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Mi juicio se acercaba. No había ni rastro de Luzbel. Adán se acercaba a mi de vez en cuando para tratar de convencerme de que debía redimirme, de que aún había esperanza. Acabábamos siempre en peleas y el trataba de forzarme a besarlo y tocarle. Yo trataba de hacerle ver qué debía comer la manzana para ser libre. El me culpaba a mí de toda desgracia y yo culpaba a padre por condenar a su creación al sufrimiento. Gabriel me dijo que fuimos creados a su imagen y semajanza, si aquello era verdad me daba derecho a juzgarlo. Yo jamás traicionaría a mis hijos de aquel modo.
El día de mi juicio encontré sobre mi cama un precioso vestido rojo, no era blanco como los que acostumbaraba a usar. La tela era fina y delgada una vez puesto daba un efecto mojado, la tela parecía acariciar mi cuerpo. De pronto una mano tocó mi hombro. Gire sobre mis pasos y lo miré, Luzbel. Se había colado en mi habitación haciéndose pasar por un pato de estanque:
- Ambos seremos castigados hoy, iniciare una guerra para protegerte, eres preciosa Eva
Besó mi cuello, sus ojos ojos ya no eran azules, toque su cara:
- ¿Que ha pasado?
- Padre sabe que estoy preparando una revolución, necesito que todos abran los ojos
Lo abrace, tenía miedo de que aquella fuese la última vez que lo fuese hacer. Él acarició mi pelo:
- Necesito que seas fuerte Eva, estás destinada a ser reina de todos los humanos.
Tocó mi tripa ahora algo más pronunciada por el embarazo. Sentía la prensencia de Abel que se retorcía dentro de mi como una pequeña mariposa, pero sentía algo más, algo más fuerte, algo que parecía dormido y despertó al toque de Luzbel, una fuerza que consumía:
- Te haré mi reina cuando todo esto acabe Eva, volveré a por ti - besó mi frente y en mi mano posó un pequeño dibujo, el dibujo de un pequeño polluelo de cisne, el mismo que le enseñé la noche que hicimos el amor.
Interrumpiendo el momento entró Miguel quien había sido enviado por Gabriel para llevarme a juicio. Me separé de Luzbel y agarré su mano izquierda para besar su dedo anular a modo de promesa:
- Promete que me buscaras Luzbel
- Lo juro - respondió
Y así me dejé arrastrar por Miguel hacia el juicio. Todos estaban allí, todos los ángeles incluido Adán. Estaban posicionados alrededor de una mesa redonda. En el centro una figura humanoide de luz y estrellas. Lo supe, era padre.
Gabriel se levantó de su asiento y pronunció un breve discurso que no escuché. Mi mirada seguía clavada en aquella figura:
- se da por comenzado el juicio de Eva, madre de la humanidad, por el pecado de desobediencia y alejar a sus hijos de la santidad, pecado original. - terminó por pronunciar
Un murmullo recorrió la sala y todos aquellos ángeles de pronto parecían amenazantes y retorcidos. No retrocedí y una voz profunda y masculina habló:
- Silencio - hubo una breve pausa, como si todo hubiese sido detenido - hija mía, serás desterrada a la tierra, aumentaré tus dolores durante el embarazo y con dolor darás a luz. Deberás comer y trabajar para alimentarte a ti y a tus hijos y serás condenada a una eternidad en la tierra, viendo las penurias de la humanidad
Gabriel apartó la vista de la escena, Adán se acercó a la figura casi con lágrimas en los ojos:
- Padre por Favor perdona a mi esposa, ella está arrepentida. Debí ser más duro con ella ... Debí...
Hablé interrumpiendo su discurso nervioso
- No, no retractare lo que hice, mis hijos vivirán lejos de la tiranía celestial, donde puedan elegir su camino
Las cara de Adán era un poema, la rabia parecia comerle las entrañas y parecía ordenarme callar. La figura permanecía inerte frente a mi, sin saber cómo se había acercado hasta estar cara a cara
- Soy mujer, humana, soy esposa e hija pero ahora por encima de todo seré pecadora y madre - hice una pausa - parece que está será la primera y última vez que hables conmigo... Ojalá lo hubieses hecho antes - entendí la mano hacia la figura y al tocar pude percibir piel, una mejilla y una lágrima - papá
La figura se alejó de mi y volvió al centro de la mesa, miré a Adán, este lloraba y corrió hasta mi para agarrarme las manos:
- Te amo, te amo Eva siempre lo haré, nunca dejaré de amarte, quizá no lo sepas pero tú fuiste la que me salvo de ser un deshecho de polvo y huesos Eva... - su voz se cortaba por las lágrimas - tú me salvaste
- Hipócrita, siempre serás nada mas que un lacayo Adan
- Fin del juicio sobre Eva, primera mujer y pecado original.
Me solté de su agarré pero no pude evitar mirarlo una última vez. De nuevo Luzbel no parecía estar por ningún lado. Acaricié mi tripa, decidida Padre abrió un portal y yo lo crucé.

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Eva ll (Hazbin Hotel)
DiversosMorder la manzana no fue tan doloroso como enamorarse de la serpiente