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Abrió los ojos, su vista estaba aún borrosa. Una serie de luces blancas y paneles de cielo raso blanco desfilaban ante su vista. Solo podía escuchar su respiración como un ruido opaco y sentir la presión en su cara de lo que supuso era una mascarilla. Se sentía volar entre corredores y gente, mucha gente de blanco, celeste y verde agua entorno a ella. Volvió a cerrar los ojos...

- Parece que recobra consciencia...

- Señorita Ardley? nos escucha?

Volvió a abrir los ojos. Intentó mover su cabeza, sus ojos buscaban, esta vez supuso que se hallaba en algún cubículo de alguna sala de urgencias. Los ruidos de los instrumentos médicos titilaban cerca a ella. Sentía lejano su cuerpo, sentía como manipulaban sus extremidades, la auscultaban. Una molesta luz cegó momentáneamente su vista. Sintió un pinchazo en el antebrazo izquierdo, y algo frío en su pierna izquierda. Quizo reaccionar cuando sintió cómo cortaban su ropa, cómo liberaban su tórax. Esta vez el pinchazo lo sintió en el lado derecho de su pecho, seguido de una presión y algo que tiraba su piel. Luego sintió cómo la levantaban lentamente para posicionar algo muy frío y rígido por debajo de su hombro derecho. Fue entonces que percibió el ruido de una maquina, un ruido que marcaba un ritmo irregular, le hizo acordar al metrónomo de sus clases de piano. Pero luego escuchó unas voces a lo lejos. Eran dos hombres hablando entre ellos junto a la estación de urgencias. No entendía bien la conversación, solo logró entender algunas palabras: traslado, cuerpo sin vida, señor Brauer, morgue. Entró en pánico. Quizo liberar su rostro de la mascarilla y los brazos de aquellas ataduras punzantes, pero no tenía fuerza alguna, ninguno de sus músculos respondían. Entonces intentó una vez mas alzar la mirada. Sus grandes ojos verdes buscaban en la habitación con desesperación. No. Él no estaba ahí. No. No había nadie más que ella y el cuerpo medico de aquel hospital.

- Su respiración se acelera doctor, creo que necesitamos darle un calmante.

- Señorita Ardley, cálmese por favor, estamos haciendo todo lo necesario para estabilizarla, pero debe intentar quedarse tranquila. No se preocupe, está en buenas manos, todo saldrá bien y se recuperará. Sus familiares se encuentran en camino.

Lo que no supo el médico fue que esto, lejos de calmarla, le asustaba más. Qué iba a hacer? Anthony, donde estaba Anthony? Todo saldrá bien? Cómo puede algo estar bien o cómo podría algo estar bien si Anthony no esta aquí, no esta más, nunca más con ella? Cómo podría salir algo bien sin Anthony a su lado? Recuperarse? Para qué? Con qué sentido? No... Lo mejor era dejarse ir, partir, no estar más, no sin él... Para qué? Para qué continuar? No sin él, no sin sus ojos mirándola con dulzura, no sin su voz, paciente, dulce, tierna, tan llena de sentimientos hacia ella. No sin su sonrisa, aquella que le permitía soportar las horas, las largas horas de interminables lecciones de etiqueta, de historia, de literatura, de música y de tantas otras más. Aquella sonrisa que podía en un segundo hacerle olvidar los desaires de la señora Elroy, y devolverle su buen humor. No sin sus manos, aquellas manos que solían guiarla con ternura durante aquellos paseos dentro de los terrenos de la propiedad de la gran mansion, aquellas manos que cultivaban las más bellas rosas jamás antes vistas por ella, aquellas manos que acogían a las suyas para cerrarlas entre ellas, firmemente pero con delicadeza. Y luego recordó sus últimas palabras, te amo, se feliz... No, ella no podría nunca más ser feliz, no sin él. No, no pudo contestarle, no pudo responder a aquella declaración, no le dio el tiempo, partió así, nada más, dejándola sola. Y como un susurro, un suspiro, logró decir entrecortadamente:

- Yo... tam...bién... te... a...mo... no... me... dejes... no... quie...ro... estar... so...la... no... sin... ti...

El médico que la atendía volteó a verla intentando descifrar lo que ella acababa de decir, pero fue interrumpido por una alarma...

Y si fueras tu ?Where stories live. Discover now