Capítulo 2. Salón de clases.

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Cuando su cerebro le despertó, abrió sus ojos con pesar, sintiendo sus sentidos recobrar vida casi con lentitud. Escucho su propia respiración soltar un suspiro largo y silencioso, encontrando la luz del sol demasiado luminosa para la hora que se supone que era.

De inmediato entendió que era tarde.

Abrió los ojos rápidamente, sintiéndose reseco. Puso sus manos sobre su cama, incorporándose con rapidez, más un fuerte dolor en su espalda baja lo hizo caer, soltando un suspiro cortado y entumecido.

Todo ahí abajo se sentía amoratado.
—Agh...— Incluso sus brazos temblaban para sostenerse. El peso de la noche cayó sobre él y recordó con exactitud el evento.

Presionó su cara en la almohada, dejando escapar un ligero murmullo de risa, sintiendo mariposas en el estómago y escondiendo la estúpida sonrisa que se formaba en su cara.

Ah, había sido muy bueno, se sintió muy bien.
Verlo así de seguido seguía siendo como un sueño. Era asombroso.

Soltó un suspiro, demasiado ensoñado para ser él y se propuso a levantarse e ir rápido.

Bien podía mandar un mensaje a Shoko-Sensei y decirle que se sentía con fiebre o algo parecido, para poder descansar y reponer fuerza.

Pero no podía.

Quería verlo pronto.
Quería ver a Gojo.

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—¿Gojo-Sensei? Nah, ese hombre nunca llegó a clase.— Kugisaki subía el cierre de su sudadera, mirando de pies a cabeza a Fushiguro. Era extraño que él llegase tarde.
—Creímos que llegaría tarde, como siempre hace, pero después nos avisaron que lo mandaron a una misión.— agregó Itadori, estirando sus brazos y después su espalda.
—Así que... ¿Tenemos que entrenar en lo que regresa?— Cuestiono Fushiguro, sintiéndose incapaz de atar sus agujetas.

—Los de segundo nos deben una ¿recuerdas?— Apuntó la castaña al más alto.
—¿Siguen aquí? Creí que estaban en misión. — Demandó Itadori, mirando alrededor. Kugisaki asintió, con los brazos cruzados.
—El desgraciado profesor aún no dejó en claro, pero creo que tendremos otra especie de competencia. — Afilo la mirada y se acercó a Itadori.
—Pero este equipo está más que listo para esos engreídos.— El pelirosa asintió, con una gran sonrisa de reto en su rostro.

Comenzaron a reírse, cuando vieron llegar al campo a sus compañeros de grado mayor.
Fushiguro se sentó derrotado en las gradas de cemento, presionando el puente de su nariz con sus dedos.
¿Entrenamiento? No podían estar haciendo esto, no ahora.

Estaba cansado y sumamente adolorido.
La idea de que si desvío quedarse, apareció. Después de todo quería ver a Gojo.

—¡Fushiguro! Vamos te estoy hablando.— Kugisaki apareció en su vista. —Levántate, necesitamos tus shikigamis.— Él alzó una ceja.
—Bueno, yo...— Se cansaría terriblemente, y le molestaba la idea de verse cansado frente a sus compañeros.
—¿Puedes intentar convocar a ese que casi le muestras a Todo ese primer día de conocerlos?
—Wow ¿que?— Miro a ambos chicos inclinados hacia él.
—¿Es algo fuerte?— Se interesó Itadori.
—Tenemos que...
—No, no usaré eso contra ustedes.— Interrumpió y concluyó rápido.
Vio como Kugisaki se iba haciendo berrinche, mientras Itadori le tendía la mano para levantarlo.
—Oye ¿te encuentras bien?— Titubeo un poco pero la tomó y se levantó, haciendo un mueca de dolor que a Itadori no se le escapó.

—Si...— Caminó despacio, hacia la cancha de entrenamiento.
—Si te duele demasiado, deberías descansar.— Fushifuro palideció ante el murmullo de Itadori, regresando la mirada con lentitud, Itadori miraba sus piernas.
—¿Qué..?

—Tu herida de ayer.— Sonrió amable.
Fushihuro se puso frío y de inmediato recuperó la compostura. Si, Itadori no sabía nada de lo que pasaba entre Gojo y él, así que no pasaba nada. Era una pregunta común.

—No es como si un raspon me fuese a detener.— Siguió su camino, con tranquilidad. Su amigo asintió y le siguió.

Itadori había visto la herida que obtuvo el día de ayer. En realidad estuvo presente cuando lo suturaron. Se había impresionado al verlo no hacer ni una sola mueca mientras la aguja entraba en su muslo desnudo. Sabía que su amigo era fuerte, muy fuerte. Por eso le parecía raro verlo tan cansado ese día, incluso hoy.

¿Estaba entrenando por separado intensivamente?
La observación que le hizo Kugisaki ayer, le hizo meditar un rato y quizá a su amigo le sucedía algo. Así que debía mirarlo un poco más.

—Vamos engreído.— Fushiguro escuchó el grito de Maki y una pequeña señal en su mente le dijo que era mala idea, que quizá por hoy debía rehusarse e ir con Shoko-Sensei por algún tratamiento curativo.
—Ustedes creen que por ser de segundo grado ¿pueden decir como debemos entrenar?—
Itadori seguía de cerca a Kugisaki y Fushiguro sintió que el orgullo le taladraba el pecho.

Todos ellos eran de la misma escuela, pero ser de un grado diferente le causaba el orgullo del equipo. Además, en el entrenamiento de ayer falló jodidamente.
¿Y si creían que no podía con una herida tan insignificante como esa? ¿Cómo era eso concebible cuando había sobrevivido a una batalla con Sukuna?

Daría lo mejor de sí, ahora.

Tomó su pose de batalla a un lado de sus compañeros y se concentró, olvidando que dolía algo siquiera.

Pero nunca me has besado (GoFushi) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora