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—¿Te gustaría ver una película? —pregunta Aidan, rompiendo el silencio con una naturalidad que me parece casi absurda después de todo lo que ha pasado.

Lo miro, un poco sorprendida. No esperaba esa pregunta, pero tampoco me molesta. Me encojo de hombros. La noche no parece lista para terminar aún.

Está bien —respondo.

Hay una línea que cruzas cuando empiezas a conocer a alguien. Pasas de solo interactuar, o de decir palabras vacías, a algo más real. Aidan y yo cruzamos esa línea en la fiesta que organizó Wallflower.

Nos levantamos y bajamos hacia la habitación. Algo en la idea de quedarnos en silencio, dejando que una pantalla hable por nosotros, parece reconfortante. No es una decisión importante. Solo una manera de prolongar este momento, de quedarnos aquí un rato más, en este pequeño espacio que hemos encontrado.

La habitación es pequeña, pero extrañamente acogedora. El tipo de lugar que parece haber existido siempre, aunque nunca te hayas dado cuenta. Hay un televisor antiguo, de esos que tus abuelos guardan en el garaje. Aidan se sienta en el borde de la cama y enciende la pantalla.

—¿Qué vamos a ver? —pregunto, aunque realmente no me importa.

Aidan examina las opciones que había en la pequeña fila de DVD, eligiendo después de unos segundos. <<Donnie Darko>>. Por supuesto. Es exactamente el tipo de película que alguien como él elegiría.

—¿Te gusta? —pregunta sin dejar de mirar la pantalla.

Sí. Supongo. No es algo que vería todos los días —respondo.

Él sonríe, como si esa fuera la respuesta que esperaba.

Nos acomodamos en silencio mientras la película comienza. Donnie aparece en esa mezcla de sueño y realidad que nunca termina de resolverse. Me parece apropiado. Nada de lo que ha sucedido esta noche se siente del todo real, pero aquí estamos.

Aidan está sentado a mi lado, lo suficientemente cerca para sentir su presencia, pero no tanto como para que sea incómodo. Ninguno de los dos habla, lo cual es bueno. No soy de las que llenan los silencios incómodos, y con él no parece necesario. Tal vez eso sea lo que más me gusta de Aidan. No tengo que ser alguien que no soy.

La película avanza, y Donnie sigue luchando con el tiempo, el espacio, y el sinsentido de todo. Me pregunto si Aidan se identifica con eso. Me pregunto si yo lo hago.

Mis ojos empiezan a cerrarse. No es porque la película sea aburrida, sino porque el cansancio finalmente me está ganando. Hace horas que debería haberme ido. Pero aquí estoy.

Aidan sigue viendo la película, como si formara parte de ella.

Es raro, ¿no? —murmura de repente, sin apartar la vista de la pantalla.

—¿Qué cosa? —pregunto, demasiado cansada para reflexionar realmente.

Todo. —Hace un gesto vago hacia el televisor—. El tiempo. La vida. Esas cosas que parecen tener un propósito, pero que en realidad no tienen sentido.

Lo miro de reojo, y no sé si está hablando de la película o de nosotros. Tal vez no haya diferencia.

Sí, supongo que sí —respondo, solo para aportar algo.

Mi cabeza cae sobre su hombro sin que me dé cuenta. No sé qué pasará cuando la película termine. Si simplemente nos despediremos o si habrá algún otro momento incómodo que atravesar.

Wallflower | Aidan GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora