomar su rostro y sus labios, con un poco de incomodidad se comenzaron a besar, comenzaron a sentir el fuego que unía sus almas. La pasión, el amor y la desesperación eran una combinación que siempre se encontraban en sus besos.

Con el cuerpo doliente y las heridas ardiendole, su mejor medicina era la razón por la que tendría que hacerse unas puntadas en la ceja. Y no le importaba, porque cuando tenía a Jimin, cuando lo besaba, lo tocaba y le hacía el amor, se sentía vivo. Era alguien por él, era algo por su amor.











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Don't hurt yourself ; km au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora