Capítulo 5. Sueño.

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—C-caballero, tenemos servicio de enfermería para su...— La señorita miró el vestuario de uniforme sobre Fushiguro, mientras él joven sostenía con tranquilidad un pañuelo de Nanami sobre su Nariz, la cual goteaba sangre y miraba en dirección a la sala de estar de la recepción. —Su hijo...— El tono dudoso y a la vez insinuante hizo que Nanami levantase una ceja.
—No se preocupe por eso.
—Bueno, de verdad creo...
—Necesito dos habitaciones.— Interrumpió, ajustando su cuello, siempre con amabilidad.
—Ah, si, eso no es posible me temo, puedo darles la compartida.
—Ah.
—Es tarde y las habitaciones están casi llenas, querido cliente, no me quedan más que familiares y algunas compartidas... ¡Son dos futones, por supuesto! Y es una habitación grande.
—Está bien.— Agito la mano, plenamente convencido. —Por favor, lleve paños calientes a la habitación.
La chica ensanchó la sonrisa.
—Por supuesto ¿Que clase de cena le gustaría recibir esta noche? Contamos con un Onsen.— Canto con amabilidad, dejando la mirada juzgadora por llevar a un joven ensangrentado a una más servicial por la amabilidad de Nanami.

Fushiguro sintió como la hemorragia se detenía, el metálico sabor de la sangre tuvo que pasarlo por su boca hasta su garganta, pues no podía escupir.
Estaba tan cansado que las miradas inquisitivas de los demás no las estaba notando.
No calcularon la peculiar escena que conformaba ese par. Un adulto de vestimenta formal y peculiar diligencia con un adolecente en su uniforme rasgado y empolvado con el rostro lleno de sangre... registrándose en un lugar de noche.

Era por decir poco, peculiar.

—Escucha, espera aquí, tengo que hacer una llamada.
Él asintió, Nanami lo miró unos segundos, buscando otro pañuelo.
—Espera a que te den una llave y si aun no estoy aquí, solo sube.
—¿Dónde está Ijichi?—Murmuró, con dolor en la quijada.
—Un pueblo más abajo.— Acomodó su traje, tecleando su celular. —Es tarde para transitar, así que se quedará en un hostel, mañana vendrá por nosotros.
Volvió a asentir, agradeciendo en voz baja el nuevo paño limpio para que se limpiara.
—Cuando regrese, te regañaré.—
Nanami se dio la vuelta. Fushiguro lo vio salir en silencio y después camino a la sala de estar, buscando el lugar más apartado y solo de todos.

La misión había sido un éxito, ciertamente peligrosa pero de verdad les había tomado todo el día y ahora estaban tan lejos que la opción más viable para todos era buscar refugio.
Descansar.
Y lo agradecia, no se imaginaba tantas horas en el auto, dormitando.
Se recargó en la pared, cerca de una planta decorativa y dobló con cuidado los paños ensangrentados. La luz amarilla y tenue le estaba causando sueño.

—Eh~ ¿porque has pedido una familiar? Es más sencillo si solo llegamos a una de pareja.— La voz chillona de reclamo de una chica que se sentó en el sillón cercano le hizo apartarse unos cuantos metros más, recorriendose sobre la pared.
—Porque ya no hay habitaciones de parejas, cariño.— Era una relación de novios, un chico y una chica, jóvenes y melosos.

No pudo evitar escucharlos, por la sencilla razón de no respetar el espacio auditivo ajeno y hablar como si estuvieran solos más que por interés en ellos.
—No quieres que sepan que somos pareja.— Su tono era mimado y chillón.
—Eso no es cierto, cariño, ¿cómo no querrían que supieran que salgo con este pedazo de cielo?—

Sentía que la sangre le regresaría del estómago a la boca. La mocosa parecía disfrutar de ser consentida y los elogio pues pavoneo su cabello con satisfacción.
Se veían en exceso enamorados, muy concentrados en sí mismos y en su relación.
No existía nada en su vista más que ellos mismos.

No buscaba ser acosador o un pervertido, simplemente terminó observandolos meticulosamente sin querer. Eran llamativos.

Siguieron su exposición como los amantes de atención que eran.

Ella parecía estar conciente de lo mucho que estaba enamorado ese tipo, así que se esforzaba por ser un pedazo de porcelana bella a su lado. La forma en la que ella se esforzaba por ser linda y delicada en sus movimientos, acciones y en su hablar. Y él no dejaba de mirarla, ponía sus brazos alrededor de sus hombros y después en su cintura, le daba besos cortos en su cabeza y frente, tratándola con cuidado.

Como si ella se fuese a romper.

Sus ojos esmeralda se afilaron y escondió la mitad de su rostro bajo el cuello de su chaqueta. Soltando un murmullo, bajo la mirada.

No pudo evitar mirar sus manos, llenas de sangre removida y seca.

¿El podría darle eso a Gojo?

¿Podría intentar siquiera ser más suave con él? El sabe que es un chico, un hombre. Pero Gojo parecía complacido cuando se despidió de él y presionó sus mejillas. Quizá con haberle dicho que le quería no era suficiente, quizá debería meter más empeño e intentar demostrarle con acciones.
Como esa chica. Que parecía deshacerse por estar linda en todo lo que hiciera porque probablemente eso le complacía.

¿Qué le complace a Gojo?

Quería eso.
Esa clase de relación, donde solo se pueden mirar entre ellos, con cuidado, con cariño.

Con amor.

Se escuchaba...

Pero nunca me has besado (GoFushi) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora